Arturo sigue la dirección de los gritos y baja los escalones acercándose a ellos, desechando cada uno de las plantas en las que todavía no está lo suficientemente cerca de ellos. Y cuando llega a la que se supone está Carlos se para, se para de golpe haciendo que los que van detrás suya en fila india se choquen unos con otros como fichas de domino.

– Arturo: Está aquí, estoy seguro.
– Antonio: ¿Pues a qué esperamos?

Antonio se adelanta de la posición que tenía en el grupo y sin pensarlo dos veces abre la puerta que se supone los separa de Carlos, en cambio no hay nada. Dan con otro pasillo igual que el que daba a sus celdas, pero está vez lleno de más puertas como la que han abierto. La fila india vuelve a formarse, encabezada por el mismo que abrió la puerta, y en sigilo, con el mismo sigilo desde que escaparon de las celdas, recorren ese pasillo, parándose en cada una de esas puertas para comprobar si es detrás de ellas donde se encuentra Carlos, así una a una.

Hasta que justo cuando se paran delante de una de esas puertas se abre. Sería imposible determinar que parte se sorprende más, si el humano que ha abierto la puerta, o los robots que se encontraban escuchando lo que pasaba al otro lado. Lo que es indudable es que ambas, se quedan paralizadas. Puede que pase un segundo, puede que pasen dos, puede que incluso pasen tres hasta que alguna de las dos se decida a hacer algo. Y para desgracia del ser humano, que seguramente al verse superado en número y fuerza no sabía que hacer, son los robots los que toman la iniciativa. Antonio, lo agarra del pecho y le tapa la boca en un movimiento brusco sin que al humano le de tiempo ni a decir nada ni a defenderse. Luego sin mediar palabra entre ellos, Luís se abalanza dentro de la habitación y haciendo de nuevo gala de sus habilidades en la pelea cuerpo a cuerpo deja KO a los tres guardias de seguridad que tienen atado a Carlos en una silla. Todo pasa tan rápido, que el resto del grupo apenas se entera de lo que pasa o como pasa, y cuando pasan a la habitación lo único que pueden ver son tres guardas de seguridad tirados en el suelo, y a Carlos esperando a que alguien lo desate.

– Carlos: ¿Pero que hacéis aquí?
– Antonio: ¿Tu que te crees?

Cuando Arturo ve a Carlos por primera vez en su breve plazo de vida se da cuenta de que la guerra entre los robots y los humanos no es una broma. Carlos, está atado a una silla con una cuerda por su cintura, sus manos atadas la una con la otra, exactamente igual que su pies. Al lado suya lo que hay es el típico maletín con instrumentos de tortura que se puede encontrar en cualquier interrogatorio que se lleve a cabo al margen de la ley, alicates, destornilladores, cuchillos. Que en este breve plazo de tiempo en el que Carlos ha estado a solas con sus interrogadores ya han sido utilizados sin piedad sobre algunas partes de su cuerpo. Así, a simple vista, puede ver como le faltan dos dedos en una de sus manos, como han abierto la parte de arriba de su cabeza y han cortado algunos de los cables que lo hacen lo que es, inteligencia artificial, y posiblemente esa sea la causa de que uno de sus ojos ya no brille con la misma luz roja intensa que lo hace el otro.

No hay tiempo que perder, eso lo saben todos los del grupo, así que esa imagen dura poco, Antonio coge uno de los cuchillos que hay en ese maletín y lo utiliza para rápidamente desatar a Carlos. El que tras ser liberado enseguida intenta levantarse, pero con tan mala fortuna de descubrir en ese momento que ya no es el mismo que se había sentado. Apenas es capaz de erguirse completamente, y con solo dar dos pasos cojeando en dirección a Antonio para abrazarlo se cae, tropieza y se golpea contra el suelo. Antonio lo levanta con la misma rapidez que lo ha liberado y lo apoya sobre su hombro derecho, Arturo por sentirse util enseguida ofrece su hombro izquierdo, y entre ambos lo sacan de la habitación.

Ahora les queda lo más difícil, pero al menos saben por donde empezar. Todos se dirigen corriendo a las escaleras de donde han salido, y cuando llegan a ellas las bajan a toda velocidad en sentido descendente, evidentemente si estaban encerrados en una de las plantas más altas de una prisión, la puerta de salida tiene que estar abajo.

Cuando llegan a la planta con un número cero en la puerta, vuelven a pararse.

– Estefanía: Esperar, esperar, ya no sigáis bajando, se supone que hemos llegado.
– Luís: El otro lado de la puerta tiene que estar lleno de seguridad, esta parte va ser realmente la difícil.
– Ernesto: ¿Y qué hacemos?
– Luís: Pues correr todo lo que podamos, y tomar, coger cada uno una de estas.

Luís, que había estado a lo suyo durante los breves segundos en que los del grupo se había dedicado a liberar a Carlos, ha conseguido hacerse con un par de ametralladoras, dos pistolas y una escopeta.

– Verónica: Espera, ¿y que quieres que hagamos con eso?
– Luís: Pues utilizarlas para defendernos, nos va a acribillar a tiros, de eso estoy seguro.
– Susana: ¿Eso quiere decir matar humanos?
– Luís: Eso quiere decir salir vivos de aquí.

Arturo coge el arma que Luís le ofrece y simultáneamente se despide de su futuro, de Julia, de lo de infiltrarse en la universidad, de lo llevar una vida tranquila como un humano. No cree que de ésta vaya a salir con vida, y si sale, la cosa se va a poner muy difícil para todos.

No hay más tiempo para más palabras ni más despedidas, es abrir la puerta, y comenzar un tiroteo.