Ya sentado delante de su cuaderno lleno de apuntes de biología, cansado más por la postura que por el esfuerzo físico y en la comodidad de su casa, tampoco le parece que el sacrificio haya sido tan grande. Mira alrededor, y puede ver una casa con todas las comodidades, incluida implícitamente la mayor de todas, la soledad, la independencia, la posibilidad de elegir con quien y cuando comparte un momento. Siente algo de hambre, su estomago se remueve y emite un sonido más que meramente audible, y eso también le reconforta, porque se acuerda de que no muy lejos de donde está sentado tiene un nevera llena de comida.

Apenas hoy puede concentrarse en las formulas que tiene delante de sus ojos, se pregunta como sería todo antes de la Gran Revolución, con fronteras, hambre y esclavitud moderna. El hombre tenía que trabajar por un jornal, del cual un tercio iba a parar a pagar el alquiler o la hipoteca de su casa, además las jornadas eran de más de ocho horas, y apenas si tenías tiempo para pensar. Si lo piensa fríamente, su vida le parece un auténtico lujo. No le entra en la cabeza, la función que tenían los bancos, como nunca ha necesitado ni manejado dinero, no es capaz de entenderlo. Una empresa que tiene como objeto prestar y gestionar dinero, porque sin él el ser humano no se podía comprar una casa o poner un negocio, ¿y si no se lo prestaba dormía en la calle?, ¿no comía? Se siente aliviado por vivir en otro momento de la historia, en que el ser humano se ha dado cuenta de lo fácil que es conseguir la paz social dejando de ser hipócrita.

Tiene la cabeza hecha un lío, tanto que la primera hora de estudio ha gastado ya dos veces la punta de su lapicero haciendo garabatos. Decide dejar de pensar en como era antes, y pensar en algo más interesante, en que estará haciendo ahora Julia, ¿estará ella también ahora haciendo garabatos delante de un cuaderno mientras piensa en él?, ¿se acordará siquiera de él? Está realmente preocupado, ha pintado entre todos esos garabatos un corazón, si se fija bien puede distinguirlo. Se da cuenta de que está empezando a perder la cabeza por ella. Vuelve a intentarlo con todas sus fuerzas, y vuelve a mirar las formulas que tiene delante de sus ojos, y parece que lo consigue porque como si hubiera sido por arte de magia el reloj de repente marca dos horas más tarde desde la última vez que lo miró con sus ojos. Lo ha interrumpido el timbre de la puerta de su casa, piensa que será Ricardo que está aburrido y ha ido a verlo, pero cuando llega a la pantalla del telefonillo para abrir la puerta se da cuenta de que no es él, es Julia la que está abajo esperando que le abra. No puede evitar quedarse embobado mirándola, de forma deliberada la hace esperar unos segundos más para gastarlos en mirarla, hasta que pasa un tiempo más que prudencial y sin decir nada la abre.

Corre a su habitación y se pone unos vaqueros y una camiseta, no quiere que lo vea en pijama en mitad de la tarde, apenas si acaba de cambiarse cuando vuelve a sonar el timbre, esta vez de la puerta. Sale de la habitación y está vez corriendo para no hacerla esperar ni un segundo de más llega al pomo y la abre. La primera impresión que le da al verla, es que no ha tenido un buen día, tiene cara de asustada o enfadada, pero algo le pasa. No le pregunta, simplemente la invita a pasar a su salón nada más verla. Julia, le hace caso y sin todavía mirarle a la cara desde que le abriesen la puerta pasa directa al salón, luego se sienta en el sofá más cómodo que hay y por fin le habla a Evaristo.

Evaristo nada más oír esas palabras le dan ganas de empezar a reír, pero por la cara que ha puesto Julia al decírselo y la forma en que lo mira a los ojos, ha pensado que mejor es no hacerlo.

Evaristo la hace caso, y coge la silla que antes estaba utilizando para estudiar química orgánica y la pone en sentido a los ojos, a la mirada de Julia. Cuando ella lo ve listo, le hace un gesto de conformidad con su cara y resto del cuerpo y sigue.