- Evaristo: No podemos arriesgarnos a ser vistos sin antes comprobar a quienes tenemos por vecinos. Puede que sea una pobre familia igual de asustada que nosotros, o puede que sean una banda de atracadores. Lo mejor es averiguarlo lo antes posible y siendo todo lo sigiloso que podamos.
- Julia: Vamos a registrar la cueva.
- Liberado 1: Esperar, ¿qué armas tenemos para defendernos?
- Evaristo: Ninguna, yo como mucho les puedo tirar un sandwich a la cara, pero prefiero comérmelo.
- Liberado 2: Pues cojamos alguna piedra o algún palo.
- Julia: ¿Y si van armados?
- Liberado 3: En ese caso lo mejor será que los veamos nosotros a ellos, antes que ellos a nosotros.
- Evaristo: No os molestéis con las piedras y los palos. No van a marcar la diferencia en una pelea cuerpo a cuerpo, además aquí no hay más que chinatos y ramitas, no palos y piedras. Venga vamos ya.
Se debate entre encender las luces de la cueva o no, y al final se ha decidido por encenderlas. Por varios motivos, si alguien ya lo está esperando, la luz va a evitar sorpresas y sustos innecesarios, si nadie se ha enterado de su visita, igualmente va ser muy difícil dar con ellos a oscuras. Lo mejor es sigilo, pero en los pies y voz, mientras es mejor aprovecharse de tener los ojos bien abiertos.
De donde están ellos, ese hueco gigante en la cueva a donde incluso llegan los rayos del sol, salen unos cuantos pasillos que dan a las habitaciones y al estanque, lo importante ahora es recordar cual era el que tenía el interruptor de la luz. Cierra unos segundos los ojos, y se aprieta con la mano derecha su frente, si sus recuerdos han pasado a su subconsciente esa es la forma que tiene el grande de Sigmund Freud de recuperarlos. Necesita concentrarse, necesita ver a Genaro encendiendo ese interruptor con los ojos de su mente. Todos lo esperan a que se mueva, eso le está poniendo nervioso, eso hace que se atasque su memoria, desde que dijo “venga vamos ya” no se ha movido de su sitio.
- Liberado 4: Vamos a que esperas.
- Evaristo: shhhh, que estoy pensando.
Sigue con los ojos cerrados, se aprieta con más fuerza la frente, y de repente aparece en su memoria el recuerdo que buscaba. El interruptor, al menos uno de ellos si es que hay más, está en el tercer pasillo empezando por la derecha.
- Evaristo: Seguirme, ya sé a donde tenemos que ir.
Cuando ha abierto los ojos lo único que se ha encontrado es con caras de escepticismo, salvo la de Julia, que lo conoce y tiene claro que sabe de lo que es capaz con los ojos cerrados y un apretón en la frente. Al contrario de cuando entro en la cueva, esta vez sus pasos son decididos, la luz que llena la cueva ayuda. El grupo sigue sus pasos de cerca.
Entra en el pasillo, vuelve a cerrar los ojos un segundo, y confirmado está justo ahí, al alcance de su mano derecha, camuflado entre la oscuridad del pasillo y sus rocas. Palpa la pared, la palpa otro poco, y efectivamente, ha dado con él. Al pulsarlo el pasillo se ilumina, y la semi oscuridad en la que estaban se transforma en claridad absoluta.
- Liberado 5: ¿Qué haces? se no sabían que habíamos entrado, ahora se seguro que se han enterado.
- Evaristo: ¿Qué esperabas?, ¿que los encontrásemos a oscuras?
- Liberado 6: Cuanta más luz siempre es mejor si estás buscando algo.
- Julia: Dejar de discutir y sigamos buscando.
- Liberado 3: Eso, eso.
A la luz de las lamparas la cueva ha perdido todo su encanto, ya no es ese sitio oscuro en el que podía haber un forajido en cualquier esquina esperándolos. Ahora se parece más a una casa, lo único que se ve es un pasillo aparentemente infinito salpicado por puertas de madera a sus lados.
- Evaristo: No se me ocurre otra cosa que ir abriendo las puertas una a una, ¿alguien tiene una idea mejor?
- Liberado 2: ¿Y si nos están esperando?
- Evaristo: Es o eso, o vivir en mitad del bosque, vosotros elegís.
- Liberado 5: Habrá que abrir las puertas entonces.
- Evaristo: No creo que lo mejor sea ir abriendo una a una los catorce juntos, lo mejor será hacer grupos de tres. ¿Qué os parece? así acabaremos antes. Dejar la puerta abierta de la habitación que registréis para saber que ya ha sido revisada.
Los grupos se forman rápido, en total se han formado cuatro, a él y Julia les ha tocado solos en uno. Juraría que no lo ha hecho a posta, lo mismo ha sido el subconsciente el que le ha traicionado, pero ya no tiene tiempo para apretarse la frente y averiguarlo. Cada uno de los grupos va revisando una a una las habitaciones, el pasillo es estrecho, se van cruzando constantemente los unos con los otros, tanto que parece que los grupos han perdido todo sentido más haya de la obligación de que nadie abra una habitación solo por lo que pueda pasar.
Puerta tras puerta nunca aparece nadie a su otro lado, hasta que al final se da un susto de muerte cuando al abrir una de ellas aparece una pareja abrazada y escondida en un rincón de la habitación. Sabía que iban a ser ellos los que los encontrasen.
- Pareja 1: ¡Por favor no nos hagáis daño!
- Evaristo: Tranquilos estamos aquí igual que vosotros escondiéndonos de los alienígenas. Nadie va hacer daño a nadie.
- Pareja 1: Pensamos que erais ellos, cuando oímos voces y pasos en la cueva nos escondimos, ya creíamos que nos habían encontrado y nos llevaban a uno de sus campos de concentración de trabajo forzada.
- Evaristo: ¿De que hablas?
- Pareja 2: ¿Cómo de que hablamos?, ¿es que no os habéis enterado?, ¿vivís en otro planeta o qué?
- Evaristo: Aunque parezca surrealista, sí. Es una larga historia, imagino que igual que la vuestra.
La conversación se interrumpe de forma violenta cuando empieza a escuchar gritos.
- Evaristo: ¿Qué es eso?, ¿son gritos?
- Pareja 1: Habéis dado con más de los nuestros.