Todavía le falta por conocer a uno de los camareros, que en su caso es una mujer, tiene una larga melena rubia, unos ojos azules como platos, y lo único que sabe por ahora de ella es que fuma, por la ventana de la cocina, todavía asimilando el bochorno que le ha hecho pasar su jefe con un largo silencio compartido por el resto de los que estaban presentes, puede ver como apura con claros signos de nerviosismo las últimas caladas de su cigarro, si sigue así dentro de poco va a pasar a fumarse el filtro.
– Tomas: Esa que miras por la ventana, es María. ¿Guapa verdad? por eso la tengo aquí, bueno, por eso y porque es trabajadora, aunque se escapa a fumar cada vez que puede. Espera, que la aviso para que la también la conozcas.
Asiente con la cabeza, mientras observa como su jefe sale por una pequeña puerta que hay en la cocina, de madera, desgastada, la pintura está llena de grietas, se nota que a la cocina no pasan los clientes. Ahora ve como por la ventana le dice algo a María, y en seguida aparecen los dos delante suya tal y como le habían prometido. Tenía razón su jefe con eso de que era guapa, puede que sea un robot, que no le corra sangre por las venas y que en su lugar tenga cables llenos de electricidad, pero al tenerla delante le impone, y agradece que no estuviera delante hace un rato cuando dijo Tomas que no tenía ni idea. María lo primero que hace nada más verle es sonreírle, y el le devuelve lo mejor que puede esa sonrisa, todavía acostumbrándose a su nuevo rostro.
– Tomás: María, mira este es el nuevo, ¿qué te parece? lo he contratado porque como bien sabras, el otro camarero que teníamos ayer decidió dejar de venir, y justo cuando fui a poner el cartel en la puerta, apareció él pidiendo trabajo.
– María: ¿Qué me va parecer? pues muy bien. Aquí tienes a la única mujer del grupo, no creas que eso no tiene mérito. Ya sabes, cualquier duda o problema, puedes contar conmigo.
– Arturo: Muchas gracias. Yo soy Arturo, ya te han explicado lo que he venido hacer aquí, así que…ya nos iremos conociendo.
– Tomás: Basta ya de chácharas, ahora ya que nos conocemos todos, ha llegado la hora de ponerse a trabajar. Vosotros salir fuera, y vosotros empezar a preparar la cocina. Los clientes van a empezar a llegar en cualquier momento. Tu de momento pilla este delantal, no vayas a estropearte la camisa nueva, y haz todo lo que te diga Carlos. Yo me piro que tengo cosas que hacer, luego me pasaré porque aquí a ver como lleváis todo.
María y Genaro dejan la cocina en ese instante sin rechistar y lo dejan solo en la cocina con Carlos y Fermin, porque Tomas tras dar las ordenas se marcha tal y como ha dicho. Tiene pinta de los que se han quedado llevan ya mucho tiempo trabajando juntos. De nuevo vuelve a tener la misma sensación incomoda que tuvo antes, de no saber que hacer, se entretiene poniéndose el delantal todo lo que puede y cuando acaba vuelve a lamentarse por lo mismo. Carlos y Fermin que lo miraban atentamente cuando lo hacía, resoplan cuando acaba de hacerlo casi al unísono, sino lo tenían programado es signo de que pasan mucho tiempo juntos y han pasado a compartir pensamientos sin necesidad de tener la intención de hacerlo. Arturo los mira atentamente en espera de nuevas ordenes.
– Carlos: Mira, aquí todos fumamos y aunque antes sólo vieses a María fuera haciéndolo, eso sólo significa que es la más descarada.
– Fermin: O la que está más enganchada.
Carlos: Da igual por lo que sea, el caso, que aquí en la cocina como no nos ve nadie, lo primero que hacemos siempre cuando el jefe se marcha al principio de la noche.
– Fermin: Como todas las noches hace.
– Carlos: Eso es. Es salir a fumar. ¿Toma quieres uno?
Arturo se queda mirando al cigarro sin saber muy bien que hacer con el, de todas las mejoras que le ha hecho a su cuerpo, no ha caído en que necesitaba también algo para succionar aire, aire por otra parte que no necesita para vivir, al igual que tampoco necesita fumar para poder hacerlo, quizás por eso, no se le haya ocurrido. Tras unos instantes de duda, rechaza el cigarro con su mano y moviendo levemente su cabeza.
– Carlos: Puede que hoy no fumes, puede que tampoco lo hagas mañana, quizás pasado tampoco te vea con un cigarro en la mano, pero estoy seguro de que si aguantas lo suficiente en este trabajo, lo acabaras haciendo, es la única forma que existe para poder escaquearse aunque sólo sean cinco minutos de él sin que te despidan, todas las demás excusas están mucho peor vistas.
– Fermin: Eso es verdad, yo cuando empece aquí tampoco fumaba, y ahora siempre que puedo me escaqueo para poder hacerlo.
– Carlos: ¿Lo ves? Venga de todas formas nos acompañas, ¿no? No hagas mucho caso del jefe, es un agonías y los clientes todavía tardarán un poco en venir.
– Arturo: Claro, claro, vamos para fuera todos.
Sin contar a su jefe, que no deja de ser eso, un jefe y trata a todo el mundo igual, como si fuesen una máquina, son los primeros seres humanos que lo tratan como tal, como si estuviera hecho de carne y hueso. Todavía no es noche cerrada y corre algo de aire fuera, el patio donde fuman tampoco es muy grande y apenas si caben los tres es un pequeño corrillo.
– Carlos: Ahora que estamos los que tenemos que estar, ¿te pone María o no?
– Arturo: ¿Cómo que si me pone María?
– Fermin: ¿Y tu de donde has salido?, ¿qué si te ha gustado?
– Arturo: A mi, sí, claro.
– Fermin: Yo mira que ya estoy harto de verla, pero todavía me tengo que concentrar por mirarle a la cara cuando hablo con ella y no a las tetas.