Con cada uno de sus pasos leves crujidos resuenan en el silencio que inunda la habitación, han conseguido que hasta sean rítmicos, la cadena humana se representa en su cabeza como una locomotora que se acerca a su destino. La ventana está cada vez más cerca, y con ella el desenlace de su destino, por ello si quiera se agarra más fuerte a la camiseta de Julia, de ella depende ahora su suerte, en su cabeza está el genial plan que pondrá punto y final a la tragedia.
Son unos escasos metros, la locomotora apenas ha cogido velocidad de crucero cuando definitivamente se para. La cercanía de la ventana a transformado lo que ven sus ojos en una película de blanco y negro, la luz que por ella entra no es lo suficiente como para hacer que broten colores de los objetos que toca, de todas formas, es lo suficiente para ver de nuevo la forma de su cara, juraría haber visto esa expresión antes y en seguida reconoce que era la misma que tenía el día que la liberó de las cuerdas que la ataban a una silla en la casa del martillo, esa experiencia la ha tenido que marcar de por vida, esa experiencia es la que la está haciendo tirar del grupo, “¡Vive libre o muere!” gritaban los Revolucionarios Franceses en 1789, se imagina que eso es lo mismo que tiene que estar gritando Julia dentro de su cabeza.
La ventana está cerrada por dos simples cerrojos a cada lado, eso le ha hecho emitir un largo suspiro al verlos, no va hacer falta romperla, no va hacer falta jugar de nuevo a la lotería con el manojo de llaves que encontraron, tampoco necesitaran burlar ningún sistema complejo de seguridad como el que había a la entrada. La única pega que puede ponerle a la ventana es su altura, no es que tengan que trepar hasta ella, pero su posición muy por encima de la cintura, si tenemos en cuenta la estatura media de un terrícola, va hacer muy complicada una escapada fluida, ya se imagina a todo el mundo enganchado en la ventana colgando con una pierna a cada lado, siendo finalmente rescatados por los alienígenas que esperaban con hambre al otro lado. Pero para eso Julia también tiene una solución, tras abrir con mucho cuidado los cerrojos, y luego la ventana, ha puesto sus manos como un escalón para facilitar la huida, eso significa que ella será la última en salir, y que él va a tener que esperar un tiempo insoportable fuera hasta volver a verla. Ya no hay tiempo para dudas, un simple gesto de Julia le hace poner el pie en sus manos y trepar por la ventana, en lo que dura un abrir y cerrar de ojos esta fuera. Sólo quiere que salga, que los doce que faltan salgan pronto para que llegue su turno, por eso hace exactamente lo mismo que ella y pone otro escalón con sus manos al otro lado de la ventana. La idea funciona, y uno a uno salen del almacén, todos con una cara terrible de miedo, todos mordiéndose los labios para no emitir ningún sonido, todos conteniendo la respiración para que no sea la que los delate, todos haciéndole daño en la mano. Hasta que al final sale Julia, en la única que la expresión de miedo ha dado paso a una de rabia, la única que al salir por la ventana no le ha hecho daño en la mano porque ha salido con una destreza gatuna que no la ha necesitado.
Es imposible que puedan pasar desapercibidos, ya se lo imaginaba cuando liberando a los presos cada vez había más y más, pero ahora a la luz de las farolas que iluminan la estación espacial es todavía más evidente. Mira a Julia, Julia lo mira a él, y dando respuesta a eso que estaba pensando, sale corriendo sin parecer que le importe ningún sigilo, ahora lo único que parece importarle es llegar lo antes posible a ese lugar hacía donde se dirige. Él hace exactamente lo mismo y un instante después está corriendo detrás de ella, el resto tampoco se queda quieto, la huida se ha convertido en un sálvese quien pueda que todavía se hace más urgente por culpa de las sirenas que han empezado ha sonar por toda la estación a la vez que Julia empezara su carrera.
Las sirenas resuenan en su cabeza, le impiden pensar en nada que no se correr con todas sus fuerzas y en no perder de vista a Julia, cosa que no es nada fácil porque la misma habilidad que mostró saliendo por la ventana es la misma que ahora tiene torciendo esquinas, recorre la estación espacial como un laberinto se ha aprendido de memoria.
Apenas le dan los pulmones, apenas le da el ritmo de su zancada para seguirla, hace rato que no sabe nada de los otros doce que supuestamente les siguen, no es capaz de encontrar un respiro para girar su cabeza y saber si les siguen. Tiene la impresión se que Julia se mueve en zigzag, sin rumbo definido, está seguro de que lo hace para desvelar lo más tarde posible a donde se dirige, pero ya no puede engañarle por más tiempo, se están acercando hacía la nave espacial con la que llegaron. Si eso es lo que ahora el piensa, que hace rato que los nervios y la agonía de la carrera le impide pensar con claridad, hace rato que ya lo tienen que haber pensando los alienígenes que han sido alertados por la alarma y que con toda seguridad tienen que saber hacía donde se dirigen. Pensamiento premonitorio, porque un rayo láser al poco le pasa rozando la cabeza, los están siguiendo y cada vez los tienen más cerca.
Por fin la nave aparece ante sus ojos, corre todo lo que puede hasta a ella, Julia apenas le saca unos pasos, se siguen oyendo disparos, ahora mezclados con gritos que suplican espera.