Deben de estar todos en estado de shock igual que él, porque es lo único que puede explicar el silencio que inunda la nave. Al menos ya es consciente de ese estado, y se ha recuperado lo suficiente como para cerrar la boca, y empezarse a hacer un millón de preguntas para las que no es capaz de encontrar una respuesta, “si ya hemos llegado, ¿a qué esperamos para atacar?”, “si ya hemos llegado, ¿no nos podemos cruzar con una nave enemiga en cualquier momento y eso ser nuestra perdición?”, “si ya hemos llegado, ¿cuál de esos planetas que se ven por la ventana es el objetivo?”, “si ya hemos llegado, ¿me levanto y me siento apuntando con la ballesta gigante, por que qué hago aquí todavía sentado?”. Sin embargo, hay una que particularmente le tiene intrigado, y que es precisamente la que le está impidiendo moverse de su asiento, la que impide tomar cualesquiera de las decisiones que solventarían las dudas a todas las demás cuestiones, y es “¿cómo es eso de que hemos viajado en el tiempo?”. Menos mal que, Segismundo en seguida le responde a esa cuestión sin que nadie se lo pregunte.
- Segismundo: La verdad que ni yo ni nadie, sabía muy bien lo que estábamos construyendo, y es lógico que hayamos acabado averiguándolo el día que lo hemos utilizado. Yo esperaba lo mismo que vosotros, una nave super rápida, pero no una máquina del tiempo. No os pongáis nerviosos, pero aunque el viaje apenas a durado unos segundos dentro de la nave, en el exterior de ella han pasado veinte años, esa es la fecha que pone en el ordenador de abordo de la nave. Y tiene toda su lógica, tiene todo el sentido del mundo, como bien ha dicho Julia nada puede superar diez veces la velocidad de la luz o se desintegraría, pero ¿y el tiempo? nadie ha dicho nada de que no se pueda alterar el tiempo.
- Evaristo: Por favor, explicate mejor.
- Segismundo: A ver, lo que determina la posición de un objeto son dos variables, el espacio y el tiempo. Sin una la otra no tiene valor, y viceversa. Yo puede pasar por una calle a las 10:15 y tu hacerlo a la misma hora, y habremos coincidido en el mismo espacio y tiempo, en cambio si yo paso a las 10:15 y tu pasas a las 16:30, nunca coincidiremos porque aunque hayamos estado en el mismo sitio lo habremos hecho a horas diferentes. Sigo, al no poderse alterar la velocidad más de diez veces las velocidad de las luz, los viajes espaciales están limitados en el eje espacio, una distancia demasiado larga impediría llegar a su destino a un ser vivo, pues como todos sabemos es un ser efímero. Pero, ¿y si alteramos el eje tiempo? Alterando el eje tiempo, el eje espacio pierde toda relevancia, ya no hay límites, ya da igual la velocidad máxima que pueda alcanzar un objeto en el espacio, imaginaros por ejemplo que soy capaz de congelar el tiempo, podré viajar de forma indefinida a diez veces la velocidad de la luz a cualquier punto del universo sin envejecer. ¿Lo vais pillado ya? Sigo. Eso es justo lo que han hecho los alienígenas, sus naves espaciales son en realidad maquinas del tiempo, bueno, más bien cápsulas del tiempo, lo que pasa es que su interior una vez iniciado el viaje queda completamente aislado del paso del tiempo en el exterior, para nosotros han pasado unos segundos, fuera han pasado veinte años, veinte años en los que hemos viajado millones de kilómetros que de otra forma nos hubiera costado varias vidas viajar.
- Julia: Creo que lo entiendo. Supongo que eso significa que en la Tierra también han pasado veinte años.
- Segismundo: Efectivamente.
- Julia: Y también han pasado veinte años en el mundo que ahora vamos a atacar.
- Segismundo: Eso es correcto.
- Julia: ¿Y si en esos veinte años ya se han ido los alienígenas de la Tierra y esto que vamos a hacer ahora ha perdido todo el sentido?
Vaya dilema a estas alturas de la película. Nada más acabar de oír la pregunta de Julia ha sentido la necesidad de tapar su cara con ambas palmas de su mano. Está siendo demasiado, primero que han viajado en el tiempo, y luego la posibilidad de que la guerra ya haya acabado y que lo que pase es que inicien ellos otra de nuevo.
- Segismundo: Bueno, esa posibilidad existe, y siempre existirá. Pero sino asumimos que eso puede pasar o que puede incluso que ya haya pasado, nunca podremos llevar a cabo el plan.
- Evaristo: Esperar, esperar un poco. Porque, ¿cuál era en realidad el plan?
- Segismundo: Atacar su casa, igual que ellos han atacado la nuestra.
- Evaristo: Es decir, una venganza.
- Julia: Sí, pero una venganza con sentido, más que una venganza en un método de ejercer presión para que ellos dejen de hacerlo. Si ellos paran, nosotros paramos.
- Evaristo: Vamos, una venganza. Da igual como la llames, porque al fin y al cabo nos estamos vengando de los que están haciendo.
- Julia: Evaristo, en realidad nos estamos defendiendo. Si ellos paran, nosotros paramos.
- Evaristo: Mi punto es, que da igual el tiempo que haya pasado, una venganza sigue siendo igual de efectiva ahora que dentro de veinte años. Si lo que queremos asegurarnos es de que nos dejan en paz, de que nunca más volverán a hacerlo, de que la próxima vez que se les pase por la cabeza hacerlo tengan miedo de las consecuencias, lo mejor es atacar dándonos igual el tiempo que haya pasado. En caso contrario, dejaremos una agresión sin contestar.
- Julia: Eso tiene sentido.
- Segismundo: Lo mejor es votar como siempre. A ver, los que estén a favor de atacar conociendo el riesgo de que ya se hayan ido de la Tierra que levanten la mano.
Pocas veces ha habido una mayoría tan abrumadora, pocos veces se han levantado tantas manos de una forma tan sincronizada, es verlo y se le ha puesto la carne de gallina.