Julia vuelve a su sitio junto con el resto de los testigos temblándole las piernas. Que la justicia se haya popularizado y haya perdido sus viejas ataduras con el poder establecido, no significa que no haya dejado de infundir respeto. Ahora es el turno de la defensa de sacar sus testigos, y llama al estrado al forense que estudio el cadáver de la víctima. El forense a diferencia de Julia no es la primera vez que declara en un juicio, para él forma parte de su trabajo, no será la última vez ni es la primera que declara en un juicio, una vez la abogada de la defensa menciona su nombre con calma se dirige hasta donde tendrá que declarar. Ya en su sitio la abogada defensora comienza el interrogatorio.
- Defensa: Usted es el forense que hizo el reconocimiento del cadáver de la víctima, ¿cierto?
- Forense: Cierto.
- Defensa: ¿Cuanto lleva en la profesión?
- Forense: Años, déjeme que piense…pues en total 25 años, imagínese todos los que he visto ya.
- Defensa: Cuénteme de que murió la víctima.
- Forense: Esa cuestión en este caso es sencilla, la vida murió por culpa de un shock hipovolémico, es decir, murió como consecuencia de la perdida de sangre. Esto fue por culpa del corte que tenía a la altura del cuello que le había seccionado la yugular. En circunstancias normales un corte de ese tipo en esa zona acaba con un varón del peso y estatura de la víctima en no más de 3 minutos, en los que la apenas puede moverse o respirar por culpa de la herida. Esto significa varias cosas, que la muerte fue rápida, y que si atendemos al reguero de sangre que dejó, tuvo que sufrir el ataque justo en el lugar donde fue encontrado. Pero todavía le puedo contar más cosas, un hombre de esa corpulencia tiene una alta capacidad de defensa, y un corte tan limpio, tan profundo, en un lugar tan perfectamente seleccionado, sólo pudo ser ocasionado si fue atacado de improvisto, y teniendo en cuenta que como todo el mundo sabe, los ojos miran hacía delante y que cualquier ataque desde esa dirección hubiera supuesto la defensa de la víctima, cosa que como ya he dicho muy probablemente no ocurrió, si le atacaron tuvo que ser por la espalda, a traición, pillándolo desprevenido. Pero es más, si el ataque fue por la espalda, si la víctima era un varón corpulento, si no hay otro reguero de sangre que el que mana de la herida y formo el charco alrededor de su cuerpo, eso significa que si estaba allí, estaba por su propia voluntad, que alguien lo había atraído hasta ese punto y luego lo había asesinado. Y todavía profundizando más, ese alguien tuvo que ser alguien de su confianza, ¿por qué sino que va hacer allí?
- Defensa: Quizás la respuesta sea obvia, pero ¿qué arma fue la que se utilizó?
- Forense: Fue un cuchillo de grandes dimensiones, afilado, un arma blanca contundente, justo la que se encontró al lado del cadáver.
- Defensa: No tengo más preguntas señoría.
La defensa ahora pasa a llamar a otro de sus testigos. En este caso es miembro de la Patrulla Urbana que atendió a la llamada de Julia, y que por tanto fue el que acudió al lugar del crimen primero con otros dos de sus compañeros.
- Defensa: ¿Usted fue el que contestó a la llamada de Julia?
- Federico: Yo no contesté, de eso se encargan otros miembros de la Patrulla, pero ellos en seguida tras colgar con Julia me llamaron y acudimos tan pronto como pudimos a la cárcel.
- Defensa: ¿Y qué es lo que vio?
- Federico: Cuando nosotros llegamos no habría pasado más de medio hora desde que Julia llamó. Nuestra base, no está muy lejos de la cárcel, está así hecho a posta porque la cárcel puede ser un punto caliente de conflicto, ya me entiende. Encontramos lo que ya ha contado Julia, y el forense antes que yo, el cuerpo de un varón adulto, corpulento, con el cuello seccionado y desangrado. Aparte de eso, casualmente también estaba a su lado el arma con la que entendemos se cometió el crimen, un cuchillo contundente por su tamaño y grosor.
- Defensa: Justo este que tengo en mi mano, ¿cierto?
- Federico: Cierto. Justo ese.
- Defensa: Y ¿qué puede contarnos de ese cuchillo?
- Federico: Como siempre lo recogimos con cuidado tratando de no contaminar la prueba, yo mismo fui el que con guantes lo metí en una bolsa de plástico para llevarlo a nuestro laboratorio y analizarlo. Lo malo es que una vez analizado no tenía nada, a nada me refiero de huellas, no había ninguna prueba que incriminase a nadie, porque lo único que tenía era la sangra de la víctima.
- Defensa: ¿Y cómo pudo ser eso?
- Federico: No es difícil, hoy en día hay productos químicos que borran cualquier rastro de huellas, incluso un trapo húmedo, si es pasado con esmero, puede conseguir el mismo efecto. Y además, es fácil si lo haces con guantes, posibilidad que parece la más probable, aunque tampoco descartamos lo otro.
- Defensa: Esto puede parecer la pregunta del millón, porque son ustedes los que han decidido que mi defendida se la acusada en este juicio, ¿y si no hay huellas, ni restos que de forma clara identifiquen al asesino, qué ha sido lo que os ha llevado a sentarla a ella en el banquillo?
- Federico: No hay prueba directa, por eso nos hemos basado en indicios. Los indicios eran claros, y todos señalaban a ella, los celos hacía Emilia sobre todo confirmados por los mensajes entre ésta y la víctima, que Francisca se encontraba el día de los hechos en el mismo lugar, que los vigilantes no van en parejas, y Francisca pudo haber estado en cualquier momento a solas con la víctima sin que nadie los viese, que había confianza entre ambos, para como ha dicho el forense atraerlo hasta ese sitio.
- Defensa: Es decir, indicios, sólo indicios, ¿ninguna prueba directa?
- Federico: Efectivamente, indicios, como ya le he dicho no hay otras pruebas directas.