Mientras lo sujeta Julia lo ata con maestría, se le nota toda la experiencia acumulada matando jabalís, en pocos segundos sus pies y manos ya no pueden moverse, ya tampoco grita, aunque en este caso nadie ha hecho nada para impedírselo. Todo lo que ahora hace es mostrar cierta cara de malestar, cree que es capaz de escucharlo rechinar los dientes, es la única forma que le queda de desahogarse.
- Julia: Venga, vamos a atarlo a un árbol que no pueda escaparse.
- Evaristo: Y luego habrá que avisar a todo el mundo.
- Julia: Y salir pintando de aquí lo antes posible, antes de que nadie se entere.
Pesa mucho, lo nota en cuanto hace el más mínimo esfuerzo por moverlo, y por la cara que ha puesto Julia al hacer lo mismo, duda que entre los dos sean capaces de levantarlo ni un milímetro.
- Evaristo: Mejor si simplemente lo arrastramos.
- Julia: Mejor, sí.
Tiran de él, y al hacerlo casi se les cae la tienda de campaña encima. Están armando escándalo, se da cuenta de como sigan así, no les va hacer falta despertar a nadie. Mientras lo arrastran Tristán levemente se queja emitiendo algún quejido de dolor, pero no le hace caso, ni tampoco Julia, su objetivo es llegar al árbol más cercano que tengan. Sin embargo, tanto quejarse al final lo hace hablar.
- Tristan: ¿Qué hacéis?, ¿qué hecho?, ¿por qué me estáis haciendo esto?
Al oírlo se miran Julia y él, y ambos poniendo mutuamente cara de desprecio consideran que lo mejor es no hacerle caso. Es increíble lo que se entienden, las palabras han quedado relegadas para los actos más complejos de comunicación, con que la mire a los ojos sabe lo que quiere decirle, y a Julia le tiene que pasar lo mismo porque tampoco se esfuerza en hablarle. Ambos lo ignoran, y lo ignoran hasta que llegan al árbol y lo atan a él. Ya no hace falta avisar a nadie, cuando por fin tienen a Tristán donde querían, uno a uno se han ido levantando por culpa del ruido, y cuando se giran tras hacer el último nudo, todos los del campamento están mirándolos con cara de no entender muy bien lo que está pasando, aunque el silencio con el que han observado lo que estaba pasando, le indica que algo se imaginan, Tristan es el espía que llevan tanto tiempo buscando.
- Ernesto: No hace falta que digáis nada.
- Jacinto: En verdad, nunca me callo muy bien.
- Estela: Yo tampoco lo he aguantado nunca, me alegro de que si ha sido alguien, haya sido él.
Una de las virtudes del ser humano es lo rápido que hace leña del árbol caído, de eso hace tiempo que se dio cuenta, y un día más se vuelve a confirmar. Pero él tampoco va a hacer nada para defenderlo, se le escapa una media sonrisa al oírlos y antes de contestar se mete la mano en el bolsillo para sacar la nota que justifica todo lo que está pasando. Pero ya no la tiene, se la ha tenido que dar Julia cuando se la enseño por última vez. Julia, que si que la tiene, ha tenido que hacer lo mismo, porque antes de decirle nada ya la tiene en la mano y la mueve en el aire como un trofeo mientras la enseña a todo el mundo.
- Julia: Aquí tenemos la prueba, es una notita que Evaristo le ha visto dejar debajo de una piedra en el bosque.
- Evaristo: Esa es la verdad. Lo vi salir de la tienda de campaña de madrugada, lo seguí por el bosque un rato, y luego lo vi como dejaba esa nota debajo de una piedra. Tenemos al espía.
- Susana: ¿Y que pone la nota?
- Julia: Esperar, que os la leo en alto para que así todo el mundo se entere: “Han conseguido otro arma y la tienen escondida en el bosque, tener cuidado”.
- Estela: A ver, a ver, que rule la nota por favor, que quiero leerla pero con mis propios ojitos.
- Jacinto: Y yo, y yo.
- Vanesa: Y yo, que puede que aún no sea mayor, pero es a mi a quien raptaron por culpa del que está atado al árbol.
Julia le da la nota ha Estela, que la lee en pocos segundos y la pasa, lo mismo hacen el resto de los del grupo. En seguida se da cuenta de que la nota ha hecho su efecto, todos parecen absolutamente convencidos de la culpabilidad de Tristán, menos el pobre de Tristán, que después de tratar de dar algunas explicaciones al principio, hace tiempo que parece resignado a que nadie le haga caso.
- Leonardo: Si no lo leo, no lo creo.
- Estela: No te vayas a poner sentimental ahora, si era un pesado.
- Jacinto: Que más da quien haya sido, lo importante es que vamos a hacer ahora.
- Julia: Pues salir corriendo todo lo rápido que podamos de aquí. Hay más cosas que no os hemos contado.
- Evaristo: Sospechamos que Enrique y los suyos quieren el hijo de Susana para entregarlo como comida a los alienígenas.
- Julia: Yo un día, hace tiempo, entré a la enfermería y vi a unas pocas embarazadas, y no he visto por allí ningún recién nacido. Vámonos corriendo antes de que sea más tarde, ya hemos pillado al chivato, ya no pueden utilizarlo para encontrarnos.
- Susana: Vámonos pero ya, yo no voy a darle mi hijo a nadie. Y menos para que otros se lo coman.
- Jacinto: ¿Y qué hacemos con nuestro amigo?
- Julia: Fácil, lo dejamos donde ahora está atado al árbol, y cuando mañana vengan los hombres de Enrique a pedirnos la mitad de la comida que hayamos conseguido, pues que se lo lleven.
- Evaristo: Efectivamente. Venga, no perdamos ni un segundo más, estoy deseando irme de aquí, no aguanto ni un día más viéndole la cara a Enrique.
Rápidamente todos están de acuerdo, y con sonrisas y bromas, el ambiente lúgubre que envolvía al grupo desde hace meses desaparece de forma mágica. Cuando lo tienen todo recogido, y empiezan la marcha, Julia a los pocos pasos se para súbitamente como si se hubiera olvidado algo.
- Julia: Esperar un momento, se me olvidaba un detalle.
Vuelve sobre sus pasos, saca la nota del bolsillo, la chupa y la pega en la frente de Tristán.
- Julia: Ale, ya está todo, ya podemos irnos.