No sabe si es que se está acostumbrando, o si es que su cabeza ha aprendido a independizarse de lo que hace y siente el resto de su cuerpo. Parece que el calor ha remitido, las nubes ocultan tras de si al sol, amenaza lluvia, pero por ahora todo se queda en eso, y en un lamento en lo más hondo de su corazón porque mientras no llueva el tendrá que seguir trabajando.

Hoy su cabeza, la que mecánicamente y sin hacer caso mueve el resto de los miembros de su cuerpo, inusualmente no está en Julia. Está pensando, mientras sus guantes arrancan fresa tras fresa, en como será eso de trabajar como médico. Ayer, aunque el objeto de la cita era Julia y la historía del vigilante muerto, se quedó embobado con lo que Ricardo le contaba sobre el hospital donde trabaja. 

Los hospitales se alimentan de dos tipos de trabajadores, en muy similares términos al resto de profesiones que necesitan de una preparación académica previa, los trabajadores obligatorios elegidos por el azar, y aquellos voluntarios que han aprendido la profesión de médico, cirujano o enfermero. Los trabajadores obligatorios también van adquiriendo responsabilidad dentro del hospital según acumulan experiencia, el primer año la mayoría de las funciones que realizan son de limpieza, ya sea las propias instalaciones o los enfermos, y de cocina, ellos son los encargados de preparar la comida que comen los que viven temporalmente allí, el segundo año, tras observar a aquellos que realizan labores más complejas pasan a poner inyecciones y hacer otro tipo de labores más relacionadas con la medicina, así hasta que cuando acaban los siete años de trabajo obligatorio son casi médicos o casi enfermeros o casi cirujanos, dependiendo del interés que hayan puesto durante ese tiempo. Muchos cuando acaban los siete años deciden seguir trabajando como voluntarios en el hospital, y otros muchos están deseando que se acaben los siete años y cuando acaban nunca más vuelven a poner un pie en el hospital salvo enfermedad personal grave. La sociedad ahora vive del voluntariado y por la pasión que despliega a la hora de hacer su trabajo. Para ser médico, cirujano, o enfermero con responsabilidades transcendentes sobre la vida de aquellos que tratan, la pasión y la voluntad además debe coincidir con un periodo de preparación. Los que se decidan por la práctica de alguna de esas profesiones, deben empezar a estudiarlas a partir de los 16 años cuando el estudiante adquiere plena libertad sobre su preparación, libros, internet, y expertos los ayudaran a aprender el oficio, primero en la escuela y luego en la universidad. Los más trabajadores combinan las mañanas o tardes de trabajo obligatorio con las mañanas o tardes en la universidad. Si eres capaz de pasar satisfactoriamente los controles sobre conocimientos que los profesores universitarios te pongan, un médico, cirujano o enfermero te cogerá como aprendiz para que aprendas la profesión. Un paciente siempre tiene la posibilidad de elegir el médico, cirujano o enfermero que lo tratará, es así como se mide las habilidades de cada uno. Si tienes suerte y el azar coincide con tu voluntad, los siete años de trabajo obligatorio no serán tan obligatorios, sino tienes suerte como Evaristo, pues te tocará esforzarte un poco más para meter un pie en la ciencia de la medicina.

Ricardo ayer también tenía cosas interesantes que contar. El hospital parece otro mundo, operaciones, medicinas, tratamientos, y el sitio donde las nuevas generaciones de terrícolas vienen al mundo. Aunque por ahora a Ricardo sólo le han dejado coger la fregona y la escoba. Dijo que se quedó embobado mirando a todos los recién nacidos en fila y como le dieron ganas de salir corriendo cuando paso por la sección donde tienen ingresados a los pacientes terminales.

Entre fresa y fresa se muere de envidia, aunque sólo esté limpiando, es allí donde tenía que estar él. Hoy empieza la universidad y no va a faltar después de salir del trabajo, casualmente y por ironías del destino, Ricardo odia los hospitales. Lleva preparándose para ser médico desde el final del instituto.

Sus pensamientos de repente se interrumpen, y el movimiento mecánico de sus manos que los acompañaba también para. Acaba de sonar la sirena del almuerzo, aunque casi no hubiera hecho falta por el sonido que desde hace poco rato llevaba haciendo su tripa. El almuerzo desde ayer, que fue el primer día de trabajo completo siempre lo pasa junto a Martin y Mario. La sociedad sorprendentemente a aprendido a saber relacionarse sin la necesidad de hablar de política, religión y lo que parecía más difícil de todo, sin hablar de futbol. Si ayer el tema de conversación fue la bolsa de fresas que estaba preparando Mario para llevarse a casa después del trabajo, ¿cuál sería hoy?

Evaristo saca su bocadillo de mortadela y escucha la conversación de Mario y Martín que parece conocerse desde hace tiempo.