No se pone nervioso, para volverlos a encontrar lo único que tiene que hacer es volver a seguir el rastro de sangre que ha dejado el jabalí herido. Esta vez ha decidido que va a hacerlo con calma, para cuando llegue a su destino el Jabalí ya estará muerto, y Julia y Leonardo atándolo a algún palo para llevárselo de vuelta al campamento, entonces ¿para que lo necesitan? Se sacude el polvo que ensucia su ropa, comprueba que no tiene nada roto moviendo primero las articulaciones de sus brazos y luego la de sus piernas, las manos le escuecen, además se da cuenta de que han dejado manchas de sangre en su ropa, se las mira, y es ahí donde tiene el estropicio, al caer inconscientemente con ellas para parar el impacto en el suelo se las ha arañado, ahora se da cuenta que sus rodillas también le escuecen, levanta su pantalón hasta verlas y también están magulladas. “Nada grave” se dice asimismo, y comienza a seguir de nuevo el rastro, esta vez caminando, ha decidido que al menos hoy, no se va a volver a caer al suelo por culpa de las prisas.
Desde que la humanidad acabó con la explotación incontrolada de su entorno, acabó con los combustibles fósiles, limitó el crecimiento de su población, y metió bajo tierra todo lo que era un transporte a excepción de la bicicleta, los bosques, la naturaleza, han recuperado su posición de dominio, mire a donde mire todo es frondoso, está lleno de arboles, de arbustos, de flores y plantas de todo tipo que vuelven a cobijar una fauna variada, sin la que ahora les sería imposible sobrevivir. No está preocupado en perderse, ha vuelto a encontrar fácilmente el rastro, lo que antes era un aliento extenuado por culpa de intentar el paso de los que le precedían, ahora se ha transformado en una respiración tranquila, incluso de vez en cuando silba, se siente como un enanito más de Blancanieves que viene de recoger leña del bosque. El rastro de sangre es cada vez más frecuente, y aunque no se considerada un inexperto sabe que significa que el Jabalí cada vez va más despacio, o lo que es lo mismo, cada vez le queda menos tiempo de vida, está seguro que de un momento a otro volverá a ver a Julia y Leonardo. Esta vez por su propia iniciativa, sus pasos vuelven a acelerarse, conforme más cerca cree que está de su objetivo más rápido camina.
En el bosque ha redescubierto el significado de la palabra silencio, y para él su significado ha adquirido una nueva dimensión, silencio no significa la ausencia de sonido, sino la ausencia de ruido, no es lo mismo porque el sonido puede estar constituido por el crujir de las ramas de los arboles al moverse, o el cantar de un pájaro, o el viento que sopla con fuerza, en cambio el ruido está compuesto por toda aquella contaminación acústica generada por el hombre, obras en la calle, música a todo volumen, alguna bocina que suena sin importarle que al resto puede que le de igual celebrarlo. Tras huir de la cueva ha pasado horas enteras escuchando al silencio en el bosque, puede presumir sin miedo a equivocarse que ha mejorado su oído, se ha agudizado, identifica sonidos y su origen donde antes sólo oía ruido. Tiene la impresión de haber escuchado a Julia, una ráfaga de aire le ha transportado el sonido de su voz, y eso le ha puesto no sólo contento, sino que además le ha recordado el hambre que tiene, otra de las cosas que escucha con claridad es el sonido de su estómago. Juraría que está hablando con alguien, hay otra voz, que supone es la de Leonardo, si sus sentidos no le engañan, están a escasos metros.
Pero de repente se para, hay algo que no va bien, eso que contesta a Julia no es la voz de Leonardo, si su memoria no le engaña, lo que contesta a Julia es la máquina traductora de los alienígenas, un escalofrío le recorre al mismo tiempo que identifica su voz. Nunca ha sido un buen arquero, aunque eso tampoco puede significar mucho si tiene en cuanta su poca práctica, nunca ha matado nada con él, tampoco ha acertado sobre nada con él, pero instintivamente desliza el arco de su hombro a su mano, para luego colocar una flecha en él y tensar su cuerda. Desliza las ramas con precaución con su cuerpo, tiene que estar ya encima de ellos, hasta que al final vuelve a ver a uno, es imposible no verlos, doblan en altura a un humano, los alienígenas han capturado a Julia y a Leonardo. Por lo que puede ver acaban de hacerlos prisioneros, les han atado las manos y pies con cadenas, han vuelto a dejar de ser la especie dominante sobre la Tierra para volver a ser ganado. Aun así no pierde la esperanza porque sólo hay uno, el problema que ahora surge en su cabeza es ¿que hacer? y la solución la encuentra fácilmente al chocar su mirada con sus manos, porque en ellas tiene un arco. ¿Cómo de efectivo es sobre una araña de 3 metros de altura proveniente de otro planeta? eso es lo que está decidido a averiguar. Coge postura de disparo, lo hace con sumo cuidado para no ser descubierto, apunta a su objetivo, está seguro de que le va ser imposible errar en su disparo, no es un cervatillo a lo que está apuntando, fija el punto de mira en la cabeza del alienígena, coge aire para evitar que la respiración empeore su pulso y aunque se siente absurdo jugándose la vida disparando con un arco de madera a un bicho gigante, termina disparando. 
La flecha ha salido con fuerza, viaja a toda velocidad para impactar sobre su enemigo, nada ni nadie podría evitar ahora que lo consiguiese, lo único que va desviada, por eso trata de dirigirla, con su mente primero, luego con gestos de sus manos, imposible, la flecha ha confundido la cabeza del alienígena con su pie.