Pronto todo se transforma en un caos, el grupo formado por 17 milicianos pronto se desintegra, unos corren a ocultarse detrás del árbol o seto más cercano, otros más conservadores en sus movimientos al principio se han quedado tendidos boca abajo en el suelo, aunque en seguida se arrastran despacio hacía los márgenes del camino, posiblemente muy temerosos por culpa de las balas que llueven sobre sus cabezas. Evaristo es de los que ha logrado cobijarse tras un grueso árbol que hay a un lado del camino por el que caminaban, se oculta en dirección contraria al lado desde donde provienen los disparos, intenta recordar lo que le han enseñado durante los dos días de prácticas antes de salir por primera vez con la milicia, y es fácil, porque apenas le han enseñado nada, toda la formación que ha recibido ha consistido en disparar a una diana para aprender a manejar el arma semiautomática que lleva en las manos, el resto fueron vagas explicaciones sobre formación y como comportarse en un supuesto de enfrentamiento como el de ahora, que se puede resumir en tírate al suelo, escóndete detrás de lo que puedas, dispara a donde te están disparando. Una vez afianzadas las posiciones, los que han salido indemnes del primer ataque por sorpresa tratan de evaluar los daños, siendo evidente el principalmente sufrido, el miliciano que encabezaba el grupo está herido y sigue tendido en el mismo lugar donde fue alcanzado porque el resto, poco a poco, de una forma o de otra, a gatas, corriendo, o arrastrándose por el suelo ya ha salido del camino y está fuera del alcance de las balas. 

Tras el inicial desorden en que quedó sumido el grupo, los milicianos toman aliento y empiezan a organizarse mediante el uso de gestos, hablar en el silencio que ahora reina en el bosque tras que se acabase el ruido de las balas supondría poner sus vidas en peligro. La prioridad ahora es rescatar el miliciano herido. Evaristo es que que más cerca ha quedado suya, por lo que enseguida se da cuenta de la gravedad de su situación, va tener que ser él quien lo salve. Por las señales que recibe de aquellos compañeros que tiene a la vista el plan es claro, los 16 milicianos que no han sido heridos dispararan a la vez para cubrir a Evaristo quien será quien tire del herido hasta ponerlo a salvo. En estos momentos a Evaristo está inmerso en un mar de dudas, está claro que tiene que ser él y no otro quien lo salve, pero ¿y si sólo se trata de una trampa? ese es el pensamiento que le asalta con más persistencia, porque puede que sólo lo estén dejando vivo para cazar a todo aquel que se acerque a él. Los nervios y con ellos la adrenalina se están apoderando de su cuerpo, en cuanto cuente tres con sus dedos el miliciano que está escondido a su derecha tendrá que salir corriendo hacia donde está tendido el cuerpo, y sin más previo aviso baja uno de sus dedos, Evaristo en ese instante se acuerda de todo lo que quiere en el mundo, Julia, un segundo después, que parece una eternidad comparado con la intensidad de las emociones vividas por Evaristo, baja el segundo dedo, ahora Evaristo se acuerda de lo importante que es no parecer un cobarde y de lo mucho que le flojean las piernas, y al ver bajar el tercer dedo ya no se acuerda de nada, su mente se ha quedado completamente en blanco como si un mecanismo de seguridad hubiera saltado dentro de su cerebro, haciendo que todos sus movimientos sean literalmente inconscientes, todo lo inconscientes que deben ser para permitirle correr en una nube de balas formada por fuego amigo, y quien sabe si también por fuego enemigo. Apenas le separan 20 metros de donde yace el miliciano herido, que recorre en muy pocos segundos, al verlo la diferencia de corpulencia es evidente entre ambos, sólo no puede cargar con su cuerpo, por lo que decide que lo mejor es tratar de arrastrar su cuerpo hasta que pueda ocultarlo detrás de algo. Por lo que la vuelta al cobijo de la maleza se hace mucho más lenta, ya no son esos movimientos rápidos, apenas sin pensarlos, los que dirigen su cuerpo, ahora es pero que muy consciente, ahora los viente metros que lo separan para poner su cuerpo bajo cobijo parecen una distancia literalmente insalvable. Tira y tira del cuerpo del herido provocándole gemidos de dolor, hace toda la fuerza que puede con sus manos y brazos para que no se le escape, y con sus piernas para moverlo lo más rápido posible, el esfuerzo que está haciendo roza lo sobrehumano, únicamente puede ser explicable por la cantidad ingente de adrenalina que se apodera de su cuerpo, ya no son segundos son minutos, hasta que finalmente y por circunstancias que únicamente sos explicables por el capricho del azar logra salvarlo ocultándose ambos tras el árbol donde antes estaba solo escondido Evaristo.

Cuando Evaristo lo mira detenidamente al cobijo del tronco del árbol que les está sirviendo de escudo, ve las dimensiones realistas de su herida. Tiene perforado el hombro izquierdo por la parte superior, unos centímetros más abajo y hubiera muerto de forma instantánea porque hubiera atravesado su corazón. La herida parece limpia, a simple vista puede verse por el agujero que ha hecho al otro lado de la chaqueta militar que lo ha atravesado, por lo que al menos nadie tendrá que extraérsela. Lo primero que hace es intentar parar como pueda el torrente de sangre que brota de la herida, para ello saca el botiquín de primeros auxilios que lleva en la mochila, y lo único que se le ocurre es vedarle el hombro a través de la axila, pero antes rocía la herida con alcohol lo que hace que el miliciano herido grite de dolor. Todo este lío le hace acordarse de la medicina, y de que al menos, ya podrá incluir en su curriculum algo de prácticas.