Ha sido una dura semana, en la que Arturo, Julia y Cristobal se la han pasado probando moldes, pinturas, texturas, y los dos últimos alguna que otra pregunta del Rector de la universidad, semana que ha culminado con la careta que ahora lleva Arturo. Pero han pasado más cosas de las que ninguno de los tres se han enterado, Julia no fue la única que vio salir a Cristobal después de la famosa reunión con el Rector a toda velocidad de la universidad, la escapada de Arturo a el club de striptease está siendo investigada por la policía, y los medios de comunicación de masas, la tele, la radio y prensa escrita, han empezado ha colaborar a la hora de extender el rumor de que hay un robot suelto por Madrid.
Ajeno a todos pequeños inconvenientes Arturo no ve llegar el momento de salir de casa, pasear a plena luz del día con su nueva apariencia, y mezclarse como uno más, ahora sin preocupaciones, por la salvaje jungla madrileña.
– Arturo: Sí que es realista sí.
– Cristobal: Nuestro trabajo nos ha costado.
– Julia: Ya no hay excusa para que te tengan todo el día metido en casa.
– Arturo: Pues eso, me voy a dar una vuelta.
Ninguno de los otros dos amigos se atreven a llevarle la contraria, al fin y al cabo no era otra la finalidad de tantas horas de trabajo, todo se resumía a que Arturo pudiera entrar y salir sin miedo a ser descubierto.
– Cristobal: Ten cuidado, recuerda que son sólo apariencias, que ni tu voz está lo suficientemente perfeccionada, ni puedes comer, ni tienes la boca de un ser humano…
– Arturo: No hace falta que me recuerdes todos mis defectos. Tranquilo tendré cuidado.
Con esas últimas palabras se despide de Julia y Cristobal, que se quedan en la puerta de la casa viéndolo marchar, en la calle reina la tranquilidad, en el barrio residencial donde Cristobal vive todo sigue como si nada pasará, y nada les hace sospechar que Arturo está siendo buscado por la policía.
Arturo empieza a caminar sin rumbo definido, lo hace con la calma de aquel que sale a pasear un domingo con el único objetivo de relajarse, olvidarse de la dureza del día a día, o como en su caso, de un duro presidio de una semana sin salir. Antes de salir de casa se olvido a propósito del gorro estilo Indiana Jones, de la bufanda, y de los guantes, disfrutó cuando nadie al salir de la puerta se lo recordó, y conforme va a cruzarse con los primeros humanos un pequeño nerviosismo le recorre los circuitos, intrigado por si aquella semejanza a un ser humano que se supone tiene es sólo producto de la mala visión y la extenuación de sus dos amigos. Las gafas de sol, en cambio, sí que le acompañan, el motivo no sólo ha sido una cuestión de estilo, también lo ha hecho por la posibilidad que le ofrecen sus oscuros cristales de ver sin ser visto viendo, y clava sus ahora dos oscuros ojos negros en la pareja que se cruza, ninguno de ellos parece hacer lo mismo con él, eso le tranquiliza para el resto del camino.
Es la cuarta vez que sale a la calle, y no se parece en nada a como se ha sentido en los tres veces anteriores, la primera fue un pequeño escarceo por el campus, la segunda era de noche, iba con Cristobal y ambas cosas le impidieron disfrutar plenamente del momento, en la tercera tenía el miedo constante de que Cristobal llegase a casa antes que él y lo pillase, por fin hoy ninguna de esas cosas le está impidiendo disfrutar del momento. A plena luz del día pasea como uno más por la calle, fijándose en los detalles, como el ser humano a transformado todo su entorno, no hay nada a su alrededor que no haya sido el producto directo o indirecto de su ingenio, si hay un árbol plantado es porque él lo ha decidido, los coches, las casas tienen la forma que él le ha dado, y si se cruza con alguna paloma es porque no le ha importado dejarlas vivir en su ciudad. Es la especie dominante en la Tierra, no hay más que verlo pasear con su mascota atada a él por una cuerda, a ella le dedica todo el cariño del mundo sin tener en cuenta la humillación constante a la que la somete, nunca podrá hacer nada que previamente él no le haya permitido, y tras tantas caricias luego se sentara en la mesa a engullir un buen filete de carne. Otra de las cosas que le llaman la atención, es lo extraño que es cruzarse a un ser humano sólo, habitualmente va siempre acompañado, es un animal gregario que no sabe y no puede vivir sino lo es en compañía de más individuos de su especie, tiene pinta de que el sentirse aceptado por el resto es una necesidad tan importante como cualquier otra de la que dependa su vida. Muchos de ellos caminan cogidos de la mano, por la semejanza de edades parecen hacerlo en claro signo de amor, aunque algunos de ellos no lo hacen con personas del sexo opuesto, lo que significa que esa pasión no nace sólo de los instintos más profundos que como animal el ser humano también tiene, el amor, parece ser, no está asociado a la necesidad de reproducirse, de perpetuarse como especie. Otros que también caminan cogidos de la mano, también lo hacen por amor, aunque de una especie diferente, éstos son de edades muy dispares y por su semejante aspecto tienen pinta de formar parte de una misma familia, los padres cuidan de sus hijos, para que luego los hijos pasen a cuidar de sus padres, el ser humano no sólo necesita sentirse aceptado por los demás, sino que biológicamente es dependiente de aquellos que se encuentran en la plenitud de sus facultades psíquicas y físicas, lo que sólo ocurre durante un breve espacio de su vida.