Ha llegado el turno de la defensa, que el caprichoso azar ha querido que haya recaído en un abogado joven, muy joven. Es como si el destino supiese de antemano la poco necesidad de su defensa, y hubiera elegido más a un sparring que a un auténtico abogado. A simple vista a Evaristo le parece que es la primera vez que va a participar de abogado en un juicio, se lo nota en la forma de moverse, es sus gestos, está nervioso y cualquiera que lo mire más de tres segundos es capaz de notarlo. Cualquiera que no supiese que tanto la acusación como la defensa son elegidos en un sorteo público, hoy estaría convencido de que ha habido tongo y le han endiñado a la defensa el peor abogado que había en el turno de oficio.
Durante su camino a donde está situado el jurado ha tropezado por culpa de los cordones de sus zapatos que hasta entonces estaban desabrochados, ya cualquier gesto que hace, desprende un aire cómico que no encaja con la atmósfera lúgubre que el juicio. Algunos incluso se atrevieron a reírse cuando lo vieron tropezar, Evaristo fue uno de ellos.Ya con los cordones abrochados, pero con el mismo nerviosismo con el que se levanto de su asiento por fin para su deambular por la sala, y de forma tímida pero resoluta empieza a dirigirse a sala:
- Defensa: ¿Saben que hoy es mi primer juicio? no lo sabían pero seguro que se lo habían imaginado. Llevo media vida esperando este momento, largas horas delante de los libros estudiando, tardes enteras en la universidad pudiendo hacer como hacen muchos, dedicarme a cualquier otra cosa en el mundo, como por ejemplo aprender a pescar. Pero tengo un problema, y mi problema es que yo siempre he querido ser abogado. Imagínense mi cara cuando me enteré de que el bombo había elegido mi número de colegiado para representar a los miembros del PML en este juicio. Tanto estudiar, prepararme, para llegar de defensor a un juicio en el que ya está la sentencia dictada de antemano. Creanme cuando les digo que lo primero que pensé fue no venir, inventarme cualquier excusa, hacer lo que hacen los desertores en las guerras y autolesionarme para evitar a venir a lo que para mi no era más que una humillación. Pero luego pensé que todos teníamos derecho a ser defendidos, que sin una defensa real y efectiva nadie puede ser condenado a ir a la cárcel. Por eso al final vine, y por eso ahora estoy aquí, por el mismo respeto a mi profesión que me hizo repudiar al principio mi elección, y que ahora me hace estar aquí hablando.
Ha parado de hablar, se dirige de nuevo a su mesa, y sin sentarse bebe agua del vaso que estaba enfrente de donde estaba sentado. Y cuando acaba sigue.
- Defensa: Ya han oído todos los cargos de la acusación. Ya han oído del acuerdo previo al juicio, todos mis defendidos van a sufrir las mismas penas. Han aceptado ser condenados en grupo y no individualmente por cada una de sus individualizadas fechorías. Por eso yo no voy a hablar de delitos ustedes como yo coincidirán de que ya a nadie le importan. Todos hemos decidido que mis representados van a cumplir la máxima condena que había fijado para ellos el acuerdo de paz. Todos sabíamos lo que iba a pasar, y aun así ustedes han venido al igual que yo decidí venir. Van a ser condenados sin excepción a 10 años de cárcel cada uno de los que están sentados en el banquillo de los acusados. Y todo lo que pase que no sea eso será una sorpresa, algo que nadie se esperaba, al igual que nadie se esperaba los dos miembros del PML muertos el día que se hizo efectivo el acuerdo de paz. Yo no les voy a mentir, no tengo ninguna necesidad de hacerlo, yo vote que Sí al acuerdo de paz, soy un convencido pacifista, de esos que piensan que la paz no tiene precio, pero también sabía que iba a salir cara. Por eso yo vengo a pedirles que le bajemos el precio, ya han muerto dos miembros del PML y si seguimos siendo inflexibles, aplicando la ley de los vencedores sobre los vencidos, quien sabe cuando de verdad se alcanzará la paz entre nuestras comunidades. Todos sabemos que lo que se han cometido no han sido crímenes a sangre fría, que mis defendidos no son asesinos o ladrones, que ellos los que estaban librando era una guerra, la misma guerra que hace poco más de dos semanas mató a dos más de sus compañeros. Mi propuesta es sencilla, enterremos de verdad el hacha de guerra y demostremos que queremos vivir de una vez y para todas juntos reduciendo a la mitad la condena, que sean cinco años en lugar de 10, que la historia recoja este momento histórico como lo que es, una reconciliación entre dos formas de pensar distintas y no como la victoria de una sobre la otra. En mi opinión, no habrá mejor forma de demostrar a ese lobo solitario que atento contra el proceso de paz, y a todos aquellos que piensan como él, que ya vale de enfrentamiento, que ya vale de rencor, que ha llegado la hora de que convivamos todos en paz. Sería un bonito broche final a todo lo que está pasando, y estoy convencido de que ayudaría a evitar cualquier venganza por culpa de lo que ha sucedido, y si aun así pasase sería sin ningún tipo de justificación. Sorprendan a todos los que hemos venido, imagínense que la vida estuviese marcada por su destino, muy pocos querrían vivirla, hagan lo mismo con este proceso y no den por hecho lo que puede cambiarse con el mero gesto de un voto.
Y como si fuera un nuevo hombre el abogado defensor se dirige de nuevo a su sitio, pero esta vez Evaristo se asombra de como todos sus gestos de nerviosismo han desaparecido, se han quedado en el discurso. Ha Evaristo le parece haber escuchado por primera vez algo desde que está en la sala que no le haya hecho sentir nausea, le parece que a alguien por fin se le ha ocurrido dotar de sentido a lo que está pasando.