Apenas ha pegado ojo en toda la noche, los nervios de la relevancia del día, y haber tenido a Julia 

tan cerca toda la noche no le han dejado liberar lo suficiente la mente como para relajarse y poder conciliar el sueño. Apenas hablaron durante la cena, apenas se intercambiaron algunas palabras, pero no les hace falta más, lo poco que se dicen y se miran habla por si mismo de lo que les pasa.

Está nervioso, antes salir de casa se aseguro varias veces de que todo se quedaba correcto, nada de luces o fuegos encendidos, cuando hace eso, es que no está lo suficientemente atento a eso que hace. Cuando cogió la bici eléctrica para ir al trabajo casi la arranca de cuajo del puesto donde se carga, se le olvidó pasar la tarjeta primero para liberarla, y durante el camino se saltó dos semáforos, aún no sabe como ha llegado de una pieza. La granja donde va a empezar a trabajar está a pocos minutos en bici de la ciudad, es una granja enorme de donde sale todo el alimento que en ella se consume. 

Al llegar enseguida se da cuenta de que no es el único que ha empezado con el día torcido, mientras pasan lista se fija como alguno sólo atiende a su nombre tras varias repeticiones, y algunos incluso tras varios codazos de aquellos que están a su lado, parece que todo el mundo está con la mente en otro lado. A Evaristo, tras confirmar su presencia, le asignan junto al resto del primer año, a recolectar la fruta y hortaliza que todavía no es recolectable mecánicamente, es el trabajo más duro por el resto se hace o sobre una máquina, o utilizando una máquina, o simplemente supervisando como lo hace una máquina. Antes de la Gran Revolución la humanidad vivía temerosa por culpa del miedo a ser completamente reemplazada por el capital por máquinas, ellas pasarían a ocupar sus puestos de trabajo, siendo más baratas en mantenimiento y más duraderas, sin olvidarnos de que ellas ni piden ni tienen derechos laborales. Pero a raíz de la Gran Revolución las máquinas dejaron de ser enemigas para convertirse en aliadas, gracias a ellas la humanidad era libre de dedicarse única y exclusivamente a aquello donde era imprescindible, las máquinas ya no le robaban el trabajo, ahora le hacían la vida más fácil.

Lo primero que ve de la granja son los vestuarios, allí se desprende de su ropa de paisano y se pone el mono de trabajo, uno de color oscuro que parece tener la intención de ocultar la inevitable suciedad que conllevará sus labores. Es la primera vez en su vida que ella de menos a Ricardo, hasta entonces todo, todo, lo habían hecho juntos. No obstante enseguida empieza a hacer amigos por decirlo de alguna forma, porque la mayoría ya se conocen, o del centro de niños, o del colegio, o de la propia ciudad. Los primeros con los que habla son sus compañeros de taquilla, uno de ellos, ya era amigo del colegio y se llama Martín, el otro tiene la impresión de ser la primera vez en su vida en verlo, tras presentarse averigua que se llama Mario. 

Ya vestidos los esperan en la puerta aquellos que ya son considerados veteranos por ser o su ultimo año de trabajo obligatorio o estar cerca de serlo. Antes de llevarlos a trabajar les dan una vuelta por la granja para enseñarles lo que hay. Empiezan por la huerta que es inmensa, frutas y hortalizas de todos los colores y sabores la salpica, y luego a ver a los animales, tienen vacas y cabras de donde sacan la leche y queso, y cerdos de donde sacan la carne, y ovejas de donde sacan la lana, y aparte tienen animales de tiro que son los que los ayudan con labores de la granja que todavía no han sido mecanizadas, o por si acaso alguna máquina falla.

Con el paseo ya han perdido ya han perdido gran parte de la mañana, para cuando está de rodillas recogiendo fresas apenas le quedan un par de horas del resto de la jornada de cinco horas. Es un día caluroso, el sol reina en el cielo, y la postura le hace sufrir al poco tiempo de haber empezado, apenas si puede levantarse del suelo, todo lo que hace lo tiene que hacer agachado, o de rodillas, o en cuclillas, o si lo prefiere tumbado en el suelo, la humanidad todavía no ha inventado una mata de fresa que sea fácil de recolectar. Lo primero que siente es como las pequeñas piedras que componen la tierra se clavan en sus rodillas, hasta que al poco tiempo no existe postura que alivie esa sensación de dolor, luego los riñones, está literalmente doblado sobre si mismo, apenas hay un órgano de su cuerpo que no se encuentre fuera de su zona de confort. Y tras poco tiempo haciéndolo lo siguiente que le asombra es la forma en que sus manos están cambiando de color por culpa de los fluidos segregados por la planta y por el polvo que la cubre, sus uñas están negras, sus manos marrones. En algún momento de todo ese sacrificio por parte de los que hasta ahora no habían sido más que alumnos, empiezan a aparecer las primeras quejas, aquellos que se comparan con esclavos, que dicen solamente faltarles las cadenas a los tobillos, que no debería existir nada obligatorio. Al principio esas quejas son tratadas con humor, muchas son contestadas por carcajadas, pero pronto surge esa sensación, se hace palpable ese resquemor de la obligación, del que está obligado a hacer algo en contra de su voluntad. Pero en realidad no existe esa obligación, todo el que no quiera trabajar puede hacerlo, simplemente tiene que sufrir la consecuencia de no poder exigir nada a cambio de la sociedad, automáticamente pierde todos los privilegios de vivir en ella, no hay casa, ni ciudad, lo único que hay es destierro, por eso la mayoría no dice nada y trata de tomárselo con filosofía.

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