Las preguntas de la acusación, que ya contaba con la respuesta afirmativa de su testigo pues fue el abogado él que la convenció de que dijera la verdad de forma previa al juicio, continuan, ahora con la atención e interés de toda la sala, que hasta entonces había estado en su mayoría distraída.

El abogado le entrega unos folios donde hay impresos mensajes intercambiados entre ella y la víctima.

Después al igual que sucedió con Francisca, es el turno de hacer las preguntas a Emilia de la defensa.

La acusación vuelve a llamar a otro de sus testigos, está vez por fin es el turno de Julia que ya se había comido todas las uñas de sus ambas manos mientras por culpa de los nervios, hábito que hacía tiempo que había dejado, y que hoy había reaparecido como efecto secundario nocivo de su comparecencia. Julia camina al estrado donde declarará con cara de yo no sé que hago aquí.

Ahora es la defensa la que vuelve a la carga.