- Evaristo: ¿Qué chica? No me digas que no soy el único que ha logrado escapar.
- Julia: No, no lo eres, una chica llego a la cueva poco después tuya. Igual que tu, agotada, sucia, muriéndose de sed. Pero ella nunca llegó a desmayarse.
- Evaristo: En ese caso, ¿habréis hablado con ella? Ya sé que soy un flojo, gracias por recordármelo.
- Julia: Yo no he dicho nada de eso, te has dado en muy poco tiempo dos buenas palizas, es normal que llegases cansado. Sí que hemos hablado con ella, y lo más importante nos ha contado la parte que tu no sabes de lo que pasó, porque no lo viste.
- Evaristo: Cuenta, cuenta, que yo también estoy deseando enterarme.
- Julia: A ella, como al resto, ninguno ha sido tan afortunado como tu, si que la pillaron los alienígenas con las manos en la masa. Por lo que nos ha contado, estaba todo el mundo eligiendo que es lo que más le apetecía llevarse cuando les sorprendieron dos alienígenas armados y pidiendo que no se moviese nadie. Hasta ahí, como veras, concuerda con lo que tu nos has contado. Lo que tu no sabes es que se lió una bien gorda, yo creo que desde que la gente se ha enterado de que su destino se restringe a trabajo o comida para alienígenas, ya no aceptan con la misma docilidad de antes su destino. Te cuento, cuando los estaban esposando, Sara se reveló, intento volver a hacer la misma que ya hizo cuando se escapó con Ernesto y María de la fábrica, e intento robarle el arma al alienígena que iba a esposarla. Lo que pasa es que esta vez la cosa no acabó igual de bien. El alienígena se dio cuenta y la golpeó en la cara, lo que provocó que Ernesto primero y luego el resto se lanzara a por ellos, pero no pudieron hacer nada, los alienígenas enseguida cogieron las armas y dispararon a todos aquellos que se abalanzaban contra ellos. Esta chica cuenta, que ella no lo que hizo fue salir corriendo cuando vio que ira imposible enfrentarse a ellos, y que puede que como eran muchos, y en un momento todo era disparos y gritos, puede que ni siquiera se enterasen de que había huido.
- Evaristo: ¿Quién es?, ¿como se llama?
- Julia: Se llama Federica, fue una de las que no habló es día que nos conocimos. No sé si te fijaste en ella, es una chica morena, poco mayor que nosotros, alta, la verdad es que no se que más decirte. Si quieres puedo decirle que venga y la conoces.
- Evaristo: Da igual. Lo que tenía que hacer es intentar levantarme yo para ir a conocerla. Espera que allá voy.
- Julia: Ten cuidado que te acabas de despertar, todavía vas a estar muy débil.
En eso tiene razón, es intentar moverse de la cama y sentir la flojedad de su cuerpo, apenas ha comido, apenas ha bebido, sin embargo es tanta la curiosidad que tiene de conocer a la otra superviviente que en cuestión de segundos, tras algunos gemidos de dolor que de forma incontrolada se han escapado de su boca, está levantado y con media sonrisa en la cara.
- Evaristo: Llévame a verla, quiero conocerla. ¿Puedo apoyarme en tu hombro?
- Julia: Venga, yo te llevo.
Ha dejado caer gran parte del peso de su cuerpo sobre Julia, aun así hace lo posible por que sus pasos sean todo lo firmes que puedan, que no rápidos, le es imposible mostrar cualquier atisbo de agilidad, se nota pesado, torpe, se siente más como un saco de patatas a los hombros de Julia, que como un ser humano.
No es mucho lo que debe caminar para verla, Julia tenía razón con lo de que estaba en la habitación de al lado. Ella es la que primero llama a la puerta, y tras oír un “adelante”, lo arrastra junto a ella al interior de la habitación. Federica está como él estaba hasta hace sólo unos segundos, tumbada en la cama, pero en su caso parece que en vez de dormir como él había hecho ella estaba leyendo. Tiene la fea costumbre de preguntarse siempre por el título del libro, cuando ve a otro leyendo, fija la mirada en él, pero está tan cansado que no puede verlo. Para verla a ella en cambio, no necesita esforzarse, efectivamente como Julia le ha dicho, se trata de una chica morena, poco mayor que ellos, lo que no le había dicho, es que además es atractiva.
- Julia: Mira lo que te traigo, me ha dicho que quería conocerte, tenía tantas ganas que hasta se ha levantado de la cama.
Federica se le queda mirando, y eso hace que él no sepa hacia donde hacerlo, cree que se está poniendo rojo como un tomate, si Julia se da cuenta está muerto, menos mal que está justo a su lado y no debería verlo. Federica le deja con la palabra en la boca, justo cuando iba a darle explicaciones del porque de su visita.
- Federica: Ya le he preguntado hoy un par de veces a Julia por como estabas, y por lo que puedo ver ya estás mucho mejor, hasta te has levantado de la cama.
- Evaristo: Si no fuera por Julia todavía estaba en ella, mira como me lleva cogido, si parezco un saco patatas, doy mucha pena. A ver si hoy come algo y se me pasa la flojera.
- Federica: Tenías mucha prisa en conocerme por lo que veo.
- Evaristo: Julia me ha contado una historia increíble, que de verdad me creo, y necesitaba imperiosamente ponerle cara la persona que la había contado. ¿Tu como estás, estás bien?
- Federica: Más o menos como tu, aunque a mi no me ha dado tan fuerte como a ti, simplemente estoy volviendo a coger fuerzas.
Se ha quedado pillado, hay algo en Federica que no le cuadra, y que tampoco le cuadra de su historia. Su timidez al ver a Federica, le ha hecho fijarse en un plato vacío con un tenedor que hay en la mesita justo al lado de la cama donde está ella. Lento se suelta de Julia y se acerca a la cama donde está Federica, cuando está a la altura del plato, agarra el tenedor y con toda la velocidad y fuerza que le permiten sus cansados músculos lo clava en su cara.