No ha invitado a nadie más, se trata de una cena en la que dos amigos deben de ponerse al día, y para eso lo mejor es que no se rompa la confianza mutua por la interferencia de un tercer observador que no la tenga.
Ha preparado lo de siempre que viene alguien a cenar a su casa, algo de ensalada, sigue con la intención de seguir con la estricta dieta que le impide comer animales muertos, excepto aquellos que respiren y vivan bajo el agua. En la cultura hindú la dieta también es una cuestión de castas, y las castas superiores presumen de su estricta dieta vegetariana como un signo más de su superioridad ética y moral, algo que los distingue todavía más de las castas inferiores que no saben retener o contener sus impulsos. Evaristo está siguiendo su ejemplo.
Con Ricardo, Evaristo evita todas las formalidades que sigue cuando queda a solas con Julia, lamentablemente para él eso sólo ha sido una ocasión y casi le dan con una piedra, la mesa todavía no ha sido puesta, la pondrá cuando venga Ricardo al que obligará a ayudarle a ponerla, tampoco ha cuidado de ningún otro detalle, son amigos de toda la vida y por lo que no les hace falta a ninguno de los dos disimular.
Evaristo ha decidido no hacer más caso de la votación hasta que no llegue Ricardo, total, cuando ese momento llegue seguramente se convierta en la estrella de la discusión entre ambos, aunque seguramente habrá más temas de conversación, como Julia o la manifiesta desconfianza entre ambos. Por eso se relaja, como de costumbre cuando tiene un rato libre y no sabe en que invertir la media hora o veinte minutos que se ha quedado con los brazos cruzados, jugando a la ajedrez. La ajedrez se ha convertido en su test psicológico y físico, a través de ella es capaz de medir de forma objetiva lo cansado que está, o como de preocupado, enfadado, en una palabra distraído está con eso que ocupa sus pensamientos, si ve sus fichas volar por movimientos tontos, si las deja descubiertas sin protección, si su dama cae pronto, eso se traduce en que está tocado. Las conclusiones que obtiene luego las extrapola al resto de tareas, si durante clase tuvo que escribir algo y ese día perdió tontamente alguno partida, dice a saber lo que haya puesto, y viceversa, si gana, está más convencido de que aquello que escribió era más correcto.
La partida transcurre con toda la normalidad del mundo, Evaristo se enroca en cuento puede, es un movimiento que parece estar destinado a una emergencia, pero que Evaristo utiliza como una forma de sentirse más seguro, el resto es mover peones, tras unas cuantas partidas, se ha dado cuenta de que la pieza con menos capacidad ofensiva es la más importante, si eres capaz de mantenerlos protegidos, si eras capaz de que exista equilibrio en su avance, serán capaces de incordiar a tu enemigo y a la vez defender el resto de piezas más importantes, las cuales sólo tienen que esperar al fallo de tu rival. Evaristo no sabe de estrategias, de tácticas, todo lo que aprendió de la ajedrez es a mover las piezas. Cuando llama Ricardo a la puerta, abre sin dejar de mirar al tablero representado en su móvil, y vuelve al sofá donde hasta ahora estaba jugando. Hasta que descubre que Ricardo está en la puerta del salón mirándolo, ha tenido que toser de forma brusca y premeditada para llamar su atención y que se entere de que había llegado.
- Evaristo: ¡Ricardo! Estoy echando una partida de ajedrez con el móvil, haciendo tiempo mientras llegabas.
- Ricardo: Ya te veo, ya. Que sepas que vengo con hambre.
- Evaristo: Espera que acabe la partida, que esta tiene pinta de ir a cortar mi racha de derrotas.
Otra vez la confianza. Ricardo se sienta pacientemente en el sofá, y hace los mismo que está haciendo Evaristo, entretenerse con su móvil. Ambos en silencio. Pasan 10 minutos para que Evaristo por fin acabe la partida, que igualmente acaba perdiendo.
- Evaristo: ¿Qué haces?
- Ricardo: Ahora soy yo el que juega al móvil.
- Evaristo: Voy a por la cena y a poner la mesa mientras acabas.
No puede llamarle la atención después de tenerlo esperando, y hace lo que ha dicho iba a hacer. Pone la mesa, y sirve los platos, para entonces Ricardo parece haber acabado justo a tiempo la partida.
- Ricardo: Tiene buena pinta.
- Evaristo: Pues vamos a cenar.
Y mientras ambos empiezan la cena Ricardo abre la lata de la conversación que Evaristo inevitablemente tendrían.
- Ricardo: Me tienes contento. ¿Tu sabes en el lío que te has metido y sin decirme nada?
- Evaristo: No queria preocuparte.
- Ricardo: Da igual que no me lo cuentes, porque al final me iba a acabar enterando. Si lo sabe todo el mundo.
- Evaristo: Sabía que te ibas a enterar.
- Ricardo: He visto la pintada que hay delante de tu casa, y creo que es por ti.
- Evaristo: Yo también lo creo.
- Ricardo: Venga cuéntame, ¿o te lo tengo que sacar yo todo con sacacorchos?
- Evaristo: Ayer me encontré las ruedas de la bici también pinchadas y me tuve que volver a casa andado del trabajo.
- Ricardo: No te puedes fiar de nadie.
- Evaristo: Lo sé.
- Ricardo: Y eso es justo lo que te paso conmigo.
- Evaristo: ¿Has votado?
- Ricardo: No, quería esperar a que me contases de que iba todo.
- Evaristo: Ya lo sabes. En la paz con el PML. Lo peor de todo es que no está dividiendo. Venga se sincero conmigo y dime que vas a votar.
- Ricardo: Que sí. ¿Has visto como están los blogs de noticias en internet?
- Evaristo: No, pero hoy un bloguero me ha hecho una entrevista, mañana sale.
- Ricardo: Pues hay de todo unos te ponen verde, otros no, unos quieren la paz, y a otros le parece todo un engaño.
- Evaristo: Estoy deseando que se acaba, y queda casi un mes.
- Ricardo: Cambiemos de tema anda, que te veo cansado. ¿Y con Julia que tal?
Parece que los amigos finalmente se reconcilian durante la velada, aunque eso no significa que Evaristo pierda su nueva fobia a la humanidad, que parece afianzarse cada día más y más.