Evaristo está aburrido, y por la cara que tienen sus otros dos amigos supone que les pasa lo mismo. Hace rato que ninguno de los tres habla, toda su atención hace tiempo que pasó a ser completamente absorbida por sus teléfonos móviles, y por más que lleva un rato dandole vueltas no se le ocurre otro tema de conversación con el que intentar reanimar su estancia en los juzgados. Lo que al principio habían sido apenas dos horas de espera sin importancia, se han acabado convirtiendo en más de cinco horas sentados, para esperar un veredicto que cada minuto va perdiendo transcendencia en su vida, y sospecha que también en la de Julia y Ricardo.  Hasta que Ricardo rompe el silencio.

A la última pregunta de Ricardo nadie responde, y los tres amigos vuelven a quedarse callados durante otro rato. Evaristo sabe que es la última vez que ganará otra batalla prometiendo la pronta resolución del jurado. Pero esta vez tiene razón, y un empleado de los juzgados pasa por el banco donde están sentados anunciando de que la vista se reanudará dentro de diez minutos. Esto hace que los amigos se pongan en marcha, y con cara de felicidad y alivio vayan de nuevo a la sala donde está siendo el Juicio. Cuando llegan se encuentra con que la sala se hubiera quedado medio vacía si no fuera por los acusados del PML, ellos son los únicos que no han podido eludir la obligación de escuchar el veredicto.


Los tres amigos se sientan donde quieren, a diferencia de cuando llegaron pueden elegir su sitio entre una amplia variedad de opciones. Ya no hay ese murmullo en la sala, cuando el Juez llega no tiene que hacer uso del mazo para que le presten atención, se dirige a aquellos valientes que han sido capaz de esperar las 6 horas que el jurado ha necesitado para decidirse en un tono tranquilo, sin necesidad de hacer esfuerzos por que se le escuche.

Tras que el Juez se calle el portavoz del jurado se levanta. Han elegido como representante al más mayor de ellos, es un anciano que por su aspecto a Evaristo le parece que hace tiempo que lo lleva ya siendo, estima que ha pasado los 70 años sin problema. Desde donde está sentado puede ver como le tiembla la mano que sujeta la hoja de papel donde aparentemente tiene escrito el resultado de las deliberaciones. Tras aclararse la voz con un par de carraspeos, empieza a hablar, y Evaristo cruza a la vez los dedos de sus ambas manos, como intentando a través de ese gesto influir en la decisión del destino.

En la sala puede que queden cuatro, pero son un número suficiente como para que de forma perceptible se escuche un “ooohhh” en signo de asombro, que Evaristo tampoco puede evitar que se le escape, y del que hasta el juez ha podido ver como ha participado. Nadie, ni siquiera los miembros del PML se esperaban este resultado. El Portavoz del Jurado se sienta, con una amplia sonrisa, signo del que acaba de cometer una travesura, y Juez retoma la palabra. 

Los miembros de la Patrulla Urbana que junto a la Milicia estaban esperando el resultado del juicio se levantan de sus sitios y hacen lo que el juez les ha dicho. Uno a uno, los miembros del PML son esposados y llevados en fila india a afuera de la sala.