Mira a su alrededor y tiene donde escoger, se podría decir que está en el epicentro del desastre, hay trozos de metal de todas las formas y colores. Finalmente se decide por una vara de metal que se encuentra a escasos metros de él.

Son unos pocos metros, pero da igual, porque el más mínimo desplazamiento le supone un gran esfuerzo. Las pulsaciones se le aceleran, vuelve a comer tierra, y cuando llega a su objetivo le entran ganas de quedarse allí de forma indefinida, incluso puede que hasta morir. Pero no, en lugar de darse por vencido agarra la vara metálica tras examinarla levemente y comprobar que es lo suficiente gruesa y resistente como para intentar liberar a Julia con ella. Y vuelve con Julia, sufriendo los mismos problemas por el camino que tuvo a la ida. 

Se yergue del suelo con mucha dificultad hasta situarse sobre sus rodillas, coge la vara metálica y la transforma en eso que ha imaginado en su cabeza, una palanca. La sitúa cerca de las piernas de Julia, apoya uno de sus extremos contra el suelo y el otro contra la viga que la tiene retenida, una vez comprueba que su posición es la correcta y que debe de provocar el resultado esperado, empieza a tirar de ella con todas sus fuerzas. Sin embargo nada ocurre, lo único que pasa es que se hunde en el suelo, toda su fuerza es malgastada en crear un boquete en la arena donde la había apoyado. Julia se le queda mirando con cara rara, no hace falta que hable para saber lo que le está diciendo, “¿qué estás haciendo? sácame de aquí ya”, él en cambio la responde con palabras.

Mira a su alrededor de nuevo, esta vez buscando algo que pueda servir de apoyo a la palanca, una piedra, un trozo de chapa, cualquier cosa debería de valerle. Al final su mirada se queda clavada en una de las persianas de plástico de la nave, eso debería de ser perfecto, se supone que es plástico duro, tiene la suficiente base como para no hundirse de buenas a primeras en la tierra, y lo más importante tampoco está tan lejos. Otra vez sufre los efectos de la gravedad sobre su cuerpo, otra vez llega exhausto, otra vez le dan ganas de quedarse y no volver, pero otra vez las ganas de sacar a Julia de donde está atrapada vencen y tras mucho esfuerzo vuelve a estar junto a ella. 

Tiene razón, no está la cosa para dar explicaciones, sino para entrar directamente en acción. Coloca el trozo de persiana de plástico de la ventanilla de la nave donde antes se había hundido la palanca, vuelve a erguirse con toda la dificultad del mundo, y cuando por fin está preparado, vuelve a tirar con todas sus fuerzas. Esta vez parece que su plan esta dando resultado, al menos está consiguiendo algo que antes no había conseguido, la viga que tiene a Julia aprisionada empieza a moverse, a desplazarse poquito a poquito fuera de sus piernas. Eso le anima a seguir intentándolo, no es el momento de idear un sistema de poleas, tampoco podría perdonarse nunca no morir intentando salvar a Julia, así que no le queda otra que tirar y tirar hasta que Julia pueda salir de donde está.
Y tira y tira, y se pasa el rato tirando, y gracias a ese empeño y a gastar hasta el último gramo de fuerza que le queda la viga de metal se ha movido un buen trozo de sus muslos. Pero se da cuenta de que algo falla. Así no único que va conseguir es hacerle más daño. Por eso de nuevo se para, y otra idea aparece en su cabeza tratando de dar solución al problema.

Al escuchar el campeón una carcajada ha salido de su boca, y casi que se ha quedado sin las pocas fuerzas que le quedaban. De todas formas la urgencia del momento le hace en seguida recuperar la seriedad y hacer eso que ha pactado con Julia, tirar con todas sus fuerzas para que ella trate de escaparse.
Tira esta vez dando todo lo que tiene, esperando que en un suspiro pueda dejar de hacerlo y todo se acabe. La viga se ha desplazado más que nunca, y Julia aprovecha ese momento para con sus brazos moverse hacía arriba, arrastrarse fuera de donde está prisionera. Tras unos segundos inacabables Julia es por fin libre y se funden en un abrazo.