Va detrás de Tristan intentando mantener las distancias, lo último que quiere es que lo vea. De todas formas son escasos metros los que los separan, y siempre procura esconderse detrás de algo cada ciertos pasos, como una forma de asegurar su avance y evitar que lo descubra, que si ahora una tienda de campaña, luego un simple arbusto, un poco después detrás de un árbol, se para y observa sigilosamente por donde va su presa. En pocos segundos salieron del campamento, es siete tiendas de campaña en circulo al estilo de los campamentos formados por las diligencias del Oeste Americano, y empezaron a adentrarse en la oscuridad del bosque. Sabe que es Tristan por la forma de su cuerpo, su estatura, su leve barriga que milagrosamente conserva a pesar de las privaciones a las que los somete el día a día, y además su forma inconfundible de andar, parece que va arrastrando los pies, su cuerpo rígido como un palo, todos símbolos de su falta de agilidad, algo que desde un primer momento lo ha excluido de la caza, y que tampoco le permite realizar la recolecta de frutos y otros vegetales con toda la eficiencia que debería. Siempre se había preguntado como alguien así, tan deficiente, tan poco dotado para sobrevivir, había logrado hacerlo hasta que encontró el grupo, esta noche ha encontrado la respuesta. Sin embargo, si no fuera por esos rasgos tan característicos suyos, no sería capaz de distinguirlo, la noche es cerrada, no hay apenas rastro del reflejo de los rayos de Sol en la Luna, y eso lo está obligando a acercarse a Tristan todo lo posible, tiene miedo de perder su rastro en cualquier momento y si eso pasa todo el duro trabajo de Julia y suyo no habrá servido para nada. El dolor de su pómulo, le ayuda a recordarle como de importante es no perderlo de vista.
Tampoco pasa mucho tiempo, ni se han adentrado muchos metros en el bosque cuando Tristan se para, reconoce perfectamente cada uno de los arboles que le rodean, por culpa de las amenazas y extorsión de Enrique y su grupo hace tiempo que no han movido ni un sólo palmo el campamento. Detrás de su último escondite, un árbol no excesivamente grueso que amenaza continuamente con delatar su presencia, hace todo lo posible por controlar sus nervios, nota como su respiración ya no es culpa de un acto reflejo regido por su subconsciente, ahora es un acto premeditado, consciente, en el que el número de bocanadas de aire por minuto está perfectamente calculada, así como su intensidad. Lo mismo le pasa con el resto de los miembros de su cuerpo, cada uno ha pasado a ser sostenido por un extra de tensión que evita cualquier movimiento descontrolado, hasta las puntas de las falanges de sus dedos están cargadas por culpa de la fuerza de sus músculos. Eso no le impide asomarse de vez en cuando a ver que es lo que está haciendo Tristán, y rápidamente volver a esconderse detrás de su árbol. Tiene la sensación de que lo ha pillado desde que salieron del campamento, su forma de mirar continuamente hacía atrás mientras caminaban por el bosque, y como lo sigue haciendo ahora lo delatan, mira continuamente a todos lados como intentando sorprender a algunos ojos indiscretos como los suyos. Así, mirando a todos lados, se tira un rato, pero finalmente, cuando parece seguro de que nadie lo está observando, ve como se agacha y levanta una piedra que debe de llevar en ese sitio siglos por su tamaño, y deja debajo algo, lo primero que piensa es que ese algo es la nota que Julia busca, y lo segundo que ha hecho gala de una fuerza extraordinaria para levantar esa piedra, por lo que esa debilidad física de la que siempre ha hecho gala puede que sea parte de su tapadera, su montaje, una forma más de esquivar toda sospecha sobre su conexión con Enrique y sus secuaces. Está convencido de que lo han pillado, de que ya tienen al espía gracias al cual habían logrado someterlos, eso le hace sonreír, aunque le dura poco el gesto en su cara, nada más hacerlo le duele el pómulo. Tras verlo dejar ese algo debajo de la monumental piedra, sigue observándolo impasible detrás del árbol, con el único y exclusivo propósito de esperar que se vaya. Eso pasa después de que Tristán de nuevo vuelve a mirar a todos lados, otra vez delatándose por culpa de su nerviosismo. De todas formas no tiene prisa por salir de su escondite, y decide seguir esperando detrás de él otro poco, hasta que tenga la más absoluta certeza de que Tristán no va a volver.
De forma inexplicable, vuelve a relajarse, la tensión de sus músculos desaparece y la respiración vuelve a ser una función vital a la que no hace falta hacerle caso. Esos signos orgánicos le indican que, ha llegado el momento de averiguar que es lo que ha dejado Tristán debajo de la piedra. Sale de su escondite ya completamente relajado, hace un buen rato que Tristen se fue, y no tiene pinta de que haya sospechado absolutamente nada de que lo hayan seguido. Cuando llega hasta la piedra que tiene que levantar, todavía parece más grande y más pesada, no sabe si va ser capaz de levantarla él solo, sin embargo tiene tantas ganas de saber que hay debajo que se lanza a por ella con todas sus fuerzas sin pensarlo ni un segundo más. Al hacerlo la piedra sale disparada, literalmente volando de donde estaba y se incrusta justo en los arbustos que hay a un lado, estaba hueca, en el fondo sabía que Tristan no podía fingir también. Lo que hay debajo es efectivamente una nota de papel, debidamente doblada y ligeramente manchada por culpa de la tierra. La coge, sopla sobre ella levemente para librarla de la tierra, y comienza a desdoblarla, aunque se imagina lo que pone, siente la misma emoción que el que acaba de descubrir un importante secreto.