No se cree lo que acaba de oír, ha sido la inevitable consecuencia de un órdago a la grande que no esperaba respuesta, en lo más profundo de su ser nunca se imaginaba que su plan fuese a ser aceptado por Segismundo. Era un fanfarrón, toda su vida había sido uno, la mayoría de las veces hablaba por hablar, por inercia, sin sentido, su boca se movía de forma independiente a cualquier otro órgano de su cuerpo, no obedecía ordenes, y eso tenía sus consecuencias. Peleas en bares por culpa del futbol “los del Atletico de Madrid sois todos unos perdedores”, novias que habían arrojado vajillas enteres a su cabeza “si es que sois todas unas putas”, juicios por desobediencia grave a la policía “señor agente, vaya usted a chapársela al alcalde y déjeme en paz”…y así innumerables consecuencias, todas nefastas, se acumulaban en su historial. No obstante lo de hoy, se llevaba la palma, se había comprometido de palabra a ser un asesino.
- Ataulfo: ¿cómo que cuente contigo?
- Segismundo: que sí, que hagámoslo, yo me ligo a Isabelita y tu te cargas a la madre. Estoy harto de estar encerrado, paso de clase a la biblioteca, de la biblioteca a este habitación, y de solo verte a ti la cara. Y sinceramente no me veo sacándome unas oposiciones aguantando a mi familia en casa. Hagámoslo.
- Ataulfo: a la madre nos la cargamos entre los dos. Es decir, da igual quien ejecute, si yo o “Perico el de los palotes”, pero el plan lo tenemos que pensar entre los dos, que si hace falta a Isabelita me la ligo yo…sino fuera porque ni me mira.
- Segismundo: bueno eso es lo de menos, tienes razón, aquí vamos juntos a por todas, somos un equipo. Pero lo primero tendrá que ser lo primero ¿no?, ¿cómo estás tan seguro de que la tía de Isabelita está medio muerta y sobre todo de que es rica?
- Ataulfo: yo te lo cuento…sabes que conozco a medio barrio, y que mi tiempo me gusta gastarlo en los bares, es donde más amigos de hacen, y donde uno se entera de más cosas. Resulta que una tarde, de las muchas que me paso en el Bar Stacy hinchándome o cubatas e intentándome ligarme a la camarera…
- Segismundo: a María…si le doblas la edad…
- Ataulfo: ¿te quieres callar? ¿te lo cuento o no?
- Segismundo: perdón, sigue sigue..
- Ataulfo: bueno… por donde iba… eso de las mucho que me paso hinchándome a cubatas e intentando ligarme a la camarera, llegó Manolo el de la tienda de lotería que está al lado del albergue y empezó a hablar con Carlos, el que tiene un quiosco de periódicos justo en la entrada de la boca del metro…ese, y empezaron a hablar del tema, Manolo es más o menos de la quinta de la madre de Isabelita y se conocen de toda la vida en el barrio, el caso, le empezó a contar el tan Manolo al quiosquero que se había enterado que la hermana de Susana, la madre de Isabelita, estaba ya muy enferma por culpa del cáncer que la habían traído al albergue para que la cuidara Susana, que ya no había remedio, y que de un día para otro…chin-pun, iba a morir…
- Segismundo: tiene sentido, hace un par de semanas que no le veo el pelo por el albergue, a la única que veo es a la hija, tiene pinta de que ya no va a clase… la veo estudiando cuando llego con los libros encima del mostrador…que está haciendo turismo creo…
- Ataulfo: porque está con la hermana, joder…si te lo estoy diciendo…
- Segismundo: pero a mi lo del cáncer como que me da igual, lo del dinero es lo importante ¿cómo sabes que es rica?
- Ataulfo: pues si lo sabe todo el barrio, tu como vienes de un pueblo perdido, escondido en el monte y llevas cuatro días en Madrid pues no te has enterado, pero la futura difunta estuvo casada con un rico banquero, el director de la oficina del banco que antes había justo donde ahora hay un Mercadona, antes ahí, unos años atrás, cuando tu todavía estarías jugando con el trompo en la plaza de tu pueblo, había una oficina de la antigua Caja Madrid, y el jefecillo era su marido…
- Segismundo: en plan ya patina, de ese trabajo no va tener tanto dinero…no seas ingenuo, le habrá dejado unos chorrillos pero de ahí a ser rica…
- Ataulfo: mira panoli, el suelo que estás tocando ahora es suyo, el maromo fue avispado y antes de que empezara todo el rollo de la burbuja inmobiliaria, con su buen sueldo de director de banco, se dedico a comprar pisos por todo el barrio, y no solo eso, por lo visto era un lumbreras con eso de las acciones, y también se hizo un pequeño imperio comprando o vendiendo.
- Segismundo: ¿el albergue es suyo?
- Atualfo: claro de la hermana de Susana, que se lo dejo el marido en herencia, bueno antes esto era una casa vieja, la echaron abajo cuando murió, hace ya unos años y construyeron el albergue, antes Susana estaba limpiando escaleras y la hermana la ayudaba como podia, porque el padre de Isabelita nadie sabe quien es…hay muchos rumores…sobre todo desde que le hizo la hermana el albergue, pero que yo sepa ese hombre nunca ha aparecido por el barrio.
- Segismundo: estamos hablando entonces de mucho dinero…para que no demos un palo al agua ni tu ni yo el resto de nuestras vidas…
- Ataulfo: pues eso te digo… de eso se trata…
La conversación sigue, dura hasta prácticamente media noche, y acaba con un apretón de manos entre sus dos protagonistas por que se comprometen a formar una alianza para la ejecución del plan que los va a sacar a ambos de la pobreza. Quedan en ir hablando, en ir poco a poco perfilando el plan, no da para mucho más el día de hoy, bastante que ha servido para unir sus fuerzas.
Mientras tanto, en un lugar no muy lejano de España, otro conjunto de sucesos también relacionados con la fortuna que Susana se dispone a heredar se desencadenan, el padre de Isabelita que lleva casi media vida en prisión, más de veinte años, está apunto de cumplir condena y abandonar la cárcel de Cáceres donde entró por robo a mano armada y asesinato. Resulta que mientras una hermana se casaba con un director de banco, la otra estaba teniendo una relación amorosa en los limites de lo marginal con uno que los robaba. Federico, apodado “el Indio” por su larga melena negra, se había criado en un barrio marginal a la afueras de Madrid, era un niño criado en chabola y que aprendió a delinquir desde muy temprana edad. Dotado de una manos ágiles, en sus primeros años de existencia, hasta la pubertad, se centro en robar carteras a los ingenuos turistas que poco a poco empezaron a llenar las calles madrileñas al principio de los ochenta, de ahí pasó a robo de vehículos de alta gama, en este caso sus habilidosas manos eran capaces de forzar la cerradura de la puerta con la ayuda de un alambre que el mismo había deformado y luego de provocar la chispa que hacía arrancar el motor del vehículo mediante el contacto de dos cables previamente seleccionados, cortados, pelados, y chasqueados, esto ya le sirvió para abandonar las chabolas y a su familia, o al menos lo que quedaba de ella al ser hijo de un padre alcohólico que se dedicaba a la venta de chatarra y una madre que economizaba lo poco que tenía entre sus otros cinco hermanos, cuando desapareció nadie lo echo de menos, si es que lo notó alguien en algún momento. Con lo que ganaba de la venta los coches robados paso a vivir en un pequeño piso del centro y con su reputación firmemente adquirida de escurridizo, nunca lo había detenido la policía en su larga carrera delictiva con poco más de veinte años, había pasado a ser el jefe de una banda que deseosa de acumular beneficios había empezado a planificar el robo de bancos, la experiencia acumulada robando coches, les serviría para huir del lugar elegido para cometer sus atracos. Fue en esa época donde conoció a Susana, en el tránsito de ser un ratero sin nombre a convertirse en un afamado ladrón de bancos, ella todavía era muy joven, vivía con sus padres en un piso cerca de lo que ahora es el albergue, hasta que deslumbrada por el Indio se mudo a vivir con él, las malas lenguas dicen que sabía perfectamente a lo que se dedicaba, pero ella siempre ha dicho que creía que era un simple vendedor ambulante que se dedicaba a vender perfumes y cremas casa por casa, en cualquier caso, de esa relación es de donde nace Isabelita tras poco tiempo de empezar a vivir juntos y prácticamente después de cumplir 18 años Susana. La carrera del Indio robando bancos se trunco tras no mucho de haber empezado, en su defensa diremos que antes de ser arrestado consiguió robar cinco sucursales con éxito, y darle una buena vida a Susana y a su recién nacida hija, si lo pillaron fue por culpa de uno de sus compinches que asediado por la policía, se cambio de bando, paso a ser un topo, un informador, e informo a los agentes de la hora y lugar de su último atraco, cargado de dinero, huyendo a todo velocidad del banco, una patrulla de policías lo estaba esperando cortando la calle por la que el topo les había dicho tenían prevista la huida, apenas le dio tiempo a verlos cuando el Indio decidió que cargado como iba de dinero y con una pistola en el bolsillo, lo mejor era acelerar atropellando a uno de los agentes que le cortaban el paso, murió en el acto, y él acabó estrellándose contra una farola por culpa del impacto de su coche contra el coche de policía que le había dejado sin escapatoria.