La mascara debe de ser de alguien famoso, aunque ahora no cae quien puede ser, porque las miradas que de vez en cuando se clavaban en él, no sólo se ha ido intensificando conforme se acercaba al centro, sino que muchas de ellas han empezado a acompañarse de carcajadas. En cualquier caso, eso no es algo que pueda detenerle, poder caminar así, sólo, sin tener que ir cargando con el pesado de Cristobal para que le diga que puede y que no puede hacer, sin tener que ir preocupado de que alguien lo vea y lo denuncie, no tiene precio. Si pudiera sonreír, ahora mismo lo haría con una sonrisa que le llegaría de oreja a oreja.
Ya en la calle Alcalá sus manos, al igual que él día anterior, se empiezan a llenar de publicidad con cosas que hacer, no sabe mucho de esto, pero por lo que ve, el ser humano se dedica a hacer principalmente tres cosas durante su tiempo de ocio, a comer, a beber o a tener sexo, y para ninguna de las tres cosas está preparado. Así que, ha decidido conformarse con ir a un local de striptease, donde al menos, podrá intentar comprender de donde proviene ese impulso, esas ganas de reproducirse, que evita que el hombre como especie se extinga.
El local se encuentra en una pequeña calle de las muchas que salen a ambos lados de la calle Alcalá, adornado con llamativas luces de color rojo en su exterior es imposible que pase desapercibido, su fachada está llena de corazones de color rojo y de labios en forma de beso que parpadean una y otra vez, ofreciendo de forma incesante eso que a simple vista ya parece indicarle lo que busca un ser humano cuando se acerca a uno de esos sitios, cariño, compañía. En la puerta hay un guardia de seguridad que le saca dos cabezas y puede que tres cuerpos, negro, cabeza afeitada, con cara de pocos amigos, vestido igualmente todo de color negro, que al verlo llegar ni se inmuta, le da una tarjeta en la que le ofrecen dos copas a precio de una y le abre la puerta como si fuera un botones y él estuviera entrando en el mejor de los hoteles de Madrid. Lo que por fuera es un brillo intenso, por dentro todo es oscuro, apenas se puede ver nada, menos mal que está equipado con visión nocturna y se ha activado automáticamente al pasar, aunque lo que ve tampoco es que sea muy interesante, hombre apoyados en la barra bebiendo, algunos de ellos acompañados de mujeres con poco ropa, y otros pocos sentados en mesas redondas, e igualmente alguno de ellos acompañado. No tiene pinta de que ese sitio sea capaz de ofrecer aquello que ofrece en la puerta, al revés, todo lo que transmite es soledad, y patetismo. Pero no se va a ir ahora que ha llegado hasta allí, y como beber no puede va directamente a una de esas mesas, sentándose en la misma dirección en que lo está el resto, mirando hacía hacía un pequeño escenario en el que parece son las actuaciones. Por ahora, no sabe donde está toda esa diversión que se supone atrae tanta gente hasta aquí. Pero es sentarse y se queda ciego, su visión nocturna extremadamente sensible a los rayos de luz hace que todo lo que vea sea un color intenso amarillo, hasta que nuevamente y de forma progresiva su visión se vuelve a adaptar a la luminosidad de su entorno y puede comprender lo que está pasando, ha empezado el espectáculo.
Otra vez se ha llenado todo de una luz roja brillante, de la misma intensidad y tono que la que hay en el exterior, pero ahora iluminando el interior de local de striptease, lo que hace que esa oscuridad que era capaz de enmascarar la tristeza que desborda el local desaparezca, menos mal, que ahora todo el mundo pasa a estar centrado a lo que pasa en el escenario y no a lo que ocurre fuera de él. En el puede ver a una mujer vestida de azafata de vuelo, acompañada de una música cañera con la que trata de mimetizarse bailando a su ritmo. Se mueve de de un lado al otro del escenario derrochando energía, agitando su cuerpo, tanto, que por culpa de ese movimiento y agitación de vez en cuando alguna de las prendas con las que va vestida sale disparada y deja al descubierto alguna parte de su cuerpo. Primero se deshace de la chaqueta, luego de los zapatos, cuando empieza a quitarse la medias la temperatura del local sube y empiezan a oírse gritos y silbidos provenientes de un cada vez más acalorado público. Para cuando empieza a quitarse la camisa, los más atrevidos de sus fans se han acercado hasta el escenario y han empezado a arrojarle billetes arrugados echos una bola, los hace sufrir quitándosela despacio, haciendo que saboreen como se desabrocha cada uno de sus botones, habiéndose olvidado del movimiento frenético con el que empezó la actuación. Para cuando se la ha quitado, todos los que hay en su local y están a su alrededor de pie disfrutando del espectáculo, pero impidiendo que Arturo vea nada, así que decide animarse y mezclarse entre ellos. Luego va la falda, se voltea y luce su culo, y cuando se quita el sujetador empieza a mover sus pechos de forma hipnótica haciendo que dos cordones que cuelgan de sus pezones empiezan a dar vueltas concéntricas sobre ellos. Hasta que la luz vuelve a apagarse, la bailarina de striptease de forma súbita vuelve a recuperar su castidad y tapándose su cuerpo como puede con los restos de ropa que había arrojado al suelo y con parte de sus brazos, tras limpiar convenientemente el suelo del dinero que había tirado, abandona el escenario corriendo.
Ese es el momento en que el resto vuelve a lo que estaba haciendo, es decir, a seguir bebiendo.