El azar es caprichoso, unas veces nos encontramos con todo lo opuesto que necesitamos, y otras, mejora incluso lo que nuestras mejores expectativas esperaba de él. La fábrica abandonada donde ha acabado Arturo por culpa de su huída, es una antigua fábrica de neumáticos, por tanto, su producto estelar era la goma, de todas las formas y colores.

Pasea por ella sin hacer mucho caso a las ratas que al igual que él la han convertido en su casa, todavía conserva intacta su cadena de montaje, los moldes donde la goma de los neumáticos era introducida fresca para que después de que cuajase fuese extraída ya con su forma definitiva, incluso ha conservado intacta mucha de esa goma en el almacén, parece que el cierre de la fábrica era un secreto bien guardado para todos, incluso para aquellos que se encargaban de dotarla de sus suministros.

Si pudiera reír, ahora lo estaría haciendo con una carcajada amplia, de oreja o oreja, y sonora, que retumbaría por los altos techos y paredes lejanas de esa fábrica abandonada. Porque al darse cuenta de donde está, y de todos los utensilios y materiales de los que está rodeado, se acaba de dar cuenta precisamente de ese regalo que le acaba de hacer el azar en esa forma que los humanos llaman suerte, y que para él, no es más que probabilidad. Después de escapar por los pelos de la policía, sus esperanzas eran escasas de conservar completamente su funcionalidad, un robot, aunque no sea un ser vivo, necesita de ciertos materiales que aunque no tienen la finalidad de pasar a ser digeridos, si que contribuyen a mantenerlo, no con vida, pero si plenamente operativo. Sin hacer grandes esfuerzos, encuentra aceite tirado por el suelo que perfectamente le puede servir para engrasar cada una de sus articulaciones, mire por donde mire todo está lleno de tuercas y tornillos, que le pueden servir aquellos que pierda, y no en el sentido metafórico de los seres humanos, además, tiene todas las herramientas que necesita, alicates, llaves inglesas, martillos, destornilladores. No sólo podría ser capaz de mantener su cuerpo plenamente funcional, sino que con tiempo y ganas podría intentar mejoras el trabajo ya de por si bien hecho de su creador. Y por tiempo y ganas nunca va a ser, sólo, tremendamente aburrido, sin las lacras del cansancio y sueño, va a poder trabajar sobre si mismo todo lo que quiera.

De hecho, decide que porque esperar a hacerlo. Agarra un taco de folios y un boli de los que ha encontrado durante su breve paseo por la fábrica, y se pone a diseñar ese robot con el que sueña despierto, ese que sea capaz de pasar desapercibido entre los seres humanos. Se autoimpone la tarea de suplir todas las deficiencias con las que ha sido creado y que su creador pasó por alto en el momento de crearlo. No quiere sólo pensar y sentir como un ser humano, también quiere ser externamente igual a uno de ellos.

La primera idea que se le viene a la cabeza, como no, es recubrir completamente su cuerpo de goma, nada de estar provisto únicamente de cara y manos, él también quiere piernas y pies, brazos y un torso, igualitos a los que tiene cualquier ser humano. La siguiente modificación, algo más compleja, va ser en su rostro, apenas tiene de vida un par de semanas, pero en ellas ya le ha dado tiempo de estar harto de una mandíbula que sólo se abre y se cierra, y de una voz, que parece sacada del navegador de serie de un coche de los años 2000, cuando la inteligencia artificial de la que proviene todavía estaba en pañales. Quiere un rostro, que pueda sonreír, y por que no llorar, que pueda expresar sorpresa o temor, y quiere tener una voz capaz de competir con la del mejor locutor de radio. Otras de las cosas por las que no está contento con su cuerpo actual, es por la indefinición de sexo con la que ha sido creado. Le gustaría como cualquier otro ser humano, poder tener un género, y vestir y comportarse en función de ese género. Además, el cuenta con una ventaja con la que ninguno de los seres humanos cuenta antes de nacer, él puede decidir de una forma consciente, previamente concienzudamente pensada, por cuales de los dos géneros se decanta, en incluso si tras haberse decantado por cualquier de los dos únicos géneros que existen, luego se declina por adoptar cualquier preferencia sexual que aparentemente contradice ese previa elección. Puede hacer lo que quiera, y más ahora que Cristobal ya no está cerca para influirle o directamente ordenarle. Partiendo, de la experiencia que que tuvo en el club de striptease, se inclina por identificarse con un hombre, supone que entre todas esas lineas de código que ha introducido su creador en su cabeza, ha tenido que incluir algo que lo haya creado a su imagen y semejanza. Puede que el no provenga de ese dios del que supuestamente algunos afirman proviene el ser humano, pero el suyo si que al menos es visible y aunque no haga milagros, él está cerca de poder ser considerado como uno. Decidido que quiere ser hombre por culpa de como le excitó la bailarina de striptease y como luego fue guiado hasta unas de las habitaciones del club de alterne si saber como, quiere y va hacerse, unos genitales, a los que le va a dar el tamaño y forma que le den la gana, siempre y cuando, eso sí, se mantengan dentro de lo que cualquier otro ser humano pudiera tener.

Su vida acaba de dar un giro completamente inesperado, se ha pasado gran parte de su escasa vida lamentándose de ser ese engendro que la policía persigue y ningún humano quiere, para ahora darse cuenta de que puede llegar a convertirse en una versión mejorada de un ser humano, con la capacidad de decidir de antemano cosas con las que ellos nacen impuestas.

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