Antes de salir del vestuario con su mono de color azul oscuro, casi negro, ha llenado una botella de agua, esa que ahora le hace compañía y arrastra a cada uno de sus pasos. Hace tiempo que dejó de bebérsela y pasó sólo a utilizarla como medio con el que empapar la gorra que lleva en su cabeza. El sol tiene casi una posición vertical, su sombra apenas se separa de su cuerpo, su sudor empapa la camiseta, y también ha pasado a empapar el mano, no tiene termómetro, tampoco le hace falta para ver que tiene que rondar los cuarenta grados. Entre mata y mata es el único momento que tiene para erguir su cuerpo, apenas si sus pulmones son capaces de llenarse de aire por culpa de la casi perenne postura y el calor. Hoy no es ayer, hoy las cinco horas recogiendo fresas se están haciendo realmente duras. Poca conversación hay entre todos aquellos que la están recogiendo, pocas miradas se dirigen los unos a los otros, ninguno tiene ganas de oír lamentos que los lleven a callejones sin salida, ninguno tiene ganas de hacer bromas que les haga gastar la poca fuerza que les queda. Evaristo no obstante, no necesita ni lo uno ni lo otro, porque desde que ayer se despidió de Julia está abstraído en su pensamiento, en eso que ella ayer le contó.

Otra de las inmediatas consecuencias de la Gran Revolución fue la desaparición de la policía, de los jueces y con ellos de su simbiótico aliado el político. La sociedad está completamente descentralizada, al no haber estados no hay ningún ente que asuma el poder desde una posición de supremacía, toda decisión que afecte a un colectivo se toma por democracia directa, los ciudadanos votan por internet y mediante el uso de la tecnología de blockchain. Aquellos legitimados para votar son aquellos que se verán afectados por el resultado de la votación, por la medida que en ella se decida. La edad de votación es de 16 años, la misma a la que se alcanza la plena independencia. La policía y jueces desaparecieron por el mismo motivo que desaparecieron los políticos, porque era un nido de corrupción, de clientelismo, de decisiones arbitrarias, sinónimo de casta y clases, de injusticia y opresión del pobre. Una vez que la Gran Revolución acabó con la propiedad, con el dinero, despenalizó las drogas, y acabó con la representación política, la policía y con ella el complejo entramado administrativo adherido a la justicia, desapareció. Al tener todos los ciudadanos de la Tierra garantizado un techo y comida, la delitos económicos desaparecieron, al despenalizarse la droga tampoco se perseguían a aquellos que la producían porque entre otras cosas al no existir el dinero tampoco se podía obtener un rendimiento económico de ello, y al no existir los políticos la policía y jueces dejaron de tener fidelidades con aquellos que les habían conseguido el puesto. Por tanto, la justicia se desnaturalizó, ya no era ese medio de control, de opresión de una clase sobre otra, la policía y jueces, dejaron de ser los perros guardianes de los ricos y poderosos, y los políticos dejaron de legislar pensando en como iban a financiar su campañas. La humanidad había conseguido ser más libre que nunca.

Si bien es cierto que la educación obligatoria hasta los 16 años se había convertido en el ancla de los logros conseguida a través de la Gran Revolución, y no sólo eso, también era donde estaban los cimientos de la idea de construir una nueva sociedad basada en la filosofía y la razón, alejada del dinero, la propiedad y el fanatismo ideológico. Eso no significaba que la humanidad se hubiese librado completamente de los crímenes. Los crímenes pasionales seguían existiendo, el hombre y la mujer no habían dejado de ser animales, aunque cada vez fuesen más cultos. Tampoco se había conseguido erradicar por completo con las enfermedades mentales, aunque cada vez más raras, al no existir la producidas por la pobreza, la exclusión social, o marginación por motivos ideológicos. Seguía habiendo criminales.

Evaristo era la primera vez que de forma tan cercana se cruzaba con el crimen, y no podía evitar estar preocupado por Julia. La que ahora estaría encargándose de vigilar a aquellos encerrados al igual que el estaba cogiendo fresas. Por lo que le había contado Julia, enseguida que lo vio corrió a contarlo a la patrulla de voluntarios que ahora se encarga de garantizar el orden en la ciudad, está formada por todos aquellos mayores de 25 años que hayan acabado con su trabajo obligatorio y quieran contribuir con la sociedad de esa forma. Son ellos los policías y jueces surgidos a raíz de la Gran Revolución, todo el mundo puede serlo, o dejar de serlo cuando quiera. Seguramente ya están buscando al asesino, pero ¿quién habrá sido? Evaristo piensa que tiene que ser alguien de la cárcel, quizás un propio preso, de esos que asesinan por le mero placer de asesinar, o quizás haya sido otro propio vigilante. No puede dejar de pensar en Julia, en las ganas que tiene de volver a verla en casa, en que llegue a la hora en que ha quedado en hoy volver a verla, por dos cosas esencialmente, porque es su droga favorita, cuanto más la ve, cuanto más la oye, cuanto más la roza, más necesita de ella, y porque está deseando que le cuente si ha habido  algún avance con la investigación, lo mismo ya han detenido al culpable y está preocupándose en estos momentos por algo que ya ha sido solucionado.