En cuanto ve a la flecha salir se siente orgulloso de todo lo que ha mejorado, está casi cien por cien seguro de que va a impactar en su objetivo. Son sólo unos instantes lo que de todas formas le dura la incertidumbre, las flechas vuelan a toda velocidad y de forma precisa se acaban clavando en la cabeza de ambos alienígenas. Por su cuerpo recurre una gran sensación de alivio, por su parte ya han hecho el trabajo más duro, ahora sólo les queda liberar a los humanos que están encadenados en las tiendas de campaña. Pero para eso necesitan las llaves, por lo que se decide a ahorrarle a Julia el mal trago de tener que mancharse las manos con restos de alienígena, y se pone a rebuscar entre los restos de los dos alienígenas abatidos él que ya está embadurnado de la sustancia viscosa a la que quedan reducidos, desde que mató al primero de ellos arrastrándose y por la espalda. Da igual las veces que ya se haya pringado con ellos, porque siempre que lo hace, aun estando previamente manchado, sigue siendo igualmente de asqueroso, al buscar entre sus restos por un llavero se tiene que aguantar las náuseas, en cualquier momento parece que se va a acabar vomitando encima. Sin embargo no se vomita, y acaba encontrando lo que buscaba tras varias pasadas por los restos de los alienígenas palpando con su manos. De ellos acaba sacando un llavero, que todo apunta a que abrirá las cadenas de aquellos a los que han venido a liberar.
Por el tamaño de las tiendas de campañas, estima que cada uno de ellas podrá acumular a un total de siete humanos. Tampoco son muy altas, ningún adulto sería capaz de caminar erguido por ninguna de ellas, como mucho medirán un metro de alto. Además su forma es piramidal, por lo que en los extremos de la tienda de campaña todavía habrá menos espacio por el que poder moverse con libertad. Sin más preámbulos tras agarrar las llaves, se dirige con Julia a la que está más cerca de ellos, y tras mirarse mutuamente a los ojos, Julia le cede el honor de ser el que abra la cremallera. Poco a poco la desabrocha, en el fondo sintiendo miedo por lo que pueda encontrar al otro lado, piensa que a saber en que condiciones pueden estar las personas que haya retenidas dentro. La realidad se desvela ante sus ojos a la misma velocidad que la cremallera va descendiendo, lo que ves es a cinco personas, una pegada al lado de la otra, y unidas entre ellas por una cadena enganchada a sus tobillos, y por otra, que tienen enganchada a sus muñecas, así desde luego lo tienen muy complicado huir. Ninguna de ellas parece haberse percatado de su llegada, lo que de forma inmediata le confirma el éxito de la operación hasta ahora, sin embargo, eso les dura poco, porque enseguida ve como Julia empieza a removerlos uno a uno, a intentar despertarlos, con una de sus manos, mientras con la otra hace el típico y mundialmente conocido gesto del silencio con su dedo indice apoyado en su boca, a la vez que además emite el susurro que siempre acompaña a dicho gesto “shhhhh”, sonido que es lo único que rompe el silencio que había quedado tras la apertura de la cremallera. En seguida empiezan a responder a los bruscos movimientos de la mano de Julia, y pronto el primero de ellos se despierta, pero por el gesto de su cara no parece comprender nada de lo que está pasando, si ahora él o Julia le dicen que son unos fantasmas que vienen del futuro para avisarlos del peligro que corren sus vidas, seguro que se lo cree. Pero eso sería cruel e inhumano, por eso Julia enseguida y muy bajito empieza a contarles lo que está pasando.
- Julia: Tranquilos, tranquilos, hemos venido a rescataros, no os asustéis. Miras aquí tiene él las llaves para soltar la cadena.
Así varias veces tiene que repetirlo, conforme cada uno va abriendo los ojos con el mismo gesto de incredulidad. Pero él se da cuenta de que ya no hay mucho más tiempo que perder, y sin dar más explicaciones de las que ya ha dado Julia, empieza a abrir con las llaves que ha encontrado los cierres que los mantiene desposeídos de su libertad. Cuando ya están todos, tras haber pasado unos segundos que les ha servido para recuperar la conciencia, el gesto de su cara cambia, alguno hasta sonríe. Eso lo ánima a hablar, y se dirige a ellos por primera vez.
- Evaristo: Esperar todavía un poco más en la tienda de campaña, si vamos todos juntos a liberar al resto va ser más fácil que nos descubran. Cuando ya los tengamos a todos, vendremos o Julia o yo, y ya nos iremos todos juntos lo más rápido posible.
Todos parecen haberle entendido, nadie le discute ni una sola de sus palabras, asienten con caras de agradecidos, y sin decir nada más, Julia y él salen de la tienda de campaña hacía la que está al lado. Apenas han salido, cuando ve como como los cinco que acaban de liberar salen corriendo de la tienda de campaña en donde se supone tenían que esperarlos. Han salido en estampida, ha sido recuperar la libertad y ya sólo ser capaces de entender que harán todo lo posible por no perderla. Esto desajusta el plan completamente, porque ahora ellos tendrán que hacer los mismo. Ya no hay medias tintas, la próxima tienda de campaña la abre a toda prisa, y lo mismo hace con los candados que encadenan a los prisioneros que se encuentra, está vez lo único que les dice Julia cuando les ve abrir los ojos es “salir corriendo de aquí lo antes que podáis” y eso es lo que todo el mundo hace. Así una tienda de campaña tras otra, hasta que liberan a todos y son ellos los que salen corriendo.