Mide la mitad de su cuerpo y aun así no pesa absolutamente nada, está fría como el acero, pero no cree que lleve aunque sólo sea un poco de éste, tiene mil botones, y de todos ellos sólo sabe utilizar uno, el que la hace disparar un rayo verde. Con ella en los brazos se siente como se debía de sentir un matador con la capa y la espada en su primera corrida, antes de que las prohibiesen, a su juicio muy acertadamente, por maltrato animal. Pero da igual como se sienta, porque nunca la va a perder hasta que se enfrente a su miedo de forma real y práctica, aunque eso suponga sufrir el riesgo de perder la vida. Vale que no va ser su primera experiencia en un campo de batalla, con la antigua Milicia ya tuvo alguna ocasión de morir acribillado, sin embargo se enfrentaba a humanos, con armas hechas para humanos, lo que hoy lleva es un cachivache muy poderoso, pero que en el fondo le hace sentir como un inútil, cualquier mínimo fallo del arma y nunca sabrá como repararla, y lo mismo si lo intenta pues explota en sus manos.
Supone que el resto se tiene que sentir exactamente igual como se siente él, lo que pasa es que exactamente igual q le pasa a él, nadie se tiene que atrever a decir nada, todo el mundo está absolutamente concentrado en lo que va a suceder después, en lo que irremediablemente pasará a convertirse en un hecho histórico, la primera vez que la humanidad plantó cara a los alienígenas invasores, además con sus propias armas, y sin esperar a que fueran a por ellos, siendo los que atacan demostrándoles las ganas que tienen de que se vayan. Son en total treinta hombres y mujeres dispuestos a demostrarles a los alienígenas invasores lo peligroso que se puede volver un ser humano cuando le quitan lo que más le importa, la libertad, todos armados hasta los dientes con dagas de madera, flechas y arcos, y doce afortunados con sus propias armas, en ellos él es uno. En cambio Julia, que camina a su lado de una forma casi imperceptible por la oscuridad de la noche, hoy también atacarán en la ausencia casi total de Luna, y por lo en serio que se ha tomado lo de camuflarse, lleva toda la cara y ropa embadurnadas con tierra, ha decidido que donde se ponga un arco y una flecha que se quite todo lo demás, según ella siempre será mejor un arma inferior que domines a la perfección, que un arma poderosa de la que solo sepas utilizar un botón, como es la que el ahora mismo lleva. Sin embargo, él nunca le ha cogido tanto aprecio al arco como ella, nunca confiaría en su puntería utilizándolo, por eso en su opinión, en igualdad de habilidad con armas coge la que más daño haga, lo que le ha llevado a ser uno de los que llevan el fusil raro alienígena, codiciado por muchos y que al final fue la suerte la que terminó asignándoselo al final de un sorteo.
No sabe lo que va a terminar pasando esta noche, cada paso que da sabe que está más cerca de averiguarlo, pero daría casi cualquier cosa por que todo ya se hubiera terminado y saber el resultado de su gesta. Sabe que va ser duro, muy duro, y que salir con vida esta noche va a ser otra lotería. Aun así, ni Julia ni él se han dedicado ninguna caricia en especial, no se han hecho ningún mimo que pueda ser un indicativo de despedida, quizás precisamente por eso mismo, porque ni mucho menos ninguno de los dos quiere despedirse del otro, ambos se están demostrando mutuamente que tienen la certeza de que saldrán con vida de ésta pase lo que pase esta noche. Aunque su cara sería la delata, está preocupada, y por el hormigueo que él siente en el estomago sabe tampoco la suya tiene que ser muy diferente. No se han dicho palabra desde que salieron del campamento, y cree que no van a volver hacerlo hasta que lleguen a su destino, eso rompería toda la magia del momento, la tensión que los está haciendo concentrarse en su cometido, sembrar todo el terror que puedan entre las filas alienígenas. De todas formas ya les queda poco para enfrentarse de cara a su destino, a lo lejos se ve como la ciudad ilumina el firmamento, como con sus brillantes luces nocturnas hace desaparecer las estrellas que hay encima de ella, debe ser cuestión de unos sólo pocos kilómetros los que los separen de sus calles. Eso le recuerda que debe revisar por última vez el plan en su cabeza, se lo debería de saber a estas alturas de memoria, aunque contra más cerca está el momento de llevarlo a cabo, más nervioso se pone, y más en blanco se queda. Hace un esfuerzo y literalmente dentro de su cabeza desarrolla sus diferentes fases: “ Punto Uno: Entramos en la ciudad en grupos de dos, poco a poco, dominando y asegurando cada calle, apostándonos en cada esquina, avanzando despacio, metro a metro, vigilando siempre que no venga ningún alienígena que pueda vernos. A mi me ha tocado por suerte de pareja con Julia. Punto dos: El avance tiene que ser con el objetivo de llegar cuanto antes, sin dar vueltas por la ciudad, al cuartel de los alienígenas en la ciudad. Punto 3: Matar a todos los alienígenas que sea posible y evitar todo lo posible que no me maten, ni a Julia tampoco. Punto 4: Irnos a toda pastilla de la ciudad, igual que llegamos sin hacer ruido, aquí eso ya no va a importar, hemos quedado en que la huida va a ser ya cosa de cada uno conseguirlo, no sabemos cuanto tardaran sus refuerzos en llegar si es que llegan, ni sabemos la resistencia que nos vamos a encontrar en el cuartel cuando lleguemos.”