Segismundo mira y mira en el armario y no sabe que ponerse. Al fondo parece que distingue unos pantalones chinos de color kakis que a lo sumo se habrá puesto dos veces, es la típica prenda que odia, pero muy seriamente valora la necesidad de llevarla hoy puesta, quiere dar una buena impresión al policía, sabe lo importante que es una buena apariencia. El problema es que lo hacen sentir incomodo, incomodidad que va a quedar reflejada en sus gestos, su cara y por eso los desecha. Cerca de los pantalones chinos color kakis hay una camisa de color azul lisa, ideal para llevarla con los pantalones chinos de color kakis, pero no con unos vaqueros que han pasado a ser ahora su primera y única opción, ambos colores azules van a parecer miméticos, como consecuencia va a parecer que lleva un mono puesto, eso le va hacer también sentir incomodo, así que también la desecha. Al final ha decidido ir como siempre, en camiseta, vaqueros  y sus All Stars agujereadas rojas. Ya sólo le queda decidir que camiseta y que vaqueros ponerse. La mayoría de sus vaqueros han sido presa del desgaste, no sabe como, pero el teléfono móvil, es decir su mp3-reloj, ha hecho agujeros en la tela vaquera a la altura de los bolsillos, únicamente se salva uno, así que va ser ese, en cuanto a la camiseta la elección va a ser sencilla lo mejor es una blanca sin dibujos ni letras, lisa, esa es su preferida y además hoy tiene la suerte de estar limpia para ponérsela.

Ahora ya que lo tiene decidido, puede dedicarse a ponérselo y ocupar el cerebro en pensar en otras cosas, inevitablemente sólo puede pensar en una, en el día de ayer. Fue el día más intenso de su todavía corta existencia, fue la primera vez que asesinaba a alguien, y esperaba que fuese la última, y fue la primera vez que tenía sexo con una chica, lo más rocambolesco o inusual de ambas no está en sí en el valor que tiene cada acción por separado, ni siquiera en el hecho de su primera vez conjunta, lo raro es que a quien asesino era la madre de la chica con la que se acostó. Eso lo situaba en los extremos de la especie humana, era un ser raro dentro de los raros. Valorando ambas cosas, sólo disfruto con una, aunque ambas le crearon remordimientos. El no haber disfrutado asesinando a Susana lo tranquilizaba, no era un sádico ni un asesino en serie, lo que él era, o al menos como él se consideraba era como un superviviente. El sexo con Isabel le gusto, fue un reflejo de la intensidad de emociones del momento, sus lágrimas y tristeza se transformaron en pasión, lo mismo que pasó con su sentimiento de lástima por ella, los remordimientos vinieron a la mañana siguiente, cuando vio a Isabel ponerse ese maldito jersey de color rojo, ese jersey que tanto le recordaba a Julia. No quería a Isabel, había matado a su madre, y ahora en un rato tenía una entrevista con ella y un policía, menos mal que al menos lo haría en camiseta, vaqueros y zapatillas. 

Ya ha terminado de vestirse, se mira al espejo pero evita mirarse a la cara, está perfecto, abre la puerta y se dirige a las escaleras. Las sube despacio, aunque parezca increíble siente agujetas en partes del cuerpo donde nunca antes las había tenido, todos esos pequeños dolores lo hacen acordarse de lo que pasó ayer, pasa la segunda planta, pasa la tercera, esta es donde Ataulfo tiene su habitación, y finalmente llega a la cuarta, apunta con el dedo y exactamente igual que hizo ayer llama al timbre, la única diferencia es que esta vez lo hace solo. En poco tiempo le abre la puerta Isabel, lo hace con su cuerpo entero rodeado por toallas, una la lleva en la cabeza como si fuese un turbante, la otro le llega de sus pechos a por poco por encima de las rodillas, esto le deja medio en shock, se acaba de olvidar a lo que iba, Isabel al verlo le da un beso en los labios y cogiéndolo de la mano lo arrastra el interior de su casa. Todo dentro de ella le recuerda a lo que pasó ayer, conforme pasa por el pasillo va a Ataulfo, a Susana y a su mano llevando el mando a distancia, trata de hacer lo posible por concentrarse mirando como de forma sexy e hipnótica se mueve el culo de Isabel, eso realmente le ayuda. Isabel lo deja sentado en el sofá del salón delante de la tele, Segismundo traga saliva y le dice que espere allí sentado que va a cambiarse, le deja a su lado el mando de la tele, y además de la enciende, para que esté entretenido hasta que elle vuelva. Como cualquier Miércoles por la mañana no echan nada por la tele, Segismundo hace zapping en la tele, es incapaz de estar más de tres segundos en cada canal, al final la acaba quitando, y la espera en silencio en el salón. Por primera vez en todo el día se acuerda de que es el segundo día consecutivo que falta a clase en la universidad, pero es la segunda vez que se acuerda de Julia, de todas formas no cree que nadie vaya a echarle de menos. Al poco saca el móvil, abre el WhatsApp y mira su foto, llevaba tiempo que no lo hacía, se promete que si algún día es libre volverá a por ella. Al final acaba poniéndose un capítulo de South Park en el móvil y poco antes de que acabe aparece Isabel, esta vez vestida. Al verla, se promete no hacer nada para desvestirla, va realmente guapa, ahora se pregunta en que harán para matar el tiempo hasta que el policía venga, Isabel sugiere que lo mejor es que la ayude a terminar de recoger la casa, ella también quiere dar buena imagen y ayer su madre la dejó a medias.

Manolo antes de partir hacía casa de Isabel pasó por la comisaría y allí fue informado de la estrategia a seguir por Romero. Mientras Romero caminaba a un lado y a otro de su despacho le contó lo que tenía que hacer, de acuerdo al estado actual de las cosas, según Romero lo mejor no era cambiar la esencia de su estrategia, que se resumía en acabar deteniendo a Segismundo y Ataulfo y echarles la culpa de todo. Que el cuaderno de Luís hubiera sido robado, para él no cambiaba nada, sí bien ahora debían de tener más cuidado. El montaje que había preparado Romero era simple, convencer como siempre hace, a algún vecino para que fuese testigo ocular de lo sucedido, testigo de cargo que reforzaría las pruebas amañadas por la policía, pero esto era sólo para el caso de que ni Segismundo ni Ataulfo se rompiesen. El extravío del cuaderno lo que ahora hacía era descartar ese montaje inicial, por miedo a que tarde o temprano apareciese y se supiera la verdad, y centrar todas sus fuerzas en obtener la confesión de Segismundo y Ataulfo, lo que haría enterrar cualquier resquicio de amaño de la policía, si había confesión, los efectos sobre el descubrimiento de un supuesto montaje de la policía serían nulos, al fin y al cabo habrían hecho su trabajo. Pero si no había confesión, lo mejor era dejarles tranquilos, si Segismundo y Ataulfo caían como consecuencia de un montaje, y la verdad salía a la luz por culpa del descubrimiento del cuaderno, Romero también acabaría cayendo. Por eso Manolo va con la lección aprendida, tiene que ir a por ellos dos, apretarles en los interrogatorios, mirarle fijamente de forma intimidatoria como si hubieran encontrado pruebas contra ellos, mentir todo lo que pudiese diciendo que había pruebas que los incriminaban, arrancar esa confesión de una forma u otra, o toda su estrategia se echaría a perder y con ella sus esperanzas de ser rico y hacerle el favor al jefe de también serlo.

Apenas le quedan dos calles para llegar al albergue, durante el último semáforo se mira la cara en un espejo del coche, afeitado impecable. Lleva traje aunque sin corbata, y el coche es un coche que no luce los colores de la policía no quiera llamar la atención de los vecinos. El semáforo se acaba poniendo en verde, y en menos de dos minutos aparca cerca del albergue. Se mira de nuevo al espejo, ve su cara de confianza en si mismo y de estar seguro de lo que tiene que hacer, se baja del coche, camina apenas unos pasos hasta la puerta del albergue y llama al timbre de la casa donde vivía Susana y ahora vive sola Isabel. Isabel deja de doblar la ropa, y sale corriendo a abrirle, a Segismundo casi se le para el corazón pero trata de tranquilizarse como puede, sale directo a sentarse en el sofá tal y como le ha ordenado Isabel antes de salir pitando. Segismundo no puede hacer nada para cambiar el pasado, pero todavía puede luchar el presente, cada vez está más cerca de ser rico, lo peor él cree, ya ha pasado.