Todo acaba, incluso aquello insufrible que parece que nunca va a acabar. Con las rodillas rotas y la espalda molida está delante del portátil descargando información de internet para seguir con sus estudios de medicina. Hay veces que los párpados parecen poseídos de un peso insufrible y se le cierran, teniendo que hacer un esfuerzo inhumano para mantenerlos abiertos. De vez en cuando se le cruzan imágenes de hoy en el trabajo, la que más, la bolsa de fresas que hoy presumía en llevarse a su casa Mario. Esa aparente tontería, el llevarse una bolsa cargadas de fresas, está llena de implicaciones morales, ¿por qué robar comida que es de todos?, ¿por qué robar comida si tienes asegurada ya la que necesitas?, Evaristo cuando la vio se reía, pero eso no significa que no le haya molestado. No quiere pensar más en eso.

Sigue esperando impacientemente la visita de Julia, no es tanto la necesidad de descargar apuntes de medicina lo que lo mantiene despierto, sino el saber que de un momento a otro ella llamará al timbre. Las horas, los minutos, los segundos pasan despacio, el mirar insistentemente al reloj tiene justo el efecto contrario del deseado, ralentiza el paso del tiempo en vez de acelerarlo. Pero al final, al igual que la dura y calurosa mañana agachado cogiendo fresas terminó también en la tarde Julia acaba llamando a la puerta de su casa. Como siempre se levanta de forma súbita de su silla, a la carrera descuelga el telefonillo y fija su mirada en su pantalla mientras apacigua todo lo que puede su respiración para evitar desvelar que está observando, hoy también, a pesar de esperar su llegada, hay sorpresa, Julia ha venido acompañada de Ricardo. No sabe si sentirse celoso o contento por ver al que hasta la fecha es su mejor amigo. Sin decir una palabra pulsa el botón que abre la puerta de abajo, y ve como ambos abren la puerta y pasan a su edificio, luego abre la puerta de entrada a su casa, y hoy el tiempo que ayer aprovechó en quitarse el pijama lo utiliza en preparar tres vasos de zumo de naranja que ya tenía listo para la llegada de Julia y una fuente llena de patatas fritas, hoy después de ducharse al llegar del trabajo se puso directamente sus vaqueros y camiseta.

Los espera haciéndose el despreocupado descargando más información de su portátil, pero es todo pose, casi no le ha dado tiempo a sentarse delante de la pantalla cuando llegan a su salón.

Evaristo les señala a la fuente de patatas fritas y a los tres vasos de zumo a la vez que pone la mejor de sus sonrisas. Julia y Ricardo responden con otra sonrisa, cogen cada uno su vaso y se sientan en la mesa donde los estaba esperando sentado Evaristo.

Evaristo, intuye porque lo ha hecho, puede que sea también por eso, pero no puede evitar pensar en que tantas visitas sola al final acaben con su amistad.

Julia para a propósito, se echa un puñado de patatas a la boca, y cuando acaba de masticarlas y tragarlas coge el vaso de zumo y le da un trago, mientras Ricardo y Evaristo la miran con cara de incredulidad, los ha dejado con la miel en los labios.