La situación está adquiriendo un tono trágico cada vez más intenso, su enemigo les rebasa en número y está fuertemente armado. Da igual las veces que disparen con sus arcos, porque sigue viniendo, cada vez más y más, sin descanso, sin tregua, en cualquier momento parece que todo va a colapsar, y aunque se niegue a admitirlo algo en lo más dentro de él le empieza a decir que están perdidos. Se centra en lo que están haciendo todos, no tener miedo, salir de donde está escondido y volver a ocultarse lo más rápido posible, agarrar las flechas sin temblar, y mejorar todo lo que puede su puntería, que desde que empezó la trifulca no a fallado ni un solo disparo. No sabe si su puntería está siendo por culpa de la experiencia que ya acumula su pulso, o simplemente por la fuerza con la que se está agarrando al último resquicio de esperanza de seguir con vida, pero su maestría con el arco, después de días, meses, desesperado por culpa de su torpeza con el arma que se ha convertido un instrumento fundamental para su supervivencia, ha aparecido en el mejor momento, al menos, si hoy muere, lo hará sabiendo que consiguió dominarlo.
Conforme salen del pasillo los dispara, así uno detrás de otro, parando únicamente para coger aire, para esquivar algún rayo laser que en más ya de una ocasión ha estado a punto de darle, y muy de vez en cuando para mirar a Julia, que está a su lado haciendo exactamente lo mismo que él, tratar de sobrevivir a toda costa. A veces no es capaz de explicarse como todavía pueden seguir vivos, están desafiando toda lógica, todo pronóstico, los normal es que desde hace ya rato los dos estuviesen ya muertos, eso en su desesperación le anima a no rendirse, total ¿por qué no seguir intentándolo después de todo lo que ha pasado? Y de forma increíble ese tesón sigue encontrando recompensa, porque los sigue manteniendo con vida aunque sólo sea momentáneamente, primero creía que serían unos segundos más, luego algunos minutos, pero está demostrando que están aguantando el envite, y que igual que la gota de agua que cae siempre sobre el mismo punto de la roca, los están derrotando, porque si al principio del combate iban 2-0 ganando, ahora la diferencia de puntos a su favor tiene que ser todavía mucho mayor.
De todas formas sus fuerzas de vez en cuando flaquean, esa es de los pocos puntos débiles que tiene un ser humano, que se cansa, que sus músculos están únicamente preparados para un esfuerzo limitado, y cuando se alcanza el límite empiezan los fallos. Aun así no para, porque si para está muerto, igual que el resto. Le duelen las manos, le duelen los brazos, de vez en cuando una gota de sudor se resbala por su frente y hace que le escuezan los ojos, que se le nuble momentáneamente la vista, pero en estos momentos no hay nada más importante que seguir agarrado a las flechas y al arco con que las dispara. No tiene tiempo, ni para secarse el sudor, ni para estirar sus cansados dedos o brazos. El límite está continuamente amenazándole con llegar pronto, y empieza a notar sus efectos, sus flechas aunque siguen siendo certeras, cada vez salen con menos frecuencia de su arco, cada vez salen con menos fuerza, y aunque siguen alcanzando sus objetivos, matando a cuantos alienígenas se cruzan en su camino, cada vez lo hacen impactando en un punto más lejano de donde había fijado su disparo. Si tuviera que expresar con palabras como se siente en estos momentos diría “por favor, que se acabe ya esta tortura cuanto antes”. Porque es eso, está siendo una auténtica tortura, por el desgaste psicológico de estar continuamente enfrentándose a su muerte inminente, y por la fatiga que acumulan y de la que no va ser posible librarse hasta que dejen de salir alienígenas con forma de arañas gigantes por el pasillo.
Uno, otro, y otro, y así indefinidamente van cayendo presa de su arco y del de sus compañeros, de los que no sabe cuantos quedan con vida, no tiene tiempo para comprobarlo. Al final los gritos primeros de la batalla quedaron silenciados, y se ha convertido en una lucha por la supervivencia en silencio, en la que lo único que se escucha son los silbidos de flechas cuando cortan el aire. No cree que pueda ya aguantar mucho más, o paran de salir alienígenas o en cualquier momento no va ser capaz de agarrar ninguna otra flecha ni de tensar el arco con ella, ¡qué forma más absurda de morir! se dice, hubiera preferido hacerlo tranquilo en casa, como lo hace todo el mundo, de cáncer y siendo capaz de despedirse de la vida con una fecha más o menos exacta en el calendario, así al menos, hubiera podido hacer todas esas cosas antes que estima necesarias para poder despedirse de la vida, como tener un último orgasmo, comer chocolate, o tirarse colina abajo en bicicleta. Pero cuando parece que está despidiéndose de la vida, lamentándose de no haberla exprimido lo suficiente como para poder marcharse satisfecho de ella, todo se acaba. Dejan de salir alienígenas de donde quiere que estuviesen saliendo, al principio no puede creérselo, y sigue esperando impaciente la llegada de más con su arco tensado, con esa rabia de al menos irse de la vida luchando hasta el último suspiro. Pero no salen más, no salen más incluso después de llevar un buen rato esperando, lo que acaba dibujando en su cara una expresión que no esperaba que tuviera a estas alturas de la película, sonríe, y aunque sea solo una media, tímida sonrisa, no deja de ser una, rara, pero una al fin y al cabo. Por primera vez tiene la oportunidad de mirar a su alrededor y evaluar los daños, son muchos, más de la mitad del grupo a quedado reducido a cenizas.