Todo pasa en un instante, él no se ha movido después de haber cometido su precipitada acción. Se ha quedado mirando la consecuencia de su acto, esperando impaciente una respuesta. Que inevitablemente llega, y sorprende a todos menos a él. Comprueba que el grito de Federica no ha sido más que otro engaño, porque del boquete que le ha hecho en la cara, no ha salido ni una gota de sangre, lo único que puede verse es brillo metálico. El tenedor ni siquiera fue capaz de clavarse, dio con algo duro y salió repelido. Federica es un humanoide.

Se lo dice mientras la señala con su dedo indice acusatorio, a lo que Federica responde levantándose súbitamente de la cama e intentando huir por la puerta, a lo que Julia ni Evaristo hacen nada para impedirlo. 

Que más quisiera él, correr, pero está tan débil que fue acabar sus palabras y sentarse en la cama donde antes estaba tumbada Federica. 

Tras un largo suspiro se levanta, se agarra al hombro de Julia y comienza de nuevo a ser arrastrado por ella. Cuando salen de la habitación no hay ni rastro de Federica, se ha literalmente esfumado, la cuestión que ahora surge en su cabeza es hacía donde.

Primero buscan en sus habitaciones, pero no están, luego van a la plaza, pero tampoco hay nadie. Al que primero encuentran es a Jacinto que está en el estanque pescando y que parece no sospechar absolutamente nada de lo que ha pasado cuando los ve. 

Su cara cambia por completo, Evaristo puede ver como de su rostro se apodera una expresión de espanto y horror a partes iguales. Sabe perfectamente lo que se le está pasando por la cabeza, Susana.

Al menos ahora lo llevan dos, eso le conforta, ya no es sólo la carga de Julia, su peso se reparte a partes iguales entre los dos. Casi ni se le nota la flojera en las piernas, camina como si la gravedad hubiera dejado de ejercer su atracción sobre él. Es transportado a todo velocidad y no tiene que hacer el más mínimo esfuerzo.
Salen de la cueva, el sol que en esos momentos brilla le hace entrecerrar levemente los ojos, lleva un día entero sin ver luz natural y eso sus pupilas lo notan. En cambio sus pulmones agradecen volver a respirar el aire fresco del campo. En seguida de estar fuera, empieza a escuchar explosiones.

Conforme más se acercan a la fuente del ruido, las explosiones se escuchan más fuerte. Al fin, a lo lejos puede distinguir la figura de Susana y Antonio, tienen el arma apoyada en una roca, los han pillado en plena prueba, no se han percatado todavía de su presencia. Puede ver como Antonio se agacha, apunta con el arma extraterrestre y de un disparo parte un árbol en dos. Para su alivio, Jacinto empieza a gritarles.

Gracias a Jacinto los han visto. Antonio ha dejado de dar disparos, y tanto él como Susana se acercan a recibirlos.