- Federica: ¡Ahhhhhh!
- Julia: ¡Qué haces Evaristo!, ¿estás loco?
Todo pasa en un instante, él no se ha movido después de haber cometido su precipitada acción. Se ha quedado mirando la consecuencia de su acto, esperando impaciente una respuesta. Que inevitablemente llega, y sorprende a todos menos a él. Comprueba que el grito de Federica no ha sido más que otro engaño, porque del boquete que le ha hecho en la cara, no ha salido ni una gota de sangre, lo único que puede verse es brillo metálico. El tenedor ni siquiera fue capaz de clavarse, dio con algo duro y salió repelido. Federica es un humanoide.
- Evaristo: ¡Lo sabía, no eres más que un espía de los alienígenas!
Se lo dice mientras la señala con su dedo indice acusatorio, a lo que Federica responde levantándose súbitamente de la cama e intentando huir por la puerta, a lo que Julia ni Evaristo hacen nada para impedirlo.
- Evaristo: Déjala que se vaya, da igual, es lo que menos importa ahora. Saben donde estamos, y lo que estamos haciendo, nos están vigilando, no están espiando, están utilizándonos.
- Julia: Corre, tenemos que decírselo al resto.
Que más quisiera él, correr, pero está tan débil que fue acabar sus palabras y sentarse en la cama donde antes estaba tumbada Federica.
- Evaristo: Espera, ¿dónde está el resto?
- Julia: El resto son Susana, Jacinto, y Antonio, no sé, quizás pescando, o descansando en la habitación, tenemos que buscarlos. ¡Venga! agárrate a mi hombro como antes.
Tras un largo suspiro se levanta, se agarra al hombro de Julia y comienza de nuevo a ser arrastrado por ella. Cuando salen de la habitación no hay ni rastro de Federica, se ha literalmente esfumado, la cuestión que ahora surge en su cabeza es hacía donde.
- Evaristo: Debemos tener ahora mucho cuidado, puede estar esperándonos en cualquier parte. Quien sabe si se ha armado y nos da un susto.
- Julia: Por eso justamente es por lo que tenemos que encontrar al resto.
Primero buscan en sus habitaciones, pero no están, luego van a la plaza, pero tampoco hay nadie. Al que primero encuentran es a Jacinto que está en el estanque pescando y que parece no sospechar absolutamente nada de lo que ha pasado cuando los ve.
- Jacinto: ¡Hombre Evaristo!, ¡que alegría me da de verte!
- Julia: Sabía que te encantaría aquí. ¿No habrás visto a Federica por un casual?
- Jacinto: ¿Yo? no, ¿por qué?
- Julia: Es un robot de los alienígenas, Evaristo le clavó un tenedor en la cara y no salió ni gota de sangre, todo lo que se vio fue metal, chapa brillante.
- Jacinto: Para con la broma.
- Evaristo: Es verdad, es un robot.
Su cara cambia por completo, Evaristo puede ver como de su rostro se apodera una expresión de espanto y horror a partes iguales. Sabe perfectamente lo que se le está pasando por la cabeza, Susana.
- Jacinto: Correr tenemos que encontrar a Susana.
- Julia: En su habitación ya hemos mirada y no está, ¿dónde está?, ¿lo sabes?
- Jacinto: A salido con Antonio a probar el arma de los alienígenas, eso es lo último que se de ella.
- Evaristo: Pues venga, vamos, ¿a qué estamos esperando?
Al menos ahora lo llevan dos, eso le conforta, ya no es sólo la carga de Julia, su peso se reparte a partes iguales entre los dos. Casi ni se le nota la flojera en las piernas, camina como si la gravedad hubiera dejado de ejercer su atracción sobre él. Es transportado a todo velocidad y no tiene que hacer el más mínimo esfuerzo.
Salen de la cueva, el sol que en esos momentos brilla le hace entrecerrar levemente los ojos, lleva un día entero sin ver luz natural y eso sus pupilas lo notan. En cambio sus pulmones agradecen volver a respirar el aire fresco del campo. En seguida de estar fuera, empieza a escuchar explosiones.
- Evaristo: ¿Qué es eso?. ¿lo oís?
- Jacinto: Debe ser el arma.
- Julia: O eso, o han venido los alienígenas ya a por nosotros.
- Evaristo: Vamos, pero vamos con cuidado.
Conforme más se acercan a la fuente del ruido, las explosiones se escuchan más fuerte. Al fin, a lo lejos puede distinguir la figura de Susana y Antonio, tienen el arma apoyada en una roca, los han pillado en plena prueba, no se han percatado todavía de su presencia. Puede ver como Antonio se agacha, apunta con el arma extraterrestre y de un disparo parte un árbol en dos. Para su alivio, Jacinto empieza a gritarles.
- Jacinto: ¡Parar, parar! no vaya a ser que nos tiréis un árbol encima o nos deis un tiro.
Gracias a Jacinto los han visto. Antonio ha dejado de dar disparos, y tanto él como Susana se acercan a recibirlos.
- Antonio: ¿Habéis visto eso?, ¿habéis visto la fuerza que tienen el arma? De un disparo es capaz de partir un árbol por la mitad.
- Jacinto: Pues claro que lo hemos visto, para no ver el rayo verde que sale del arma. Pero no estamos aquí por eso. Cuéntaselo tu Julia, porque yo no lo he visto.
- Julia: Francisca en realidad es un robot.
- Susana: Por favor, completa la información porque así de repente me cuesta creerte.
- Julia: Igual que a mi me ha pasado. Si no lo veo, no lo creo.
- Evaristo: Espera, que se lo cuento yo. Le he clavado un tenedor en la cara a Francisca, y se ha visto claramente que no había carne, el tenedor ha chocado con un trozo de metal.
- Antonio: Nos ha estado engañando todo el tiempo.
- Evaristo: Había algo en ella que no me cuadraba, el brillo de sus ojos no era humano, además, ¿cómo se iba haber escapado ella sola?, no tenía ni pies ni cabeza su historia. Por eso nos estaban esperando en la estación de servicio cuando fuimos a la comida. Eso es lo primero que pensé nada más que Julia me contara su historia, eso y lo que nos había contado antes Ernesto.
- Susana: ¿Y si ella no es la única?