Cierra la puerta de la entrada y camina directo hasta al salón donde sabe que lo va a encontrar, es la única luz encendida que ha en toda la casa, le vale lo suficiente y justo como para medio iluminar el largo pasillo que le lleva hasta él, esa luz es como la luz de un faro que lo guía hasta su destino, pero para ello tiene que hacer todo lo contrario que hacen los barcos, en vez de esquivar las peligrosas rocas de la costa, se dirige directo hacía ellas.

Su medio amigo, medio proveedor, lo está esperando tirado en el sofa, tirado porque está adoptando esa postura que no puede considerarse estar sentado, ni tampoco podría decirse que está tumbado, está entre medias de ambas, está tirado en el sofa. De su mano sale un humo denso, espeso, que aparenta casi poderse masticar, no puede olerlo pero sabe de sobra que tabaco no es. Nunca lo había visto así, ni tirado, ni fumando. Hasta ahora siempre había aparentado mucha profesionalidad, como cualquier otro buen comerciante. La tele está a todo volumen, desde que comenzó a subir las escaleras podía escucharla perfectamente, está tan alta que está a escasos metros de él, y ni siquiera se ha dado cuenta de su presencia, está viendo una de esas series americanas a las que todo el mundo se engancha, de hecho, la está viendo en inglés algo que sólo unos cuantos hacen de todo el gran público que tienen, es la cara amarga de una extendida y consolidada industria del rodaje. Eso le confirma algo, que por las conversaciones que hasta ahora había tenido con él le habían hecho sospechar, tiene cierta cultura, ciertas inquietudes, supera a la media, no todos los que venden droga pertenecen al escalón más bajo social, al menos no culturalmente.

Cuando lleva un rato parado en la puerta del salón sin que pase nada, decide que lo mejor es despertarlo, sacarlo de donde quiera que esté metido, que tiene que ser un lugar muy profundo.

– Arturo: ¡Eh!, ¿qué haces? he venido en cuanto he visto el mensaje.

Al oírlo su camello lo mira despacio, lo mira de arriba a abajo, y cuando parece enterarse de quien es se golpea con su mano la cabeza, se pega un golpe en la frente como el que acaba de cometer un error, como el que parece haber de repente recordado algo importante, como el que percibe que algo no va bien.

– Camello: ¿Eres tu? no esperaba verte a estas horas, creía que eras otra persona.
– Arturo: Es que no he podido venir antes, he visto el mensaje y he venido directo a tu casa.
– Camello: ¿Qué mensaje?
– Arturo: ¿Cómo que qué mensaje? El que me mandaste a la tarde diciendo que viniera, supuse que debía de ser algo importante, pues nunca, nunca, me habías escrito tu antes.
– Camello: ¡Ah!, ¡sí calla!, ya me había olvidado por completo. Tengo buenas noticias, y supuse que querrías enterarte de ellas.
– Arturo: ¿Qué buenas noticias?
– Camello: Debes de imaginártelo, es sobre lo que estuvimos hablando la última vez que nos vimos, ¿te acuerdas? Eso que me dijiste de que querías un DNI o un pasaporte español falsos.
– Arturo: Sí, sí que me acuerdo, cuéntame, ¿qué has conseguido?
– Camello: Pues te he conseguido el DNI y pasaporte falso, las dos cosas, ¿qué te esperabas? Ahora, te quedan todavía por hacer dos cosas importantes para conseguirlos, una, debes de pagarme, y dos, debes darme una foto tuya para ponerla en ambos documentos. Bueno en realidad necesito todavía algo más, pero esto si que es fácil, también necesito una fecha de nacimiento y un nombre completo.
– Arturo: ¿Ya?
– Camello: Cuanto antes mejor, porque antes lo vas a tener.

Arturo se ha quedado de repente en estado de shock, en el fondo hubiera preferido que le hubiera llamado a su casa para decirle que era imposible. Justo ahora que sabe que la policía conoce su aspecto y está detrás suya, justo ahora, justamente en este preciso momento, no cree que vaya a ser buena idea ponerle su foto a un DNI o pasaporte. Pero ya no puede echarse atrás, por lo que parece el asunto ya está demasiado avanzado.

– Arturo: Vale, vale, no hay problema, la foto bajo ahora mismo y la hago, el nombre y fecha de nacimiento si quieres pues ya te la digo, y el dinero, ¿de cuanto dinero estamos hablando?
– Camello: Pues por las dos cosas me han pedido tres mil euros, ¿puedes pagarlo no? Yo ya les he dicho que sí, cuando me lo pediste me lo pediste muy convencido, y créeme por ese precio, con el provecho y los beneficios que puedes sacarle, no es dinero, está tirado de precio. O por si tienes alguna duda al respecto, yo no me quedo con absolutamente nada, esto lo estoy haciendo como un favor de amigo, y de hecho un gran favor, he tenido que mover muchos hilos para conseguirlos, hilos que antes nunca había movido, pero me pareció que te vi agobiado cuando me lo pediste y que los necesitabas de verdad, así que…pues por eso lo hice.
– Arturo: Si claro, tu por eso no te preocupes, eso sí, lo del dinero va a tener que esperar un poco más, no puedo ira ahora al cajero y sacar tres mil euros. Dame al menos un par de días para conseguirlos, ¿trato hecho?


– Camello: ¿Cajero? pero si te pagan siempre en negro, ¿acaso me estás vacilando?
– Arturo: No, no, no te estoy vacilando, tengo algo de dinero ahorrado en el banco, o ¿qué te crees?, ¿qué todo lo que tengo lo guardo debajo del colchón?
– Camello: Vale, trato hecho, ¿entonces cuando me vas a dar el dinero?
– Arturo: Ya te lo he dicho, dame un par de días.
– Camello: OK. Entonces lo otro puede esperar hasta que me traigas el dinero. ¿Qué vas hacer ahora?, ¿quieres quedarte y un par de caladas?
– Arturo: No, me voy que mañana tengo que currar, mañana hablamos.