El Indio está aislado, nadie en su sano juicio se acercaría a él, se puede considerar amplia y llanamente un apestado social. No obstante, eso no impide que otros marginados sociales compartan con él intereses, aunque sólo sea de forma momentánea. El Indio se crió en un barrio chabolista de la capital madrileña, en él no sólo hizo lazos con Manuel, él que ahora ni intenta llamar por su apariencia nerviosa ante su presencia. La amistad con Manuel fue la más profunda, pero existen otros que como él han pasado parte su existencia entre rejas y mantienen esa relación de amor odio con la policía, que conocen de que pie cojea cada comisario, que sabe los coches que utiliza la policía secreta, que ha visto la cara de chivatos e informadores, y quién hasta en alguna ocasión ha trabajado para ellos. 

Para conseguir ese tipo de información lo primero es tener autenticas credenciales, nadie se va a acercar a ti si sospechan de una doble cara, un doble juego en favor de la policía, pero en este caso el Indio cumple con los requisitos mejor que nadie, haber matado a un policía, aunque no fuese de forma intencional, le abre muchas puertas y simpatías dentro del mundo criminal. El Indio tras ver la cara de Manuel, su fabuloso trabajo de friegaplatos, y el hostigamiento al que está siendo sometido, decidió pasar una tarde cerca del barrio marginal donde se crió. Tomarse una cerveza y echar un billar en el bar donde lleva comprando bellotas desde que le alcanza la memoria. Es un bar que parece una fortaleza, un puerta de seguridad en la entrada, como la que esconde un tesoro, denota que su interior alberga algo valioso. Pasó, se tomó una cerveza, rechazó la oferta de hachís, y se puso a jugar al billar con todo la normalidad del mundo. Al poco rato la noticia de que uno de los más ilustres delincuentes del barrio había vuelto corrió como la pólvora, y el bar, cuando hasta hace poco estaba vacío se empezó a llenar de curiosos y gratamente para el Indio de algún conocido. La amplia carrera criminal del Indio le ha hecho ser alguien realmente popular. No paso mucho tiempo cuando a la partida de billar se sumaron otros dos viejos conocidos del Indio, ambos con un pasado criminal también digno de reconocimiento. Tras abrazarse y alegrarse mutuamente de volver a coincidir vivos en un lugar, la conversación entre disparo y disparo de la bola negra tomó un sentido interesante. Seis Dedos, empezó a advertir al Indio de que lo mejor es que no volviera, sabían de sobra que la policía andaba detrás de él, y eso no le hacía mucha gracia al dueño del bar, “lo mejor es que no vengas mucho hermano, atraes a los maderos, te están siguiendo, aquí lo sabe todo el mundo, y como haya otra redada te van a echar la culpa a ti”, pero no solo eso, tras decirle también “sabes de sobra lo que te respeto, y lo que odio a esos cerdos, pero no te puedo ayudar, no te acerques a mi, y todos los del barrio te van a decir lo mismo, la policía quiere tu cabeza en bandeja de plata, y todos los que estén a tu lado están amenazados de sufrir la misma suerte que tu”, al menos le echó una mano “mira, está es la última vez que nos vemos, lo mejor como ya te he dicho es que no vuelvas por aquí sino quieres líos, ya fue mala suerte hermano lo de ese madero…pero te voy a contar algo que lo mismo te interesa, porque ya sabes que por aquí la policía también viene, y uno tiene amigos hasta en el infierno. El madero que está detrás tuya es Romero, ese es un hijo de puta, ten mucho cuidado con él, lo sabemos por la moto, que la han visto aparcada delante del albergue de Susana, ¿te enteraste de lo de la hermana no?, bueno, el caso, tiene a uno de sus hombres dentro del albergue para coger información de ellas, se ve que Romero quiere meterle mano a la herencia y está a ver como lo hace, lo único que sabemos es que se llama Luis, era un antiguo delincuente que ha hecho uso de la puerta giratoria y ahora trabaja de informador para la poli, ya sabes que en este mundillo nos conocemos todo el mundo. Lo último que te digo hermano es que tengas mucho cuidado, se rumorea que la poli a puesto precio a tu cabeza, te quieren vivo a muerto…”. Seis Dedos, le dio a el Indio la información suficiente como para reafirmarse en sus pensamientos, para reasegurarse de que no estaba loco, que efectivamente Susana muy probablemente estaba siendo coaccionada por la policía y por eso no le dejaba verla ni tampoco a Isabelita, y el olor a incienso en la habitación cada vez que entraba también quedaba confirmado, era la presencia del mal en forma de policía la que dejaba ese aroma diabólico, después de todo su presencia continua alrededor suya no era causalidad, y ciertamente en una cosa tenía razón seis dedos, en esas condiciones era todo un atrevimiento el haber vuelto a ese bar, y lo sería más todavía el volver después de las advertencias de seis dedos.

Por eso, cuando ayer le mataban los pies, cuando la espalda le dolía tanto que apenas le permita mover el cuello, cuando la imagen de Romero, sin haberlo visto se le aparecía en la mente de forma fija como único y exclusivo objeto de su odio, cuando la probabilidad de reforma que representaban los servicios sociales se representaban en su imaginación como una amenaza real a su liberta e integridad como individuo, empezó a urdir un plan, después de todo era el Indio, había robado cientos de carteras sin que nadie nunca le hubiese pillado, había robado cientos de coches, y si no fuera por un chivato también hubiera robado cientos de bancos. Por eso, ayer, mientras el Indio temía y temía con temores fundados las consecuencias de su pobreza o dependencia económica, decidió que lo mejor era hacer uso de la información que Seis Dedos de le había proporcionado.

Si de verdad quería ser el ángel de la guarda de Susana, pero Susana no quería que se le acercase, tenía que conseguir pruebas para que la próxima vez que tuviese el valor de verla ella no le quedará más remedio que asentir con la cabeza y creerle, era la única posibilidad que tenía de ayudarla y a la vez de ayudarse a si mismo. Debía de tirar del hilo de ese tal Luís, porque era la autentica y real conexión con la policía. Se le abrían varias posibilidades, una muy diabólica y muy lejos del estilo del Indio era torturarlo en presencia de Susana hasta que hablase y confesase lo que sabía, pero esa posibilidad era irreal, por mucho que le atrajese. Otro posibilidad, era investigarlo como hacen los detectives, saber su cara, donde duerme, con quien habla, hacer de policía de la policía, esta era una posibilidad mucho más realista y plato tras plato fue cuajándola en su cerebro.

Hoy tampoco es que el Indio haya tenido mejor día, no ha dado ningún paso adelante, pero tampoco hacia atrás. Si el día de ayer fue duro, el día de hoy lo supera, simple y llanamente por el hecho de que hoy ya acumula el cansancio de ayer. Mira de vez en cuando a su entorno como rebuscando en su mirada un resquicio de lo que ya sabe, de lo que le ha dicho Seis Dedos, pero no les hace falta fingir, aquí nadie está jugando al poker con él, aquí simplemente nadie le hace ni caso más que para pedirle más rapidez en esas manos que friegan los platos, y que ahora parecen como garbanzos mojados, que han hecho desaparecer las marcas que está mañana tenía de la piel pelada que se le caía a cachos hasta hoy volverlas a meter en el agua. Las sirenas, Romero, los agujeros en su ropa, han pasado todos a segundo plano. Ahora vive obsesionado con Luís, menos mal que mañana ya libra, menos mal que ya ha tomado una decisión de que va a hacer con su vida, menos más que ya tiene un objetivo al que dirigir sus fuerzas y que motiva su existencia. Mañana es día de descanso, pero al siguiente va a volver a poner en uso esas manos que tanta fama le han dado.