Al final no se atreve a preguntarlo y decide hacer lo mismo que hace el resto, quedarse callado. Mira a su alrededor y de hecho tiene la impresión de haber sido el único que en realidad la estaba escuchando, Ernesto aparenta estar distraído mirando por la ventana, no sabe a que ni porque, simplemente puede estar haciéndolo como un sustitutivo a la televisión que sigue apagada, las parejas siguen haciendo a lo que han dicho habían venido y están entretenidas en quitarse y poner tuercas y tornillos que se pasan entre unos y otros, eso sí, en silencio, sólo él ha mantenido su atención en la historia de Estefanía.

En cuanto ella se calla lo que surge es uno de esos silencios incomodos, de esos que aunque duren pocos segundos son tensos, es capaz de oírse el murmullo de una mosca al pasar, hasta el robot más bien engrasado hace ruido al moverse. Tan tenso, que se ve obligado a dejar de mirar a Estefanía y mirar hacía otra parte, no quiere ser él quien lo rompa, y menos cuando no sabe que decir, o lo único que tiene que decir no parece ser lo más adecuado. Estefanía como lleva haciendo toda la noche, no se viene abajo por ese pequeño contratiempo, y resume la conversación, casi ya un monologo por donde la había dejado.

– Estefanía: Venga, pues ahora otro, ¿quién se anima a ser el siguiente?

Pregunta que tiene el mismo éxito que la anterior y todos siguen sin responderle. Otra vez ese silencio, que al único que parece incomodar por no saber a donde mirar o que hacer es a él. Menos mal, que el timbre de la puerta de Estefanía vuelve a solucionar otra situación incomoda, suena otra vez fuerte y agudo, enseguida atrayendo la atención de todos.

– Estefanía: Anda mira, uno de los que faltaban, a ver cual es de los dos. Venga mientras voy a abrir, iros pensando quien es el próximo.

Se levanta como ha dicho a abrir y es desaparecer del salón, y la conversación se reanuda como por arte de magia.

– Carlos: Pero que pesado, siempre igual, al final nos vamos a acabar presentando veinte veces. Yo paso.
– Susana: Pero mira que eres…pero bien que coges los tornillos…pues el próximo en hablar vas a ser tu. A ver, ¿quién vota para que el próximo en contar su historia de como vino al mundo sea Carlos?

No debía de estar preparado por la espontaneidad del momento, pero funciona igual o mejor que si lo hubiere estado, tras que la mano de Susana se levante, el resto de los que están en el salón hacen lo mismo con la suya, siendo el último en hacerlo él, Arturo, arrastrado por el resto.

– Carlos: Pero no seáis…la mía ya os la sabéis de sobra.
– Susana: Arturo no.
– Ernesto: Venga que te toca el siguiente, ya está decidido.

Para cuando acaban de votar Estefanía está de vuelta en el salón y con ella el silencio.

– Estefanía: Es Luís. Venga, ¿habéis decidido ya a quién le toca?
– Susana: Sí a Carlos, por votación popular y unánime.
– Estefanía: Pues venga Carlos, empieza.
– Carlos: Pero, lo mejor será esperar a que llegue Luís, ¿no?
– Estefanía: Tienes razón, venga pues esperamos cinco minuto y te toca. ¿Estás disfrutando de la reunión Arturo?, ¿te está gustando?
– Arturo: Si mucho, y aunque me haya quedado callado, me ha perecido muy interesante tu historia. Eres la evolución de un prototipo, quien te creo no lo hizo para hacer en lo que al final te convertiste. Muy interesante.
– Estefanía: Eso es, ¿lo veis como viene bien presentarse? a Arturo le ha gustado mi historia.
– Luís: Hoooola a todos, ya estoy aquí, ¿me habéis echado mucho en falta?

Ninguno se había dado cuenta de que había llegado y al escucharlo enseguida Luís acapara su atención. Los que allí están reunidos se levantan de sus sillas, y enseguida corren a estrechar su mano con él y a darle la bien venida. Todos, con la excepción de Arturo, que otra vez se vuelve a sentir un outcast quedándose sentado en su sillas sin saber muy bien que hacer, prefiere observar los acontecimientos desde fuera hasta que alguien lo presente debidamente. Y tampoco le hace falta esperar mucho para que eso pase, porque Luís al igual que ha hecho el resto cuando ha llegado enseguida se fija en él.

– Luís: ¿Y ese quién es?, ¿el nuevo, no?
– Estefanía: Eso es, ese es el nuevo, se llama Arturo, es del que os he hablado que también iba a venir.
– Luís: Pues encantado, ¿te está gustando? ya ves que aquí puedes hacer y decir lo que quieras sin miedo a que te pase nada, no como cuando estás rodeado de humanos.
– Arturo: Encantado, perdona que no me haya levantado a saludarte, pero me he quedado cortado. Sí, si que me está gustando, por ahora ha empezado Estefanía contando su historia y la verdad que me ha parecido de lo más interesante.
– Luís: Si, cuando alguien es nuevo todas las reuniones empiezan igual…

Y en ese momento otra vez el timbre del telefonillo del piso de Estefanía vuelve aparecer, aunque esta vez no sea tan oportuno como para interrumpir una situación incomoda.

– Estefanía: A ver, la que faltaba, ya por eliminación tiene que ser ella, sí o sí.
– Ernesto: Esa es Carla.
– Estefanía: Efectivamente. Voy corriendo a abrirla, vosotros podéis seguir a lo vuestro, eso sí, cuando Carla llegue, no te vas a librar Carlos de ser el siguiente y contar tu historia que sepas que no me he olvidado de ti.

Lo que sigue a la marcha de Estefanía es un gran murmullo, al estilo de cualquier otra reunión de humanos todos empiezan a hablar unos con otros sin guardar ningún tipo de orden ni concierto, y cada vez lo hacen más y más alto, pues ese murmullo impide que los que hablan a la vez se entiendan. Arturo, adopta la misma actitud que lleva adoptando toda la noche, y decide que lo mejor es seguir siendo ese tercero espectador de lujo de la reunión de robots a la que ha sido invitado.

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