Casi que hubiera preferido otra nota en el bolsillo, esa piedra entrando por la ventana en mitad de su velada con Julia le hizo sentirse acosado, perseguido, porque el último reducto donde su intimidad se cobija y desarrolla había sido atacado. Sabían donde vivía, y alguien no había tenido ningún reparo en demostrárselo.
Como siempre ha llegado puntual a la cita, aun quedan 5 minutos para la hora que ponía la nota, y los está intentando aprovechar para eliminar toda señal de malestar, trata de relajarse mientras apura la bolsa de frutos secos que tiene en sus manos, sabe que el resentimiento por culpa de la piedra no va ser un buen consejero durante su conversación con Gloria, le hubiera gustado más un mensaje en el móvil, o un correo electrónico en su bandeja de entrada, pero el PML es una organización alegal y tiene sus propios métodos. Mientras mastica los frutos secos se regodea recordando los ojos de Julia, ya puede pasar Gloria por delante suya porque no va a ser capaz de verla. Y es justo lo que pasa, Gloria camina hacía donde está esperándola Evaristo sin que éste se haya dado cuenta, cuando está a escasos centímetros de él, le saluda, y Evaristo pone cara de aquel que ha sido despertado de un sueño.
- Gloria: ¿Evaristo?
- Evaristo: Gloria, disculpa estaba pensando en mis cosas. Has llegado tan puntual como siempre.
- Gloria: Igual que tu. ¿Caminamos igual que la última vez mientras charlamos?
- Evaristo: Me parece una buena idea.
- Gloria: Voy a ser sincera contigo, sé que has ido a la Milicia y que vais a someter a votación la propuesta de paz.
- Evaristo: Gracias, me ahorras el tener que contártelo, y de paso no escondes, de hechos haces gala, de tus contactos o informadores. Pues vayamos directamente al grano, creo que lo que nos tenéis que ofrecer son los términos para que entreguéis las armas.
- Gloria: Eso es justo lo que traigo en este sobre.
Evaristo mira hacía el sobre con mirada incrédula, juraría que no ha hablado con nadie sobre esto, que la idea se había quedado en una protoidea. Lo más rápido que puede se recupera del golpe que le ha propiciado la visión del sobre.
- Evaristo: Parece que me lees los pensamientos.
- Gloria: Es el siguiente paso lógico. Échales un vistazo tranquilo en casa, y en un par de días volvemos a vernos en la misma hora y en mismo sitio. No lo abras ahora.
- Evaristo: Perfecto, haré como me dices. Pero no te vayas todavía, hay más cosas Gloria, los de la Milicia quieren que des la cara, más o menos esas han sido sus palabras textuales.
- Gloria: ¿Cómo que de la cara?
- Evaristo: Sí, que digas quien eres, que te ofrezcas como garantía de que representas al PML.
- Gloria: Evaristo, ahora mismo ya saben quién soy, ¿o te esperas que nadie va a seguirte después de lo que has contado?
- Evaristo: Ya lo sé. Pero siempre podemos mentir ambos y decir que lo que nos une es nuestra pasión por la filatelia. Pero tienen razón Gloria, necesitamos algo para creerte, he pedido una tregua, un alto el fuego mientras duren las negociaciones, pero mientras no haya una garantía solida la Milicia no va hacer caso.
- Gloria: Volvemos a vernos en dos días, ten en cuenta que yo ya me estoy arriesgando, a partir de hoy voy a tener a los tuyos siempre pisándome los talones, créeme cuando te digo que voy hacer todo lo posible porque haya paz. Voy a pensar en lo que me has dicho, y lo hablamos cuando volvamos a vernos. Guárdate bien el sobre.
- Evaristo: Descuida.
- Gloria: Una última cosa, tu también deberías andarte con ojo, hay mucha gente en ambos bandos que no piensa como nosotros y están deseando matarse, para ellos la paz no es más que un impedimento para no poder hacerlo. No te fíes de nadie.
- Evaristo: Hace tiempo que no lo hago. Nos vemos en dos días a la misma hora en el mismo sitio.
Le quema el sobre en el bolsillo, de vez en cuando lo saca y lo mira por unos segundos, para después guardarlo rápidamente y mirar con recelo a todo su alrededor para comprobar que nadie le ha visto hacerlo. Camina tan rápido como puede, tanto que va adelantando a todo el mundo por la calle, algunos se le quedan mirando con cara extraña, pero a Evaristo lo único que le importa ahora es llegar a casa lo antes que pueda y el abrir el sobre. Pero el azar le juega una mala pasada y cuando le quedan escasos metros para llegar a su casa se cruza con Ricardo, su mejor amigo, ese que lleva un tiempo sin ver por culpa de la falta de tiempo. De lo primero que se da cuenta al verlo es que ya no es el mismo que se despidió de él la última vez que lo vio. Antes le hubiera contado corriendo a donde iba y lo que llevaba en el bolsillo, ahora se apresura a buscar corriendo una excusa que lo ayude a quitárselo del medio cuanto antes sin que sospeche nada de lo que está pasando.
- Ricardo: ¿Dónde es el fuego?, ¿te echo una mano trayendo cubos?
- Evaristo: Ricardo, disculpa que llevo prisa, nos están saturando a trabajos en la universidad, mañana tengo que entregar uno y no he empezado con las horas que son.
- Ricardo: No te entretengo entonces. Oye de todas formas a ver si nos vemos, que ni escribes, ni quedamos, y estás de lo más raro.
- Evaristo: Raro no, liado, muy liado. Claro, escríbeme algo al móvil y hacemos algo. Me voy corriendo.
- Ricardo: Corre, corre…
Y dejándole con la última palabra en la boca Evaristo sigue su camino a toda velocidad. De los nervios apenas acierta a colocar el ojo en el láser de retina con el abre la puerta de su casa, tiene que aguantar la respiración para parar los temblores que están impidiendo que lo identifique, hasta que al final lo consigue y la puerta se abre. Ya al otro lado del umbral, hace el sobre que envuelve la carta pedazos, no tiene tiempo para entretenerse en abrirlo con delicadeza, y por fin empieza a leer lo que con tanta ansia estaba deseando.