La llegada de la nueva Isabel está provocado una turbulencia a su alrededor. Su relación con Segismundo avanza a buen ritmo, y Ataulfo no quiere quedarse atrás, desde que llegó, el también ha reanudado su visitas diarias nocturnas a la habitación de Segismundo. Necesita ponerse al día, de cuales son las avances en la relación, y sobre todo, recortar flecos, limpiar impurezas, terminar de perfilar un plan, que parece todavía en un estado embrionario. A Ataulfo lo que le preocupa es quedarse fuera del trato, la relación entre Isabel y Segismundo no es a dos bandas como se podría pensar cualquier observador ajeno a lo que se fragua cada noche en la habitación de Segismundo, la relación es a tres bandas, forman un triangulo amoroso bizarro, en el que Ataulfo juega un papel esencial, él es quien ha encendido la llama del fuego que representa la relación de Segismundo y Isabel, y ahora es quien tiene el cometido de velar por que no se extinga.

Después de trabajar, como siempre desde que hace un par de días ha vuelto Isabel, ha ido a ver Segismundo. Segismundo por su parte ha vuelto a esperar sus visitas como parte de sus obligaciones diarias, ir a la universidad, estudiar, correr con Isabel y aguantar a Ataulfo, lo único que no es una obligación de todo lo que se ha convertido su vida, es querer a Julia, a la que trata como un pajarillo que tratas de alimentar en tu mano, pones migas para que venga y se fije en ti, pero te estás muy quieto para que no se espante y se vaya. Ataulfo tiene ganas hoy de hablar, ha tenido como de costumbre un día duro en el supermercado, su jefe lo tiene enfilado, no le quita el ojo de encima, y no deja de pensar en el dinero de Susana e Isabel. Ataulfo, al igual que Segismundo, es un ser solitario, sin una meta definida en la vida más allá de sobrevivir un día más, por eso necesita con ansia cumplir su plan, parece que es la única oportunidad que la vida le va a dar de dejar de sentirse un esclavo prisionero de la sociedad. Hoy para matar el rato y aliñar la monótona conversación que desde hace meses mantiene con Segismundo ha venido preparada, como no hacía desde que propuso el plan a Segismundo. Viene equipado con litronas, patatas fritas, y diez euros de hachís que ha pillado en los moros.

Ataulfo dirige la conversación, tiene que guiar al instrumento en que se ha convertido Segismundo, más joven que él, con menos experiencia, y que se deja guiar por su picaresca, él tampoco quiere volverse a su pueblo con las manos vacías y parece que Atualfo es el único que tiene la solución.

Ya lo sabe Segismundo de que debe de pedirle el móvil, mira como con Julia no se le olvida, el problema es que en el fondo no lo quiere.

El libro de Segismundo lo tiene Luís, que escucha atento con su oreja pegada a la pared toda la conversación. Es parte de las funciones que le ha asignado Romero, que básicamente se resumen, en hacer ostensible que le siguen y no sepa que hacer. Va a aparecer siempre cuando vuelva de clase por las escaleras, pondrá música alta los días antes de los que tenga examen, le romperá los calzoncillos volviéndolos un colador, le irán desapareciendo cada vez más cosas de la habitación, y así hasta que lo vuelva loco. De todas formas, hoy la conversación de ambos ya ha dado para mucho, ha podido llenar la libreta para la conversación que tendrá mañana con el enlace de Romero.