…y es bien alta, no se exactamente cuantos metros medirá, pero es por lo menos seis o siete personas una encima de la otra de alta. Una vez nos abren la puerta, no salgo de mi asombro, conforme camino por el interior del campamento me voy cuenta de como nos superan en todo, tienen mucha mas gente, no sé, 100 personas o más puede que estén viviendo dentro de esa muralla, huertos, vi tomateras, gente recolectando sus propias patatas, sus propios animales, cerdos, gallinas, y lo mejor de todo, paneles solares, tienen electricidad. Eso si, no parecen tener cara de muchos amigos, yo sentí su odio conforme entré, todo el mundo miraba mal. El caso, tras algunos metros caminando por dentro del poblado me meten dentro de una cabaña, la cabaña era algo poco elaborado, por ejemplo la ventana no tenía cristales, y tampoco era muy grande, pero al menos tienen una casa. Ya allí, me hacen sentarme en una de las sillas que tiene una mesa, y me dicen los dos con los que había ido todo el camino que los espere. Al rato vuelven, pero no lo hacen solos, lo hacen acompañados de un tercero que no había visto antes, éste es mayor que ellos, rozará los 50 tacos, pero se nota que son amigos sólo por su aspecto, os digo que somos más limpios que ellos. Se sientan en la mesa conmigo, una en cada una de las tres sillas que antes estaban vacías en la mesa, yo estoy cortadísimo, no hablo, así que los que rompen el hielo son ellos, concretamente el nuevo. Casi estoy a punto de liarla, es oírlo hablar y me muero de ganas de reírme por culpa de su voz de pito, pero me aguanto, cuando me centro, el individuo me está contando que quiere que seamos amigos, y que para que podamos ser amigos le tenemos que dar la mitad todos los días de lo que recolectemos o cacemos, y no sólo eso, mañana, uno de nosotros va a tener que ir a trabajar a su campamento para echarles una mano con el huerto, los animales…Ya sé, ya sé, no me miréis así, ¿qué podía haber hecho?, la idea era salir de allí corriendo con Vanesa, y si para eso tenía que decir a todo que sí, pues a todo que sí se decía. Lo demás tampoco es tan importante, salvo que no se nos olvide que nos están espiando constantemente, se saben nuestros nombres, y me temo que eso incluye todo lo que hacemos y no hacemos. Os juro que me tuve que retener todo lo que pude por no saltar a la mesa y estrangularlo. Luego trajeron a Vanesa, nos dieron algo de comida, nos dejaron salir del campamento y aquí estamos los dos, deseando volver a estar con vosotros alrededor del fuego una noche más. Van a por nosotros, nos van a convertir en sus esclavos, yo no me atreví a decir que no, pero deberíamos empezar a encontrar alguna forma de hacerlo antes de que nos empiecen a pedir más y más cosas, porque estoy seguro de que cada vez va a ser peor, y vete tu a saber hasta donde puedan llegar.
Cuando acaba de hablar todos lo están mirando fijamente, en sus caras lo único que hay es preocupación y odio, sobre todo odio. Supone que son un espejo de la que él debe de tener ahora mismo. Hay un pequeño paréntesis, en el que se entretiene jugando con la mano de Julia, de la que no se ha separado desde que llego. Al final, es ella la que habla.
- Julia: No te preocupes, todos en tu lugar hubiéramos hecho lo mismo. Yo también les hubiera dicho que sí. Sería estúpido pensar que te habían llevado a negociar algo cuando tenían a Vanesa secuestrada.
- Jacinto: Esa la verdad, nos están chantajeando. A mi me preocupa especialmente lo que has dicho de que nos están espiando. Otros como los alienígenas.
- Ernesto: Cuidado, que esta vez ya no hay gotas de sangre que valgan. Lo digo, porque si saben tanto de nosotros es porque a alguno se le ha ido la lengua.
- Leonardo: La psicosis se extiende como la pólvora por el grupo.
En este momento su mirada empieza a cruzarse con cada uno de los miembros del campamento, todos empiezan a lanzarse cuchillos con los ojos, lo que hasta hace un instante era todo amor y amistad se está transformando en un ambiente insoportable, las palabras de Leonardo ha calado hondo y rápidamente. Lo único que ahora lo salva del abismo es el calor de la mano de Julia.
- Susana: Tenemos un espía.
- Tristan: Pero que triste…
- Estela: La solución es sencilla, podemos hacer grupos de tres, de los que nunca nadie se podrá separar, los otros dos siempre vigilaran de uno, y así constantemente.
- Evaristo: Yo no veo mejor solución, de alguna forma tenemos que acabar con el traspaso de información al enemigo. Si nos queremos defender algún día tendremos que pasar al ataque, y va ser imposible ganar si cuando ese día llegue están prevenidos.
- Julia: Esperar, antes de hacer los grupos y dar rienda suelta a nuestra psicosis como bien la ha nombrado Leonardo, hay otra cosa que a mi me parece muy raro y que no me importa comentar delante de todo el grupo. Esa gente vive en un campamento con una muralla de madera, esa muralla de madera no es capaz de parar un platillo volante como tampoco iba a ser capaz de pararlo la atmósfera de cristal de la estación espacial de Marte. A mi lo que me parece es que esa muralla de madera no está diseñada para parar a los extraterrestres, esa muralla de madera tiene la única finalidad de parar al resto de humanos. Pensarlo detenidamente, no tiene ningún sentido, y más sabiendo como sabemos, que hace cuatro días nos cruzamos con un alienígena por el bosque.
Julia lo acaba de dejar roto, sabe a lo que se refiere, sabe lo que está pensando.