La pequeña comunidad que se instalo en la ciudad ha crecido mucho más rápido de lo que se esperaba, y algo que sí que no se esperaba pero que también ha sucedido, es que ninguno de los nuevos resulto ser un robot alienígena, todos, absolutamente todos, pasaron a la primera el test de humano, la gotita de sangre en la yema del dedo indice siempre apareció enseguida que la aguja traspasó la fina capa de piel del sujeto a prueba. La mayoría eso sí, extrañados por el simple hecho de la prueba, pocos creían verosímil la explicación de que hay humanoides infiltrados, aunque nadie se resistió a ella. Si se pone a pensar el número exacto le da un poco de vertigo, sin más actos de liberación por su parte, todavía después de algunos meses el grupo seguía de luto tras el asalto al cuartel alienígena, han alcanzado la cifra de 270 humanos, ya no son un grupo, ya ni siquiera son un campamento, ahora son una aldea grande o un pequeño pueblo. Funciona como todo ha funcionado desde la Gran Revolución, democracia directa, todo se vota por mayoría, nadie decide nada por nadie, aunque eso no significa que se les hayan acabado los problemas, y no hay momento del día en que no se acuerde del que ahora mismo es el más grave de todos, se les esta acabando la comida enlatada. La tienen racionada, contada, clasificada, racionalizada, pero eso no significa que inevitablemente haya dejado de agotarse, muchos en seguida echaron la culpa al crecimiento desmesurado del grupo, cuanta más gente a menos comida tocaba cada uno de ellos, pero la mayoría decidió que la fuerza de la resistencia para echar a los alienígenas invasores no residía en el número de latillas de conserva a las que tocaban por cabeza, sino en el número de personas, soldados, hombres y mujeres, de las que disponían para darle el próximo golpe al invasor. Vamos, decidieron que para ser fuertes había que pasar un poco de hambre. Decisión con la que personalmente estaba de acuerdo, salvo los momentos en los que de forma desconsolada le sonaban las tripas por culpa del hambre y tenía que esperar a comer todavía un par de horas, para que luego le volviese a entrar hambre más tarde. Tristemente su vida ha quedado muy condicionada por culpa de esa sensación, todo gira en torno al hambre. El hambre ha hecho que los planes para el próximo golpe se adelante, el hambre ha hecho que las horas de trabajo se extiendan de forma interminable, el hambre ha revelado como de importante es aguantar bajo tierra comiéndose lo que los antiguos moradores de la ciudad habían dejado para ocultar y proteger al grupo del exterior, el hambre ha transformado un mapa lleno de signos incomprensibles en un fabuloso plan para destruir a su enemigo.
¿Qué tendrá el tiempo que durante los momentos buenos pasa demasiado rápido y durante los malos no hay forma de que se acabe? Eso es la idea fundamental que ahora ocupa su cabeza mientras, camina con Julia de la mano por uno de esos túneles que antes comunicaban la ciudad subterráneamente mediante los trenes de larga y corta distancia, hoy, dentro de poco, cree que la calma se acaba. En verdad a él nunca le ha gustado ser un soldado, ni siquiera durante ese fragmento de vida en que decidió de forma voluntaria serlo, se metió con la idea en la cabeza de que la norma general era la paz, y salió de la guerrilla con la idea de que la paz era lo raro. El soldado, a su juicio, es un ser preparado para la guerra, lo cual de alguna forma ya genera la necesidad de que haya una, lo cual le hacía llegar siempre a la misma conclusión, el mundo sería mucho más seguro si no los hubiese, porque nadie habría aprendido el arte de la guerra, y pocos se atreven a hacer algo que no saben. Da igual que haya soldado buenos y malos, porque la existencia de unos presupone la existencia de los otros, es como el cielo y el infierno en las religiones, sin cielo no habría infierno, por eso si lo que se quiere es evitar contrastes, divisiones entre buenos y malos, lo mejor es que no haya de nada, sin cielo tampoco hay infierno, y sin soldados tampoco los habría de los buenos y malos. Sin embargo, es consciente de que su teoría no es perfecta, falla en el momento en que el soldado deja de serlo de forma voluntaria, el oprimido que se disfraza de soldado para combatir al opresor no ha decidido en ningún momento convertirse en un soldado, es el ansia por alcanzar la libertad en su forma más básica, la rebelión, lo que lo ha empujado a ello, el oprimido sólo es libre mientras se revela, el oprimido sólo es libre mientras está disfrazado de soldado. ¿Lo convierte eso en un soldado bueno y al opresor en un soldado malo? Sí, si tan pronto como la opresión se acabe, deje las armas, y deje de ser un soldado, para inevitablemente no pasar a ser el opresor y el hasta entonces opresor el oprimido. Él lo tiene muy claro, en cuanto se vayan los alienígenas por donde han venido, se acabaron los arcos y las flechas, se acabaron las dagas de madera colgando del cinturón, se acabaron los jueguecistos de soldados, la vida de civil es la que mejor le sienta, y eso es lo que debería hacer todo el mundo, con levantar el brazo, opinar y votar, ya todos están lo suficientemente armados, aunque se pierda. Pero todavía ese día no ha llegado, todavía tendrá que seguir aparentando algo que no es, disfrazándose de soldado, para aunque sea, en forma de rebelión, ser libre, lo contrario sería resignarse a ser el esclavo de los alienígenas toda su vida, perder su dignidad, su condición humana. En un rato van a votar el plan para asaltar una nave alienígena.