La cosa parece haberse calmado, al menos ya no hay disparos, aunque eso no significa que haya dejado de tener miedo a ser en cualquier momento desintegrado. Sin embargo araña fuerzas de donde puede, tiene que imperiosamente encontrar a Julia, y yergue lentamente su cuerpo, primero levanta su cabeza, luego apoyo sus manos temblorosas en el suelo, con ellas levanta su tronco para luego apoyar sus rodillas y finalmente, tras dudar algunos segundos sobre continuar haciendo lo que está haciendo, hace contacto de nuevo con sus pies en el suelo. Aun así sigue agachado, no se atreve a levantarse continuamente, por eso camina en cuclillas, lo que le es realmente complicado con el tamaño del arma que lleva entre los brazos, no pesa, pero simplemente el hecho de llevarla cogida impide que pueda utilizar sus manos para cualquier otra cosa. El panorama que hay ante sus ojos es desolador, se confirma la primera impresión que tuvo de él cuando aun yacía tirado en el suelo, muchos de sus compañeros de combate han quedado reducidos a cenizas, y algunos de los que no lo han hecho, es porque los disparos enemigos únicamente les han rozado habiéndoles hecho perder alguna de sus extremidades, esos gritan desconsolados de dolor, nunca había visto rostros como los suyos ni heridas como las que tienen, de hechas no brota sangre, a la vez que arrancaron la extremidad sellaron el cuerpo de donde se habían desprendido. Otros, afortunados, simplemente han sido heridos por los escombros producidos por los disparos, y su cara está manchada con la sangre de alguna herida producida por el desprendimiento de algún techo, o algún fragmente de pared que salió volando. No se puede explicar como todavía sigue de una sola pieza, de hecho tras algunos pasos se tiene que parar unos segundos para confirmarlo, deja el arma, y se palpa con sus manos su cara, su cuerpo, y nada, ni un resto de sangre, ningún punto de dolor. Aunque al principio le parece algo cruel, ignora a los heridos, no lleva botiquín de primeros auxilios ni nada para poder ayudarles, lo único que podría ofrecerles son sus palabras de ánimo y consolación, y eso en el estado actual de las cosas, lo único que le supondría es perder el tiempo. Finalmente, habiendo evaluado su entorno y que no está herido, consigue recuperar la plenitud de su consciencia y decide que si quiere encontrar a Julia lo mejor que puede hacer es caminar en la dirección de los disparos. Lo hace agachado, temeroso de que en cualquier momento recomience lo que hace poco terminó, y en esta ocasión no tenga tanta suerte como antes. Camina tropezándose continuamente, tambaleándose, le es imposible no hacerlo con todo el suelo lleno de escombros, eso, su postura, y el miedo que siente le hace avanzar despacio, muy despacio, pero al menos, lo hace con un objetivo. No tiene que hacerlo durante muchos metros, cuando ve los primeros restos de lo que era un alienígena, la masa viscosa a la que quedan reducidos es absolutamente característica, no hay ninguna otra cosa en el mundo que pueda producirla, y como un detective buscando pruebas del autor de un crimen se queda mirándola obteniendo enseguida la primera prueba, ha muerto por culpa de una flecha, eso es evidente porque entre la masa viscosa asoma parte de ella. Saca la flecha de su cuerpo, la mira detenidamente, y en seguida vuelve a recuperar la esperanza de volver a encontrar a Julia con vida, ella siempre marca todas su flechas con tres pequeños boquetes característicos, según dice, eso le da suerte porque el tres es su número favorito. No mucho más lejos vuelve a encontrar más restos de otro alienígena muerto y el reguero sigue y sigue, si los restos no le engañan, al menos tiene que haber más de diez alienígenas muertos en lo que lleva de camino desde que encontró la primera flecha. Pero de repente la calma vuelve a romperse, y aunque los disparos no lo tienen a él como objetivo, todo el bloque vuelve a temblar por su culpa, cerca de donde él esta ahora continua el enfrentamiento. Si su oído no le engaña, lo que está pasando, está pasando en el piso de arriba, por lo se acerca a la escalera que hay al final de la habitación donde el primer encontronazo a tenido lugar. No tiene buena pinta, ha tenido la misma suerte que él, todo su alrededor ha quedado destrozado menos ella, y eso le hace tener un aspecto extraño, es como si toda su estructura, todos sus escalones, estuvieran colgando de un delgado hilo, le hace temer que en cualquier momento que alguien ponga un pie sobre ella todo se va a venir abajo, como un simple castillo de naipes. De todas formas en cuanto llega a ella no se lo piensa dos veces, y de forma decidida la sube a toda velocidad, mientras lo hace toda se estructura se tambalea, tiembla, lo que lo hace todavía ir más deprisa subiendo de dos en dos, de tres en tres sus escalones. Súbitamente se encuentra en la planta de arriba, y con algo de suerte, por que tras justo que su pie abandone el último escalón la escalera de derrumba completamente detrás de él. Y allí está ella, con su arco en mano, habiendo ganado otra batalla a los alienígenas invasores, no está sola, otros cuatro humanos la acompañan. Sale corriendo hacía donde están todos, y hay un intercambio de sonrisas en cuanto su mirada y la de Julia se reencuentran.