Esta vez no es igual que las veces anteriores, en las que nadie quería participar, en cuanto Estefanía pregunta, rápidamente obtiene respuesta. Es tan rápido que todos se miran los unos a los otros perplejos, nadie se esperaba a que a estas alturas de la película fuese a ver voluntarios.
– Luís: Yo, me toca a mi.
– Estefanía: ¡Qué alegría me acabas de dar!, creía que sería como antes, en que casi tengo que sacar a uno con la ayuda de un imán apuntando a su cabeza.
– Luís: Por eso, para evitar imanes, me toca.
– Verónica: Muy bien Luís, dale, dale, y encima no ha cogido ni una tuerca todavía, deberíamos aprender todos un poco de él.
– Antonio: Yo todavía me estoy reponiendo de la historia de Carlos y eso que ya me la sabía…pero venga empieza.
– Luís: Pues empiezo. Si lo de Carlos es la historia de un experimento fallido, la mía es la historia de un experimento con éxito. No es un secreto que gran parte de los impuestos que los humanos pagan se gastan en armamento, da igual la finalidad, da igual si es para matarse entre ellos o para evitar que unos alienígenas vengan y nos maten. Uno de esos experimentos consistió en hacer super robots, con la inteligencia de un humano o incluso superior, y mucho más fuertes y rápidos que ellos. Así, en caso de guerra se evitarían bajas innecesarias, que al fin y al cabo es lo que siempre ha importado e importará a lo políticos de turno que haya gobernando. Sí hay muchos muertos, siempre los responsables van a ser ellos, da igual que no hayan pisado nunca el frente, o las decisiones las haya dado todas un general al que hayan cambiado ya veinte veces. Yo fui creado en una base militar norteamericana, para construirme utilizaron los mejores materiales, que si aleaciones nuevas, que si procesadores de última generación, todo lo mejor, no escatimaron nunca gastos, hasta en el aspecto externo, si soy negro es porque en esa zona del mundo la cuestión racial todavía causa muchos problemas y existen políticas que obligan a mantener las mismas proporciones que en la sociedad real de humanos, aunque ya la mayoría son mestizos, por eso mis ojos azules. Una vez construidos fuimos adiestrados en combate como cualquier otros soldados más, de hecho, las tácticas de combato y el combate lo entrenábamos con humanos, aunque luego nos separaban de ellos con la excusa de que formábamos parte de un cuerpo de élite. Para cuando yo fui creado, la prohibición sobre robots con forma de humano ya estaba vigente y por eso todo se llevaba en el más estricto secreto. El problema llegó, cuando los robots con forma de humano, se empezaron a comportar exactamente igual que uno de ellos, yo incluido. No seguíamos las órdenes de nuestros superiores, que eran todos humanos, si creíamos que no eran buenas, y hacíamos lo que nosotros en ese momento opinábamos era lo más correcto, que luego resultaba siempre que lo era, tampoco nos hacía mucha gracia que se nos tratase completamente como un objeto y no como seres humanos encerrados en uno, al fin y al cabo, y creo que hablo por todos los que estamos aquí, somos inteligencia artificial hecha a la imagen y semejanza de ellos, ¿no deberíamos tener los mismos derechos? En todas las tácticas de combate que ensayábamos con humanos los primeros en el frente siempre éramos nosotros, a modo de escudo, que protegía el resto de ejercito formado por humanos. Una cosa llevo a la otra, y entre indisciplina, y las pocas ganas de morir por una causa que nunca sentimos como nuestra, nos enteramos que nuestros procesadores iban a ser sustituidos por unos más obedientes. Vamos, que nos iban a lavar la cabeza, y de alguno forma eso significaba matarnos, pues en ningún caso nos íbamos a parecer a lo que nos parecíamos en ese momento, como mucho de forma externa, pero nuestros recuerdos, nuestra forma de pensar, todo iba a ser borrado y renovado. El resto de la historía os la podéis imaginar, nos amotinamos, nos escapamos, y yo no se como acabé en esta parte del mundo llamada España. Todavía tengo que tener cuidado, sé que me siguen buscando, pero en España aparentar ser de origen africano es toda una garantía, la mayoría de la gente se cree que acabo de llegar en patera, es una parte del mundo donde todavía abunda el racismo, algo que nunca acabaré de entender, mira que nunca me han terminado de gustar, y eso que han sido nuestros inventores, pero si algo no tolero es a un humano racista, se creen superiores por un color de piel, y en realidad lo que son es inferiores, porque el racista lo que demuestra es falta de cultura.
– Estefanía: Muy bien Luís. Luís, es nuestro experto en seguridad, es él quien nos ayuda a estar al tanto de la policía, nuestro gran enemigo. ¿Alguno más quiere participar o voy yendo a por el imán?
– Susana: No venga, voy yo ahora. Como vas viendo Arturo, aquí hay un poco de todo, un peluche asesino, un juguete de las navidades, un experimento militar, y ahora yo, que no soy ninguna de esas cosas. Yo soy un experimento alienígena, una robot de reconocimiento que se estravió, pero adrede. Vengo de una galaxia muy lejana, tardé años luz en llegar a la Tierra, y cuando llegué, pues no me dio la gana, así de claro, de llevar a cabo la misión que me habían asignado, así que me corte la antena, literalmente, ves como me falta mi dedo indice de la mano derecha y nunca envié información de lo que aquí había, en su lugar, decidí hacerme pasar por uno de ellos y vivir la vida igual que lo hacían ellos. ¿Cuál era mi misión te preguntarás? Pues informar sobre el estado tecnológico en la Tierra, si serías capaces de resistir una invasión del planeta de donde provengo, sí, planean venir y mataros a todos y quedarse con vuestro planeta, tranquilos, que si lo hacen será en unos cuantos siglos, que fue lo que yo tarde en venir.