Isabel tras responder a la pregunta camina con cara de enamorada hacía donde está sentado Segismundo, al llegar a él se sienta a su lado y le coge la mano tal y como acostumbra las tardes y noches de sofá y pelis juntos. Segismundo todavía se está recomponiendo de los cinco minutos solo junto a Manolo, por primera vez siente esa mano no como una obligación y al sentirla la aprieta. Manolo coge la taza de café por su asa y con unos modales exquisitos da un sorbo de café intentando evitar quemarse, su gesto es acompañado por una leve pausa en la que la pareja mira a Manolo y Manolo mira a la pareja, antes de que el silencio empiece a ser incomodo Manolo vuelve a hablar, pero esta vez lo hace sin mirar fijamente a Segismundo, adoptando la misma actitud relajada que tenia cuando Isabel se marcho a por su café.
- Manolo: ¿Pero no eran amigos?
- Isabel: Y lo somos, pero también somos más que amigos.
- Manolo: Entiendo, ¿alguno se ánima a contarme un poco vuestra historia? No penséis mal de mi, es mi trabajo el ser un entrometido, tampoco quiero saberlo todo, con que me contéis un poco me vale.
Segismundo gracias a la mano de Isabel se siente envalentonado, debe demostrarle a ambos que no tiene miedo, y también debe demostrárselo a él, coger confianza para cuando Isabel no esté ahí para ayudarle. Se lanza a contestar a Manolo, va a ser él quien la cuente.
- Segismundo: Yo lo cuento. Fui yo el que se acerco a Isabel hace casi un par de meses, antes solo habíamos hablado de cosas relacionadas con el albergue, pero cuando me enteré de lo de su tía fui a preguntarle como estaba ella, porque su tía murió hace poco, y al final quedamos juntos para ir a correr y una cosa llevo a la otra y aquí estoy sentado en el sofá ahora con ella.
- Isabel: Más o menos. A mi me gustaba Segismundo de antes, pero no es muy hablador, hasta que un día, coincidiendo casi con la muerte de mi tía, empezamos a hablar y salir a correr juntos.
- Manolo: ¿Su tía?
La pregunta la dirige a ambos. Por supuesto que sabe de la tía de la que hablan, pero prefiere hacerse el sueco y esperar a que se lo cuenten, mientras aprovecha y da otro sorbo de café, ahora casi un trago, ya se ha enfriado un poco.
- Isabel: Sí, mi tia Hortensia, que murió hace un par de meses.
- Manolo: ¿Y cómo murió?
- Isabel: Murió de cáncer. Ya llevaba tiempo enferma.
- Manolo: Lo siento mucho Isabel.
- Isabel: No te preocupes, ya era mayor, y con lo que estaba padeciendo la pobre, al menos descanso.
- Manolo: ¿Y dejó mucha herencia su tía?
Esta vez la pregunta aunque va dirigida a los dos la acaba mirando a Segismundo, el cual se siente como si le hubieran lanzado un dardo envenenado, no obstante se calle, él nunca ha hablado de nada de eso con Isabel y no tiene porque saber nada. Isabel sigue siendo la que lleva la voz cantante de la pareja.
- Isabel: Sí ha dejado bastante. Pero yo tampoco lo se muy bien, la que estaba al tanto de todo eso era mi madre, y todavía me tengo que hacer a la idea de que ya no está, como para ponerme a hacer cuentas y con los papeles.
- Manolo: No te preocupes Isabel. Hablemos ahora un poco más de su madre. ¿Había alguien que la odiase o tenía algún problema o algo que haya podido provocar lo que pasó?
- Isabel: Que yo sepa no, era una mujer muy trabajadora y estaba siempre en el albergue, apenas le dejaba tiempo para nada. Pero ahora que lo pregunta, hace un par de meses también más o menos coincidiendo con la muerte de mi tía, si que paso algo que quizás le interese.
- Manolo: Cuenta, cuenta.
- Isabel: Mi padre vino después de más de veinte años en la cárcel. Yo nunca lo había visto antes. Me pregunto por mi madre, y al día siguiente fue a verla, pero mi madre lo mandó a hacer gárgaras. No ha vuelto a venir por aquí.
- Manolo: ¿Y crees que haya podido ser él? me refiero, ¿ves a tu padre capaz de matarla?
- Isabel: Yo se lo que me ha contado mi madre. Mi padre era un ladrón de bancos, hasta que un día lo pilló la policía, pero no era un asesino. La verdad no creo que haya sido él.
- Manolo: Y de suicidarse, ¿le habló alguna vez?
- Isabel: No nunca, de hecho con lo del dinero de mi tía no la he visto más animada nunca.
Segismundo, trata de mantener una respiración firme, constante, pero su corazón hay veces que se dispara. No es tonto y sabe lo que eso significa. Trata de no Mirar a Manolo, y parece distraerse mirando a Isabel mientras contesta.
- Manolo: Pues muchas gracias, la verdad es que por ahora no creo que necesite más, por lo que para no estorbar me voy a seguir con mi trabajo.
- Isabel: ¿Ya te marchas? Sí ni siquiera te has acabado el café.
- Manolo: Quien sabe, puede que volvamos a vernos pronto. Ya que estoy por aquí voy a seguir preguntando a resto de inquilinos por si alguien sabe algo.
- Isabel: Espere. ¿De verdad cree que alguien han podido matarla?
- Manolo: Por ahora no podemos descartar nada. Pero no pienses en eso, lo más importante ahora son los preparativos del entierro, esta tarde el forense tiene pensado llevarla al tanatorio.
- Isabel: Uffff, tienes razón. Sí necesitas cualquier otra cosa aquí estaremos.
Por fin puede descansar Segismundo tranquilo, conforme lo ve levantarse del sofá su cuerpo se relaja. Pero no es capaz de quitarse algo de la cabeza, los gestos, las miradas de Manolo le han dicho que sospecha de él. En el primero que piensa es en Ataulfo, ahora estará trabajando pero seguro que dentro de poco le llegará su turno, y lo que él diga y como lo diga no podrá controlarlo, tiene que hablar con él antes que Manolo para preparar una estrategia juntos de defensa.