Siguen caminando, sin embargo, ya no es igual que antes, ya se han cruzado con los primeros alienígenas por el camino, eso le ha hecho recordar que no están solos, y de forma mágica ese recordatorio ha tenido efectos importantes sobre él, por fin han desaparecido los cosquilleos en el estomago que lleva sintiendo desde el comienzo de la misión, ¿significará eso que también ha dejado de sentir miedo? De esto último no está tan seguro, pero sus sentidos parecen haberse agudizado, sus orejas perciben cada sonido con gran detalle, sus ojos se mueven a todos lados en busca de un próximo objetivo, su olfato está atufado por culpa del olor del cuerpo descompuesto de los alienígenas que dejaron escasos metros atrás. Algo le dice que los dos alienígenas que se acaban de cruzar han sido un aviso, que pronto habrá más, esta vez quiere cambiar su cara de sorpresa por un disparo certero. Otra de las cosas que han cambiado por culpa del primer encontronazo con el enemigo, es la coordinación de los pasos del grupo, ya no caminan como si fueren uno, ahora cada uno lo hace por su cuenta, y además, cada vez más rápido, el primer susto ha contagiado sus pulsaciones y a su vez éstas sus piernas, de esto ha tardado un poco en darse cuenta, y cuando se ha dado le han dado todavía más ganas de ir más rápido y de llegar a su objetivo, si antes tenían que instigarle para ir más rápido en estos momentos es él mismo el que tiene que controlarse para no empezar a correr. Pero de repente y de forma inesperada el grupo se para por una orden esta vez no de Segismundo, sino de Julia.

A la vez que levanta la mano para que se detenga el grupo. Y su oreja previamente ya excitada todavía hace un mayor esfuerzo por escuchar lo que inexcusablemente todavía no ha escuchado, su pulso se acelera todavía más, los latidos de su corazón llegan a hacerse molestos porque enturbian la percepción de sus oídos, hasta que al final algo llegue a sus oídos desde el exterior, y no sabe lo que es, el sonido es mínimo, apenas perceptible, pero en su cabeza provoca la imagen de un miles de arañas corriendo. Un escalofrío le recorre todo el cuerpo, se le pone la carne de gallina. Lo mismo le tiene que pasar al resto, porque todo el mundo empieza a mirarse a los ojos, todo el mundo busca que saber que hacer. Hasta que Julia vuelve a interrumpirles para darles justo lo que necesitaban.

Todos se organizan, es oír las palabras de Julia y de forma automática cada uno asume una posición tal y como ella la ha ordenado. No hay discusiones, no hay reproches, es el efecto que tienen sobre el resto las palabras de un líder, y cada día Julia lo es más. Sin pensarlo, moviéndose hacía la esquina que más estaba cerca suya, toma posición. Quieto, inmóvil, mirando continuamente, sin parpadear, por el hueco que le dejan sus otros tres compañeros, espera lo que tiene pinta de que va a ser la batalla definitiva. El silencio que reina en el grupo, hace que se oiga con claridad como los pasos arácnidos de los alienígenas se acercan a toda velocidad, cada vez se oyen más fuerte, cada vez están más cerca, hasta que de repente cuando parece que los van tener encima, el sonido se para. Esto si que no se lo esperaba ni él, ni nadie, estaba ya apunto de soltar la flecha que tensa la cuerda de su arco cuando parece que todo se ha acabado. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, porque sin previo aviso justo su compañero es literalmente desintegrado por culpa de un rayo verde, antes de que si quiera le haya dado tiempo a mover un músculo de su cuerpo. Están a escasos metros, ocultos igual que ellos en otra esquina del pasillo. La batalla se acaba de transformar en una guerra de nervios, porque nada más verlo, corre a esconderse tras la pared que lo cobija, ya no ve si vienen o no, y eso es un problema grave, porque si vienen y no los ve, cuando los tenga encima va a ser demasiado tarde para plantarles cara. Trata de contener la respiración, controlar los nervios, igual que hacen los otros tres que quedan defendiendo la esquina del pasillo con él, y tras varias veces tratar de darse ánimos es capaz de conseguir reunir el suficiente valor como para poder volver a asomarse al pasillo. Es apenas un segundo lo que permanece en posición para ver que ocurre al otro lado, pero en apenas ese segundo le da tiempo a disparar una flecha y a ver como se dirigen siete alienígenas a toda velocidad hacia ellos. Vuelve a hacer los mismo, y vuelve a disparar, pero está vez lo acompaña con gritos de auxilio a sus compañero.

Sin embargo nadie viene a socorrerle, lo único que recibe a cambio de su grito de auxilio, es otros diciendo exactamente lo mismo de otros compañeros defendiendo otras esquinas.

En su cabeza empieza a asomar la idea de que está todo perdido, de que en cuestión de segundos, como mucho minutos, estará o muerto o en el mejor de los casos habiendo sido transformado en un esclavo, sigue disparando, sigue tratando de repeler el ataque pero sin un atisbo de ilusión de ir conseguir su propósito. Hasta que vuelve a oír a Julia gritando y justo a su lado disparando junto a él.
– Julia: NO OS RINDÁIS SEGUIR DISPARANDO HASTA EL FINAL. NO RETROCEDÁIS NI UN CENTIÍMITRO. TODO EL MUNDO QUIETO EN SU SITIO.