A diferencia de la última vez, tras minutos, incluso horas de su último tweet en que cuenta todo, nadie ha salido a la calle. La normalidad sigue reinando en la calle, llueve sobre mojado, ya no queda nada que quemar. Está desesperado, se ha convertido en el objetivo número uno de la Milicia y del PML, y no ha conseguido absolutamente nada con ello. Lo único que le queda es salir de su jaula, olvidarse de provisiones y cerrojos, e ir personalmente a buscar al Martillo, la cuestión es ¿dónde?


No tiene armas, nunca ha utilizado su posición en la Milicia para hacerse con ninguna, siempre ha tenido la personal convicción de que cuanto más lejos este de ellas, menos riesgo correrá su vida, las armas atraen más armas. Se debate entre si es necesario o no, coger alguno de los cuchillos, porque no, tenedores, que tiene en la cocina, es lo único con lo que podría defenderse, y con sólo pensar en ello, echa de menos el no tener una pistola. El arma de fuego y el arma blanca comparten la finalidad pero no los medios, y aunque una está prohibida y otra se encuentra en todos los hogares, el arma blanca supera con creces el sadismo del arma de fuego, apretar un gatillo del que sale una bala que atraviesa un cuerpo, es mucho más fácil que empuñar un cuchillo y hacer un corte en el cuerpo, en un supuesto se añade la facilidad de que normalmente hay cierta distancia que impide que la sangre te salpique directamente, en el otro el acto es consumado a escasos centímetros de la víctima, lo que impide no ser un espectador de lujo de su sufrimiento. Al final sale de casa con las manos vacías.
La Milicia se ha quedado sin cuartel, probablemente esa sea la principal razón de porque la gente se ha quedado hoy en casa, no tienen un objetivo contra el que dirigir su ira, no saben que podrían hacer arder para calmarla. Y Evaristo se ha quedado sin un sitio donde ir a buscar al Martillo. En esta semana de búsqueda incesante de Julia, no se han mirado ni un segundo a los ojos, no han gastado ni gota de saliva en dirigirse la palabra. Desde lo que ha pasado hace unas horas, no cree que nunca vuelvan a hacerlo. Camina por la calle perdido, como un borracho a partir de la hora en que han cerrado todos los bares, no sabe que hacer en casa solo, no sabe en que sentido debe de caminar. Va con las manos metidas en los bolsillos, la cabeza agachada, apenas se cruza con nadie, y no tiene ganas de ver con aquellos con los que se cruza, lo único que interrumpe su marcha es alguna lata, alguna piedra que patea, no le da la cabeza para más, no es capaz de que se le ocurra nada.


Deambula así durante algunas horas, hasta que alguien se ha tenido que dar cuenta y ese alguien decide ayudarlo. En algún momento de su pacífico caminar oye como dicen su nombre por la espalda. La voz le suena, le es familiar, se gira para ver quien es y de repente vuelve a ver a Gloria. No la había vuelto a ver desde que se despidieron en el parque antes de las votaciones, ese día en que ambos se marcharon con la sensación de que quizás ya fuese demasiado tarde para la paz, sensación que ahora parece una premonición de todo lo que está pasando. Ambos se miran a lo ojos durante algunos segundos sin decirse nada, no importa, porque igualmente los dos se dan cuenta de que mutuamente se alegran de volver a verse. Finalmente es Gloria la que habla.

Evaristo sigue órdenes. Se alegra de que decir la verdad haya tenido su recompensa, no sabía lo que iba a pasar cuando la contase, pero algo tenía que pasar. Gloria lo está llevando en dirección al Cuartel de la Milicia, lo cual tiene sentido, si el Martillo se pasaba horas dentro, lo lógico es que viviese cerca de él. Cuando llegan a su destino Gloria se para, y Evaristo detrás de ella.

Sin despedirse, Gloria se marcha, y Evaristo de ello entiende que es la forma que tiene de decirle que volverán a verse. 
No sabe que hacer, se pregunta que ironía es esta del destino, que lo deja a las puertas de donde tiene retenida a la única persona en el mundo que quiere, y no tiene forma de llegar hasta ella. No cree que a Julia le haya crecido en tan poco tiempo el pelo como para poder trepar hasta ella, así que se pone a pensar y la única forma que se le ocurre es hacer lo mismo que ha hecho por Twitter pero en persona, llama al portero, y consigue que le abran diciendo que es el cartero, increíblemente funciona. Y cuando está en la puerta de la casa del Martillo, empieza a montar lo que viene a ser definido por la jerga de la calle como “un autentico cirio”, grita diciendo que abra la puerta que sabe que tiene retenida a Julia dentro, pega patadas en la puerta, puñetazos, pero nadie abre. Los vecinos asustados tampoco le ayudan, pero acaban llamando a la Guardia Urbana, que tras pocos minutos llega a donde está Evaristo. Asustado les dice:- Evaristo: Tienen a una persona secuestrada dentro.