Mientras esas palabras en un tono afirmativo que en realidad esconde una pregunta para la que ya se tiene una respuesta, Ernesto lo mira fijamente a los ojos, haciendo que en ese breve lapso de tiempo se sienta intimidado. Mantiene su mirada en la de Ernesto como si de una especie de pulso se tratase, y antes de perder fuerza contesta.
– Arturo: Sí, ese soy yo, el nuevo.
– Ernesto: Perdona que te lo diga, pero se te nota a una legua, todos sois iguales, todos aspiráis a ser el prototipo de humano perfecto, todavía no os ha dado tiempo a daros cuenta, que la mejor forma de pasar desapercibido es siendo uno más, uno en el que las miradas no se fijen, que pase desapercibido por la calle.
– Arturo: Ah, pues, la verdad ni lo había pensado, pero ¿por qué lo dices?
– Ernesto: Es evidente, has elegido una apariencia de un ser humano joven, en forma, hasta atractivo, ¿acaso aspiras a ser víctima de sus mismos egos? Una mujer u hombre guapo como pareja, casa grande con perro y un coche deportivo.
¿Acaso ellos nos aspiran a lo mismo? Pero supone que esa es una pregunta demasiado directa para un momento tan poco maduro de su amistad y prefiere guardársela para si mismo. En verdad, le acaba de dejar completamente en fuera de juego, ¿y cuál es sino el fin de su existencia?, ¿vagar como cualquier otro objeto inerte sobre la faz de la Tierra de forma eterna hasta que una catástrofe natural, o una avería irreparable, acabe con él? No sabe que contestar, y al final lo hace lo mejor que puede saliendo simplemente del paso.
– Arturo: Tampoco lo pensé demasiado, puse los moldes que primero se me pasaron por la cabeza…y así es como quedó. No pensé que fuese a quedar tan mal.
“Mentiroso, eres un maldito mentiroso, cada vez te vas pareciendo más a los que tanto ansias parecerse. No fue casualidad y lo sabes de sobra, ¿o acaso la idea de Julia no te rondaba ya la cabeza cuando estabas haciéndolo?” Es la idea que brota de su procesador mientras se escucha mentir, algo que le hace perder definitivamente el pulso y agachar la cabeza conforme las últimas palabras salen de su cabeza.
– Ernesto: Ya claro, ¿y tu esperas que me lo crea?
No, no espera que se lo crea, lo que en realidad espera es salir del paso y que lo deje en paz. Cambiar a otra conversación, a algo intranscendete, lo que hacen habitualmente los seres humanos cuando se conocen, ya que se ponen a aparentar, ¿pues habrá que hacerlo en todo? Menos mal, que en ese momento vuelve a aparecer Estefanía, su visión tiene los mismos efectos en el que el naufrago que está apunto de ahogarse y de repente ve como un flotador se cruza en su camino, todavía más cuando empieza a hablar haciendo gala de la misma verborrea que cualquier otro humano anfitrión.
– Estefanía: Que, ¿ya os vais conociendo? Entro nosotros es más fácil, ¿a qué sí? no hace mentir, ni aparentar, todo sale natural, sin pensar que el que nos está escuchando va a pensar mal de nosotros si supiese la verdad.
– Ernesto: Cierto. Sí, básicamente estábamos conociendo. ¿Quién viene?
– Estefanía: Viene Susana y Verónica que como siempre van juntas a todas partes, y además van acompañadas de sus parejas, Carlos y Antonio.
– Ernesto: Perfecto. ¿Todavía falta gente?
– Estefanía: Un par más pero ya casi estamos todos. Ya verás Arturo, te van a encantar, Susana y Verónica empezaron así como tu con nosotros y ya son unas más. De hecho, sus parejas las conocieron aquí, que ya eran miembros del club mucho antes de que ellas llegaran.
– Arturo: Genial.
¿Genial?, la pequeña e intima conversación con Ernesto le han hecho tener dudas sobre donde se ha metido. Espera que el resto sea un poco más amable, sino no piensa volver a pisar esa casa, ni a tener ninguna relación con resto de frikis que acuden a ella, si algo no quiere, es que alguien le imponga lo que tiene que hacer o como tiene que comportarse.
– Estefanía: Mirar, ¡pero si ya están aquí!
Por la puerta aparecen en fila de a uno, otras cuatro personas aparentemente de carne y hueso. Llama la atención entre la disparidad de altura que existe entre las que se supone son Verónica y Susana, una supera por más de una cabeza a la otra, pero aparentan perfectamente tener más o menos la misma edad y gustos, porque ambas visten de negro y una de sus orejas está completamente agujereada por pendientes, prácticamente de arriba abajo, sus labios se han debido contaminar por culpa de su ropa y lucen pintalabios oscuro con una cara que contrasta, todavía más, por un color blanco a juego con la camiseta que luce Ernesto, en cambio sus pelos están teñidos de colores llamativos y pocos comunes, una ha elegido el color azul, mientras que la otra el rosa. Sos dos acompañantes no descompaginan con ellas, también visten completo de negro aunque no llevan ni pintalabios, ni han teñido su pelo de ningún color raro, uno de hecho está completamente rapado y lleva un tatuaje de un escorpión en uno de los laterales de su cabeza. No sabe que pensará Ernesto de todo esto, pero si el va llamando la atención, estos cuatro deben ir partiendo cuellos por donde pasan.
Pero aparentemente para Estefanía son unos más, y los recibe con la misma alegría y la misma jovialidad con la que ha recibido al resto, a ellas las abraza nada más atravesar la puerta del salón, y a ellos, también les dedica una calurosa bien venida aunque no tan efusiva. ¿Significa eso que el sexo elegido por cada uno de ellos también condiciona la cercanía de sus relaciones como habitualmente ocurre en los seres humanos? Sí te está aprendiendo mucho, y apenas acaba de conocerlos.
– Estefanía: Mirar, ese es el nuevo se llama Arturo, tranquilos es de fiar. A Ernesto ya lo conocéis de sobra…