A tres días de que la votación empezase ya no queda nadie que de una forma o de otra se haya enterado, Evaristo se ha dado cuenta por la forma en que su teléfono móvil echa humo. Ya no le es posible esconder por más tiempo lo que le pasa a aquellos que le rodean, es decir, obligatoriamente tiene que ver a Ricardo sino quiere que su amistad se deteriore de forma irreversible, pero antes, contesta a los mensajes que desde hace días lleva sin contestar. Lo hace mientras se come el bocadillo en el descanso de su trabajo, hoy ha pasado la mañana haciendo queso con la leche de las cabras que hace unos pocos días ordeño, casualidades de la vida el bocadillo que hoy trajo de casa también es de queso. No le importa ausentarse de la conversación entre Martín y Mario, hace tiempo que vive ausente de casi todos aquellos que le rodean, sólo que antes se esforzaba en fingir que no lo estaba. No sabe que excusa ponerle ha Ricardo para explicar la desidia en mantener su antes estrecha relación de amistad, por lo que decide que lo mejor es no poner ninguna y proponerle directamente quedar esta noche juntos para cenar en casa. Sorprendentemente, Ricardo no tarda más de un minuto en contestar y aceptar su oferta.


El resto de la mañana pasa rápido, Evaristo es capaz de olvidarse de todo durante su trabajo en la granja, puede decir sin temor a equivocarse, que cuando el trabajo no es excesivamente duro, disfruta de lo que hace. Es la medicina perfecta contra la pintada que le recuerda cada mañana lo que una parte, violenta, de la población piensa de él. Al salir del trabajo hoy la bici está en perfectas condiciones, y está agradecido de ello porque eso significa que hoy no tendrá ningún problema en ir a clase. Por lo que directamente después de trabajar va a la universidad.


Todo mundo parece reconocerle mientras camina por sus pasillos, él intenta mantener la mirada recta, no fijar la mirada en nadie, no quiere más amigos de los que ya tiene, sobre todo no quiere más amigos en los que no pueda confiar. Sufre de desconfianza en todos aquellos en los que lo rodean, sabe y entiende perfectamente en eso en que se ha convertido, es una especie de estrella de rock pero sin banda, y cuanto más famoso es más esfuerzo van a ponerle en hacerle daño. Su imagen está adherida a la idea del voto por la paz, si son capaz de hacerle daño a él, serán capaz de hacerle daño a su causa. Pero no le es posible pasar desapercibido durante mucho tiempo, y en cuanto se sienta en su pupitre de clase la falta de movimiento hace que se convierta en un objetivo perfecto para todos aquellos que quieran dispararle. Apenas pasan unos segundos sentado, con la cabeza sumergida en su portátil, los cascos puestos, cuando una mano le golpea el hombre repetidamente reclamando su atención, los primeros golpes los ignora, pero es imposible seguir ignorando el resto, se siente como un Rey que se ha quedado sin movimientos dentro de un tablero de ajedrez y lo único que le queda es aceptar su suerte. Por lo que obligado levanta la mirada de donde la tenía, al igual que se quita los cascos, y atiende a ese que con tanta insistencia reclama su atención.

Y antes de que Evaristo pueda responder aparece el profesor por la puerta, lo que necesariamente provoca que la conversación se interrumpa, aunque antes el bloguero se despide.

Evaristo desde ese momento se pasa maquinando en su cabeza que es lo que va a contestarle, así que esto impide que pueda atender con plenas facultades a las explicaciones del profesor. La clase de hora y media pasa rápido, por lo que de nuevo, esta vez de forma esperada aparece el bloguero al lado de Evaristo.

La jornada pasa igual de rápido y sin que a Evaristo le de tiempo a levantarse el pupitre aparece por tercera vez el bloguero.

Y el bloguero orgulloso entre en su blog para enseñárselo a Evaristo. El que mira con cara de no entender muy bien lo que está pasando a la pantalla.