Madrid es una ciudad complicada, nada parece lo que es y nada es lo que parece, los matices, los detalles, los pequeños gestos, es lo que diferencia lo hostil de lo ameno, lo verdadero de lo falso, es lo que te puede ayudar a reconocer a un enemigo de un amigo, y aun así debes andarte con cuidado, lo bandos cambian de miembros y nadie lleva un carnet que indique a cual de ellos pertenece. Por ahora, y ninguno de los dos sabe por cuanto tiempo, Segismundo y Ataulfo siguen siendo amigos, se necesitan el uno al otro para ejecutar su plan, Segismundo es incapaz de matar a un insecto, aunque la vida todavía no lo ha puesto verdaderamente a prueba, y Ataulfo no puede acercarse al dinero si no es con la ayuda de Segismundo. El destino los ha convertido por una sucesión de circunstancias incontrolables en aliados, inevitablemente aliados, lo que comenzó siendo una relación basada el la soledad mutua consecuencia del aislamiento al que somete a los individuos una ciudad devoradora de seres humanos como Madrid, ha pasado a ser una sociedad con un fin común, ambos quieren ser ricos. Ataulfo no puede dejar esta oportunidad que le está brindando la vida y no le quita el ojo de encima a Segismundo, la semilla de la desconfianza empieza a sembrarse en ambos compañeros, Ataufo teme que Segismundo pueda darse cuenta de que su presencia puede considerarse superflua si Segismundo hace acopio del valor, o mejor dicho, deja a un lado todos sus valores, se remanga la camisa, y hace todo por si mismo. Ataulfo está nervioso, ahora necesita de la presencia de Segismundo, necesita verlo para sentir que sigue siendo necesitado, hoy no llega a la habitación de Segismundo como tiene de costumbre a la hora de la cena, tras que él haya llegado de clase, hoy lo está esperando en la puerta desde hace rato y lo ve llegar con la mochila al hombro.
- Ataulfo: ¡Venga!, que llevo ya un rato esperándote, ¿dónde te habías metido?
- Segismundo: Pues donde siempre, no tengo a muchos otros sitios donde ir, en clase, a ver si aprendo algo.
- Ataulfo: Tanto aprender, tanto aprender, si a ti ya no te va a hacer falta nada de eso…
- Segismundo: Anda pasa, hablemos mejor dentro.
Como una flecha Ataulfo pasa a ocupar su silla, esa donde lleva sentándose desde que se conocen y lo visita por las noches, está excitado, sabe que los acontecimientos se están desarrollando rápido, que tienen que estar atentos si no quieren quedarse sin nada, y además hoy tiene algo importante que contarle a Segismundo, y espera que Segismundo haya cumplido con su palabra de ayer y haya iniciado su acercamiento a Isabelita.
- Ataulfo: ¿Empiezas tu o empiezo yo? Empiezo mejor yo como de costumbre, tu come, come, que tienes que estar muerto de hambre. Agárrate a la cama si quieres, porque puede que lo necesites, el plan se está complicando. ¿Te acuerdas que te conté que nadie sabía nada del padre de Isabelita? bueno pues esa ha cambiado drásticamente. Yo también me equivoco Segismundo amigo, y aunque me paso en los días en los bares, de todo, todo, no me entero, hay secretos que son inconfesables, hay cosas que los barrios ocultan como tesoros, por respeto, por evitar problemas, por dejar que sane la herida, o yo que se porque, pero yo no lo sabía. No nos conocemos desde hace mucho Segismundo, y tengo que ser plenamente sincero contigo, yo no soy del barrio, barrio, como puede que te imaginases, yo vengo de otra parte de Madrid, pero me mude a vivir aquí hace ya casi 20 años, buscando trabajo, es más fácil encontrarlo por el centro. No te quiero liar, sigo, lo del padre de Isabelita, ha vuelto, ha vuelto y hoy a estado en el albergue, aquí abajo justo, hablando con ella. El barrio está como un hervidero con la noticia…
Segismundo al oírlo se queda con la boca abierta, se entreve el trozo de bocadillo que estaba masticando hasta que ha oído “ha vuelto”, tiene una mirada de asombro entre estupefacción, y terror, no sabe muy bien que significa eso de que ha vuelto, pero no puede ser nada bueno.
- Ataulfo: No me mires así hombre, no nos podemos venir a abajo por culpa de las adversidades, o ¿te crees que todo va a salir rodado? acuérdate de lo que te digo, tendremos momentos malos, peores que este. Tu sigue comiendo que sigo. He tirado de contactos, vamos Maria, la camarera del Bar Stacy, y le he dicho que me habían contado en el albergue que el padre de Isabel había vuelto, me lo ha dicho está tarde cuando he vuelto del trabajo el de la puerta de enfrente, hablamos poco, pero la gente es chismosa y no puede aguantar un secreto. El caso, María, que está algo mejor informada que yo, me ha contado parte de la historia. Le llaman el Indio, es un tío así grandón, moreno, parece gitano pero no lo es, con una larga melena negra, acaba de salir de la cárcel. Por lo visto, se dedicaba a atracar bancos y lo pillaron huyendo de uno, con tan mala suerte que en la huida atropello a un madero, a un poli, la mato, y le cayeron entre una cosa y l a otra más de veinte años en la cárcel, que se ha chupado enteritos en Cáceres. Yo le he dicho, joder María, nunca me cuentas nada, y ella me ha dicho “si no me lo has preguntado, como quieres que te lo cuente”. En verdad lo que pasa es que la movida es un tema tabú en el barrio, nadie quiere hablar de él, yo creo que es una mezcla de miedo y de respeto por Isabelita y Susana, que parece que son las que nunca hablan del tema, y bueno…yo hasta aquí…¿qué te parece?
Segismundo tras el gesto de asombro paso a esconder su cara entre sus manos, ha estado escuchando atentamente todo lo que le tenía que decir, y ha estado intentado evitar poner cara de enfado, sabe que, que haya vuelto el Indio no es su culpa. Se quita las manos de la cara, se traga lo poco que le quedaba del último bocado del bocadillo de mortadela que hace rato yace olvidado entre sus manos, y responde.
- Segismundo: Ese viene a por la Susana, y como se entere de lo que tenemos planeado nos a cortar el cuello a ti y a mi juntos el cuello. Es otro competidor por el dinero Ataulfo.
Ahora Segismundo se levanta de la cama donde hasta hace un momento estaba sentado en apariencia tranquila, estático, sin ningún movimiento visible, y empieza a caminar nervioso de un lado a otro de su pequeña habitación, apenas le da para dar siete pasos se da la vuelta y sigue, y así mientras habla, en una especia de monólogo interior convertido en conversación por culpa de la presencia de Ataulfo, pero que no busca interactuar con él, mayormente lo que necesita es aclarar ideas consigo mismo.
- Segismundo: Vamos a ver, si viene es por algo, no va a irse de manos vacías. Viene a recuperar a Susana, y lo del dinero es un añadido. Pero claro, si antes Susana estaba sola, y camelándonos a la hija las sospechas nunca se iban a dirigir contra nosotros en el caso de que le pasase algo, pongamos morir, ahora hay un tío que no le va a quitar el ojo de encima a ella, y sobre todo a nosotros. Ese no se chupa el dedo, en cuanto me vea que me acerco a ella va a saber a lo que voy, y la vamos a tener, la va avisar, le va a decir que no se fíe de mi, y lo que antes parecía un plan sencillo, ahora se va a complicar enormemente. Además, si ha estado en la cárcel seguro que conoce a asesinos, delincuentes, y se nos puede volver todo en contra, cualquier día en un callejón oscuro ¡zasca!, los dos muertos, y un problemas menos, veras como así no se acerca nadie a la Isabelita…
Ataulfo, no sabe si reír o llorar, tiene razón, lo mira con media sonrisa en sus labios con miedo a interrumpirlo, apunto de echar la carcajada, apunto de sumirse en la misma desesperación en la que ahora parece sumido Segismundo. Se da cuenta que lo mejor es interrumpirlo.
- Ataulfo: Para, para, que se te está yendo la hoya. Tu como si nada, pues anda que no hay chicos y chicas jóvenes que hablan todos los días, tu igual que él, no estás interesado en el dinero, estás interesado en Isabel.
Esas palabras, que Ataulfo parece haber medido para buscar el sosiego de su compinche lo único que han hecho ha sido excitarlo más, aunque Segismundo intenta ocultarlo como puede. Julia, como alguien se entere de lo que siente por ella puede estar firmando su sentencia de muerte en el momento en que se acerque la próxima vez a Isabel. No puede enterarse nadie, y mucho menos Atualfo.
- Segismundo: Claro, claro, que dos personas se sientan atraídas y acaben casándose es…pues lo normal. Si yo lo sé.
- Ataulfo: Esa es la idea, tranquilízate ya que todavía no ha pasado nada. ¿Y con ella qué tal?, ¿habéis hablado ya algo juntos? Me dijiste que ibas a hablar con ella para darle el pésame por lo de su tía, ¿lo has hecho?
Pregunta que tiene un tono inquisitivo, es en realidad una orden en tiempo pasado.
- Segismundo: Sí, hable hoy con ella antes de ir a la uni. La chica es simpática, en le fondo me da pena, no parece mala. Hemos quedado en salir a correr algún día juntos, parece que la cosa funciona. Pero esto va a ser un trabajo largo..a este paso acabo la carrera y…que casarse es un rollo. ¿El plan parece un poco absurdo, no?
- Ataulfo: Tu no tengas prisa, pero no la dejes escapar. El tiempo es muy relativo, vamos a intentar acelerar las cosas un poco, tu échale cara y mañana te bajas en chandal después del bocata de mortadela a ver que te dice.
- Segismundo: Ok.