- Evaristo: Pues, ¿cuántos sois?
- Pareja 1: Nos hemos escondido nosotros, y unos cuantos más de amigos más, en total somos diez.
- Evaristo: ¡Corre, levántate! Diles que venimos en son de paz, que somos otros refugiados igual que vosotros.
Conforme se lo dice, uno de ellos, el chico, se levanta y sale de la habitación como un rayo. Es la mejor forma de evitar cualquier pelea, de que un mal entendido se convierta en un suceso trágico. Por lo que puede ver se trata de una pareja joven, son una chica y un chico que pasaran los veinte años por poco. Cuando abrieron la puerta estaban abrazados el uno al otro, cogidos en un rincón de la habitación, agachados. Parecía que estaban más preocupados del soltarse el uno al otro, que de encontrar un buen escondite.
La chica que se ha quedado sola, sigue petrificada en el mismo rincón de la habitación donde la encontraron. Ahora con más detenimiento se fija en ella, claramente sigue asustada, seguramente haya ya visto mucho como pare tener motivos para estarlo. Su aspecto por lo demás es cuidado, está aseada, su ropa y rostro están limpios, lo único que enturbia su cara son dos mofletes sonrosados y el resto de lágrimas que se seca con la manga de su sudadera. Tiene que romper el hielo como sea, la situación es igual de incomoda para todos, y no hace falta darle muchas vueltas para darse cuenta de que todos están en el mismo bando. Se acerca despacio a ella, y cuando está delante de ella le extiende el brazo para ayudarla a levantarse.
- Evaristo: Levanta, ya se ha pasado el peligro. Vamos coge mi mano.
No pone cara de fiarse mucho de él, todos los gestos de su cuerpo y de su cara se pueden resumir en una única palabra, desconfianza. Pero tras un intercambio de miradas, unos segundos en que cada uno ha clavado los ojos en los ojos del otro, por fin extiende su mano y agarra la suya. Cuando se levanta nota que recupera las fuerzas, ya deja de transmitir sólo miedo. Vuelve a intentar intercambiar algunas palabras con ella.
- Evaristo: ¿Ya se te ha pasado el susto?
- Chica: No, si te soy sincera todavía no me fío de vosotros.
- Evaristo: Tranquila, es normal que no te fíes de nadie. Nos presentamos, yo soy Evaristo, y ella es Julia, mi pareja. Y ¿tu?
- Chica: Yo soy Susana, el que ha salido corriendo es también mi pareja, y se llama Jacinto.
- Evaristo: Encantado Susana.
- Julia: Yo también me alegro de conoceros. Oye ¿cuánto lleváis en la cueva?
- Susana: Desde el día siguiente a que tuviese lugar la invasión alienígena. Nos venimos aquí a escondernos guiados por Jacinto.
A Susana no le da tiempo a contar nada más porque por la puerta de la habitación aparece de nuevo Jacinto. Está sofocado, tiene pinta de que ha ido corriendo de un lado a otro, estresado, contando a unos y a otros lo que pasaba.
- Jacinto: Nos están esperando todo en la gran plaza que hay a la entrada a la cueva, vamos para haya, seguro que todos tenemos muchas cosas que contarnos.
Él sale el primero, detrás de él lo hacen Julia y Susana, que han empezado otra conversación de la que es capaz de escuchar palabras sueltas pero no de darle sentido. Le ha sorprendido el término familiar con el que ha llamado a ese hueco gigantesco que hay al poco de llegar a la cueva, y no es lo único que le ha sorprendido al volverlo a ver, juraría que su rostro le es familiar, sin embargo prefiere no comentar ninguna de sus dos sorpresas y guardárselas.
Al llegar a la plaza allí están todos esperándolos, los doce astronautas liberados y el resto de amigos de la pareja que han encontrado, que a primera vista son todos más o menos de la misma edad, la que él tenia no hace más de cinco o siete años atrás. Están en conversación animada, haciéndose amigos, ninguno se percata de que han llegado, no quiere ser él quien los interrumpa pero así ninguno se va a enterarse de nada de lo que ha pasado. Al final acaba dando una voz para tratar de organizar un poco tanta efusividad, sobre todo para que todo el mundo tenga la oportunidad de contar su versión de lo que ha pasado, y que todo el mundo pueda enterarse de ella.
- Evaristo: ¡A ver, un poco de orden! ¿Hacemos un circulo, nos sentamos, y vamos uno a uno hablando y que el resto escuche? yo es que me muero de ganas por que alguien me cuente que es lo que ha pasado.
Los veintitrés aceptan, nadie lo hace expresamente, pero empiezan a sentarse tal y como les ha dicho. Eso no significa que haya vuelto el silencio y ni mucho menos el orden, así que vuelve a intentarlo otra vez levantando su voz por encima de la del resto.
- Evaristo: A ver, quien se anima a contarnos que es lo que os ha pasado en la Tierra.
Los diez que estaban escondidos se miran los unos a los otros, todos tienen ganas de hablar, pero ninguno quiere asumir la responsabilidad de contar lo que ha pasado. Hasta que Jacinto, se autonombra portavoz del grupo, y empieza a hablar, lo que hace que tanto él como el resto de forma definitiva se callen.
– Jacinto: Todo empezó hace poco más de un mes. En la Tierra se extendió el rumor de que una nave alienígena había aterrizado en Marte y esclavizado a los astronautas que allí había. La gente se volvió loca, te encontrabas las máquinas de comida rotas por la calle, ni la Patrulla Urbana ni la Milicia eran capaces de controlar la situación, todo el mundo estaba guardando víveres por lo que pudiera pasar. Nadie sabía a quien dirigirse para averiguar que pasaba, y al final todo lo que había era caos y pillaje, lo que se desató fue una autentica guerra de todos contra todos.