Han pasado muchos días, lo sabe porque a Susana se le empieza a notar la barriga, está cada vez más gorda, sus pechos también son más abultados, apenas les queda ya tiempo y no han conseguido dar con el espía que se prometieron encontrar. Lo que ese día habló con Julia no lo compartió con nadie, decidieron que si querían tener la oportunidad de algún día encontrarlo no podían contarle nunca a nadie lo que sospechaban. Hasta el día de hoy, ha sospechado ya de todo el mundo, da igual los grupos de tres, da igual la confianza que se haya forjado durante días de convivencia en el campamento, el espía puede ser cualquiera. Además, su tarea de encontrarlo se está viendo enormemente dificultada por su ausencia casi continua, tanto él como Julia apenas paran en el campamento, el único momento que por allí paran es cuando duermen, luego se pasan el día trabajando como esclavos para Enrique y su cuadrilla. De hecho, duda si de verdad se está cumpliendo las normas de nunca dejar solo a nadie.
No obstante Julia tiene un plan, que han decidido ejecutar hoy. Cuando lleguen al campamento, después de un largo y duro día de trabajo, van a contarles que volviendo se han vuelto a cruzar con un alienígena, y que han vuelto a poner en práctica la táctica de clavarles un trozo de madera, habiendo matado otro alienígena y habiendo esta vez escondido el arma en medio del bosque para que Enrique y sus rufianes no se la robe.
- Julia: Ya no nos queda nada para llegar, ¿te acuerdas bien de lo que tenemos que decir?
- Evaristo: Sí pesada, perfectamente.
- Julia: A ver cuéntamelo listillo. Es que es muy importante, no vayamos a contar cosas diferentes y nos pillen, los dos tenemos que estás coordinados y nuestros relatos tienen que encajar.
- Evaristo: La historia es, volviendo de trabajar con nuestros vecinos los esclavistas, nos hemos vuelto a cruzar con un alienígena, nos a sorprendido cuando volvíamos por el camino apuntándonos por la espalda. No lo habíamos visto. En eso que se ha puesto a ponerme a mi las esposas, cuando tu, te has sacado la daga de madera que llevas escondida en la bota y se la has clavado cuando estaba distraído conmigo. Se ha vuelto a deshacer, y ha muerto. Le hemos robado el arma, y para que nadie nos la quita, y no puedan utilizarla contra nosotros, la hemos escondido en mitad del bosque. ¿Qué te parece?
- Julia: Pues mal, porque no se te ve muy convencido.
- Evaristo: Porque te lo estoy contando a ti, pero veras ahora cuando esté todo el mundo mirándome lo bien que actúo.
- Julia: Espera, que se me acaba de ocurrir otra cosa.
- Evaristo: ¿El qué se te ha…?
Julia no le deja acabar la frase, justo antes de acabarla le mete un puñetazo en la cara que casi lo tira al suelo. Está un poco conmocionado, no sabe bien que ha pasado, no sabe si pegarla o que hacer, no sabe si está enfadado.
- Evaristo: ¿Pero que haces?, ¿estás loca?
- Julia: Es que si te lo cuento iba a ser peor, así sin esperártelo te ha dolido menos.
- Evaristo: ¿Pero que cable se te ha cruzado?
- Julia: Pues que tiene que parecer que al menos hemos intentado defendernos, ya sabes, que hemos forcejeado con él un poco intentándonos escapar, y ya al final le he clavado la daga de madera. A tu historia ahora tienes que añadir lo del forcejeo mientras te estaba poniendo las esposas. Algo así como que le hemos intentado quitar el arma, y ya nos hemos enzarzado y le he clavado la daga. Venga, ahora dame tu a mi otro.
- Evaristo: ¿Pero como voy a pegarte?
- Julia: Pégame.
- Evaristo: ¿Y dónde te pego?
- Julia: En la boca, rómpeme un labio.
- Evaristo: No.
- Julia: Tienes que pegarme.
- Evaristo: Que no.
- Julia: ¿Quieres que me lo tenga que hacer yo y al final me haga más daño? Venga pues pásame ese palo de madera que tirado en el suelo.
- Evaristo: Bueno, espera.
Nunca la ha pegado, y hasta hoy no creía que algún día tendría que hacerlo. No sabe que hacer, tampoco ha sido alguien conflictivo que le hayan gustado las peleas. Puede que sea el primer puñetazo que pega en la cara de alguien. Se lo piensa un poco, y por fin se siente preparado.
- Evaristo: Venga, ¿estás preparada? a la de tres. Uno…
Y antes de decir dos le pega el puñetazo prometido a Julia. Es dárselo y empezar a sentirse mal, la pobre se ha tambaleado, pero haciendo gala de una entereza increíble ni siquiera se ha quejado. Lo ha encajado como el mejor de los pugilistas, no ha cerrado ni los ojos.
- Evaristo: ¿Estás bien?
- Julia: No, pero era lo que quería. ¿Cómo tengo el labio?
- Evaristo: Como un tómate, rojo, rojo, te sale hasta un poco de sangre. ¿No me habré pasado?
- Julia: No, no, mejor así, tienen que creérselo.
- Evaristo: Tranquila que se lo van a creer.
- Julia: Tu pómulo, también está un poco abierto, por mi parte tampoco va a ser.
- Evaristo: ¿Y luego qué?
- Julia: Pues lo que ya te he dicho. Luego lo que tenemos que hacer es no quitarles el ojo encima. Espiarlos toda la noche, no pegar ojo para ver quien es el que se levanta por la noche y va a chivarse. No tienen internet, no hay forma de comunicarse que no sea del boca a boca o dejando una nota.
- Evaristo: ¿Y si tienen una radio escondida o algo así?
- Julia: Anda ya, tu confía en mi.
- Evaristo: Confiaba hasta que me has pegado de forma improvista.
- Julia: Ha sido por tu bien, ya sabes que nunca antes te había pegado.
- Evaristo: Ya claro, así se empieza.
- Julia: Venga, que ya estamos llegando, tu pon cara de miedo y de asustado, que tienen que creérselo.
- Evaristo: Vale, vale, pero empieza a hablar tu, que a mi nunca se me ha dado bien mentir.