Se han pasado el camino hablando y eso le ha tranquilizado, Vanesa está bien, conforme salieron por la puerta del campamento donde la tuvieron retenida empezó a sonreír. A él le pasó exactamente lo mismo, fue salir por la puerta y recuperar esa sensación de libertad, a pocos pasos de ella ya ni se acordaba de las ganas que tenía de matar a Enrique, todo lo que sentía era felicidad ir de vuelta a casa junto a ella.
Ellos, a diferencia de sus vecinos, han preferido un campamento discreto para evitar encuentros indeseables. En los últimos kilómetros ha tenido que esforzarse por recordar los recovecos que los llevasen a casa, y si todo ha ido bien, si la memoria no le ha jugado una mala pasada, justo en medio de la arboleda que tiene delante tienen que estar escondido sus amigos esperándolos. Están llegando justo a tiempo, antes de que la noche caiga completamente y haga caminar por el bosque una tarea imposible, de hecho por culpa de las prisas la última parte del camino Vanesa la ha hecho a su espalda, su zancada y su esfuerzo enseguida necesitaron ser complementadas por la ayuda de un adulto. En el medio de los arboles ya se puede distinguir una hilera de humo, eso sólo puede significar una cosa, ya están todos en casa y están preparando la cena.
Esquivando mata a mata, apartando rama a rama, al final consigue verlos, están todos sentados junto al fuego y lo que hay en él son varios conejos que por la pinta que tienen pronto van a estar a punto. Nadie se ha percatado de su llegada, charlan tranquilamente sobre algo que no es capaz de distinguir, decide salir como si nada de la maleza que lo oculta y caminar hasta ellos con una sonrisa de oreja a oreja. Como no, la primera persona que se da cuenta de que han llegado es Julia, que no pierde ni un segundo en salir a recibirlos, antes de que le de tiempo a decir nada ya lo está estrujando en un abrazo, esa es realmente su casa, por fin a llegado. Después de un rato se separan.

El resto también se ha levantado, pero en vez acercarse hasta ellos, los están esperando justo donde estaban. Todo el mundo les está sonriendo, pocas veces ha sentido ese sentimiento de grupo tan fuertemente como el que ahora está sintiendo. Mire a donde mire, todo el mundo está contento, vaya a donde vaya, todo el mundo quiere chocarle la mano y darle un abrazo. Pasa un buen rato hasta que todo se tranquiliza y vuelve cada uno a su sitio, es entonces cuando empiezan a contar su historia.