Ya hace casi una semana que pasó y la vida de Segismundo empieza a tomar el cauce que él había planeado. Camina por primera vez en mucho tiempo en dirección a la universidad. Al fin liberado de todo aquello que le impedía ser feliz, que le oprimía, que no le dejaba ser él mismo, a excepción de la policía que parece seguir queriendo exigirle su parte de todo esto. Segismundo se enteró de la muerte de Ataulfo al día siguiente, nunca pensó que iba a pasar tan pronto, y tenía dudas de siquiera funcionaria. Ataulfo murió esa noche en el cuarto de baño del Bar Stacy, pero no por culpa de una sobredosis, la causa de la muerte fue el golpe que se dio en la cabeza cuando calló desplomado en el cuarto de baño. Quien se lo contó todo fue María, que fue al día siguiente a primera hora a contarle lo que había pasado. Según ella, después de hacer con pericia maniobras para poder abrir la puerta y sacarlo del baño, lo encontraron inconsciente con una raja en la cabeza por la que había perdido mucha sangre, llamaron corriendo al teléfono de urgencias que mando una ambulancia al bar, cuando llegaron ya hacía rato que había dejado de respirar y su corazón de latir, en los brazos de María. En la ambulancia trataron de reanimarle, al igual que luego en el Hospital, pero fue inútil, el golpe en la cabeza casi lo había matado en el acto, su cerebro había sido golpeado en una zona de vital importancia y ya desde ese instante había sido condenado a la muerte. Por supuesto, dos días más tarde de lo sucedido Segismundo fue de los pocos que acudió a la misa que lo despedía, la organizaron los padres igual que el posterior entierro. 

La muerte de Ataulfo supuso una readaptación del esquema vital de Segismundo. Lo primero que hizo fue contratar a una mujer que se encargara de la recepción y resto de trabajos que estaban ligados al mantenimiento del albergue. Como socios, antes tenían que discutir todo, y eso, en la mayoría de los casos lo que suponía en que no discutían nada, la idea era meter a Ataulfo como un empleado del albergue que sirviese como justificante de un contrato de trabajo a través del cual Segismundo le pagaría su deuda adquirida con “el plan”. Pero esa idea nunca se llego a materializar, Segismundo corto por lo sano toda aspiración de Ataulfo. La contratación de esta mujer, Filomena se llama, dotó del todo el tiempo libre que le faltaba a Segismundo. Ya no tenía que hacer nada, y por el estado de las cuentas que pudo ver más tranquilo en casa antes de contratarla, no iba suponer ninguna carga económica, con lo que ganaba del albergue le sobraba para pagar su salario y el resto de gastos asociados al mantenimiento de éste. Segismundo todavía tenía todos los rendimientos de los alquileres de los pisos, de las acciones, de las cuentas, que había heredado. Segismundo era rico. 

El siguiente paso era evidente. Tenía que conquistar a Julia, pero para eso no había un plan preciso, como los que acabaron con Susana, Isabel o Ataulfo, el amor al igual que el hombre es libre por naturaleza, se mueve de forma anárquica, y nadie es capaz de predecir un resultado cierto por más empeño que le ponga a la obtención de un resultado cierto. Por el camino a la universidad se preguntaba como sería volver a verla, y sobre todo si seguiría sola. Han pasado muchas cosas desde la última vez que se vieron, Segismundo se ha casado, ha presenciado dos entierros y como consecuencia de uno de ellos ahora es viudo. Tiene el recuerdo de su cara y de la forma de su cuerpo como un tesoro entre las medidas más estrictas de seguridad para que no se evapore y se pierda. 

Segismundo ha aprendido a vivir con el acoso permanente al que la policía le tiene sometido, si bien eso no significa que no le moleste. Tiene claro que ese va a ser el último problema que tiene que solucionar para que Julia lo quiera, problema que se hace más evidente cuando llega a la altura de la universidad y pasa un coche de policías con las sirenas a todo volumen y saltándose el paso de cebras por donde iba a cruzar Segismundo. Si este tipo de coacciones, de extorsión encubierta sigue dándose de diario es muy difícil que tarde o temprano Julia no se de cuenta de lo que pasa y le entre miedo de estar a su lado. Ahora Segismundo siente con crudeza como puede tener todo lo que quiera, menos lo que más falta le hace. 

Su llegada a la universidad despierta toda la expectación que se esperaba, sus compañeros lo miran y cuchichean sobre él sin ni siquiera esperarse a hacerlo a su espalda. Segismundo se da cuenta de que es de repente famoso, que se ha tenido que enterar ya todo el mundo a estas alturas de la película de lo que ha pasado. No obstante esa fama nuevamente adquirida, no parece que le vaya a servir para dejar de ser el marginado que ya era, por lo que está viendo por las caras que ponen cuando lo ven pasar va a ser otra barrera más, otra cosa que Segismundo tampoco va a poder comprar con el dinero. 

Si mal no recuerda la clase que empieza ahora, primera mañana del primer lunes de su semi libertad, hoy toca una de las asignaturas de comparte con Julia. Y más que por ese motivo merece la pena ir. Al llegar a clase, se da cuenta de que su sitio ha sido ocupado, expropiado, usurpado, arrebatado, por un individuo que a simple vista no reconoce, pero que una vez su cerebro le desprende de la barba que lleva reconoce detrás de ella a Romualdo. No le importará tanto si cuando vuelva a verla a ella no se la ha quitado, por el momento simplemente se lo va a tomar como una intensificación leve de hostilidades entre ambos, consecuencia de la pasión que ambos comparten, y que no deja de ser una provocación mínima sin la menor importancia. Decide que lo mejor es ponerse lo más lejos de Romualdo posible, para evitar todo lo que pueda esos sentimientos que en él despierta, y elegir un nuevo sitio que al menos le dejen seguir viendo a Julia. Para eso, él también acaba robando, el supuestamente sitio de otro compañero de clase. Saca el cuaderno, los bolis, mira el casio  negro que un día le intentaron robar de forma incomprensible, y de repente allí está ella. Se sienta en su sitio como siempre, y Segismundo juraría que antes de hacerlo le ha lanzado una mirada furtiva como nunca hasta ahora, ¿significará que lo ha estado echando de menos?