- Evaristo: ¿Cómo era vuestra vida en la cueva? Eso sí me lo puedes contar, ¿no?
- Genaro: Supongo que muy parecida a la tuya en la superficie. Quizás con la gran diferencia que nosotros hacíamos todo lo posible por no ser vistos nunca por vosotros.
- Evaristo: Pero a algo tendrías que salir fuera.
- Genaro: Teníamos casi todo lo que necesitábamos dentro, como visteis no nos falta de nada…
- El Martillo: Claro, robándonos a nosotros.
- Genaro: Salir salíamos, pero siempre en la noche, en muy rara ocasión salía algún grupo de día. Si salíamos era para cazar, o recolectar fruta o vegetales, o hacer algo excepcional…
- El Martillo: Como robarnos.
- Evaristo: Es lo que me parece más raro de todo Genaro. Años, siglos, viviendo en una cueva, que habéis moldeado con vuestro sudor y trabajo, para luego dejaros ver en una emboscada tonta y como consecuencia de eso, perdáis todo lo que teníais. ¿No te parece a ti también raro?
- Genaro: Esas cosas pasan.
- Evaristo: Todo lo que pasa, pasa por algo. ¿Por qué os liasteis a tiros tan cerca de la cueva, vuestra casa, y a plena luz del día?
- Genaro: No lo sé, yo no estaba allí. Que os lo cuente el que os ha contado lo de la cueva.
- El Martillo: Me están entrando ganas de encenderme un cigarro.
El Martillo saca el paquete de tabaco que lleva en el bolsillo delantero de su camisa verde militar y hace como dice, se enciende un cigarro echando el humo que sale de su boca en dirección al sitio donde está sentado Genaro, que ni lo mira y sigue con el gesto perenne en su rostro de indiferencia.
- Evaristo: No creo que vaya a cambiar mucho vuestra situación si me lo cuentas, ¿qué os vamos hacer? ya tenemos la cueva y a vosotros.
- Genaro: Yo no tengo porque contar nada de nuestra vida, igual que vosotros no me lo contáis a mi.
- Evaristo: ¿Y te parece normal lo que está pasando? que haya muertos en ambos bandos, que hayamos convertido nuestros bosques en lugares inseguros, por donde nadie se atreve a caminar y si lo hace, tiene que ir armado. Yo lo que digo, es que es hora de empezar a conocernos un poco. Venga, cuéntamelo tu, ¿por que os liasteis a tiros de una forma tan tonta con nosotros? porque algo habrás oído de eso en la cueva.
El Martillo sigue echándole el humo en la cara de cada una de las caladas que da a su cigarro, y Evaristo ve como esto tiene un efecto en la cara de indiferencia de Genaro, que poco a poco cambia el gesto y va adquiriendo trazas de rabia. Evaristo sufre exactamente el mismo efecto. Y en tono enfadado se dirige al Martillo.
- Evaristo: ¿Quieres salir conmigo fuera un momento?
- El Martillo: Claro. Tu Genaro no vayas a ninguna parte que enseguida volvemos.
Ambos salen de la habitación donde están practicando el interrogatorio, y se quedan justo al otro lado de la puerta, permitiendo que Genaro escuche con claridad la mayor parte de la conversación.
- Evaristo: Quieres parar con el humo, estás boicoteando el interrogatorio. Cuanto más lo enfades menos va a hablar. Ya hemos probado con tus métodos, déjame probar ahora a mi con los míos.
- El Martillo: Que se enfade todo lo que quiera, son colegas son asesinos, ¿y ahora se va a enfadar porque le hecho el humo del cigarro? que se enfade todo lo que quiera.
- Evaristo: No se trata de quien tiene razón, se trata de obtener información para intentar acabar con los del PML lo antes que se pueda. Si quieres ayudarme para con esa actitud provocativa, porque lo único que estás haciendo es provocarlos todavía más.
- El Martillo: Si no habla ya sabe lo que hay, puedo provocarlo todo lo que me de la gana. ¿Y tu quién eres para darme ordenes?
- Evaristo: Ya te he dicho que dejes a un lado tus métodos y me dejes probar a mi. No estás sacando nada, más que como se enteren lo del PML como los estamos tratando, prolongar y encrudizar todavía aun más la guerra. Por favor, para ya.
- El Martillo: ¿Sabes? no me gustas, nunca me has gustado, con esos aires de superioridad, con esas maneras de intelectual. Si te respeto es porque me contaron lo que hiciste con el herido, y que no se te olvide, que los que le hicieron eso fueron los amiguitos del que tenemos dentro sentado. Pero te voy a hacer caso, para dejarte fracasar, para hacerte ver que la única forma que en esta vida se puede obtener algo es a través del chantaje, del chantaje con dolor, hambre, frío, en una palabra sufrimiento futuro, posible y cierto. Vale yo ya me callo y me estoy quieto.
- Evaristo: Gracias por sincerarte. Volvamos a dentro.
Evaristo piensa que lo mejor es no entrar en su juego, si él también le desvela lo que piensa de él lo más probable es que dejen de hablarse y consecuencia de ello, que deje de haber un sitio para él en futuros interrogatorios.
- Evaristo: Ya estamos aquí, perdona si te hemos hecho esperar.
- Genaro: No hace falta que te disculpes por eso.
- Evaristo: ¿Por dónde iba? Sí, ya me acuerdo, por lo de la emboscada en la cueva. ¿Sabes? cuando encendiste la luz dentro de la cueva me quedé impresionado, y ya cuando vi las habitaciones, el embalse interior de agua, los baños, no que daba la cabeza para encajar todo lo que veía en un mundo real. Es una pena que quieran echar la cueva abajo, porque a mi modo de ver es historia.
- Genaro: Y que no se te olvide, que para mi, y muchos de los que están en la sala donde nos tenéis encerrados sigue siendo nuestra casa.
- Evaristo: Por eso, a mi lo único que se me ocurre, que le puede dar alguna explicación a esa extraña emboscada, es que no estaba preparada, que no lo hicisteis a posta. Yo me la juego, a que fue un incontrolado el que empezó todo el tiroteo, alguno que se le fue la cabeza, por rabia, odio, ambas cosas, ¿qué me dices Genaro?
- Genaro: Eso y la juventud. Fue un principiante, nuestra norma es ser lo menos vistos posible. Pero lo gente esta harta de vivir como murciélagos, y hay muchos que están deseando de obtener revancha.
Parece que la conversación entre Evaristo y el Martillo dentro del rango del fino oído de Genaro y el tono amable de Evaristo están teniendo efecto. Por fin Genaro ha contado algo interesante.